Por: Adriana Estrada
Foto: Cortesía SRA
La pobreza y marginación que caracterizan a gran parte de las zonas rurales de México se han visto agravadas en los últimos años, motivando a la población campesina a dejar sus lugares de residencia, abandonar su familia, sus tierras e ir en busca de otras fuentes de trabajo en la ciudad, o bien, a emigrar hacia Estados Unidos.
Un ejemplo de esta situación es el Ejido Corerepe El Gallo, en Guasave, Sinaloa, donde la mayoría de sus habitantes viven bajo condiciones de pobreza. A 53 años de haber sido fundado, el poblado carece de servicios básicos, como sistemas de agua potable o pavimentación.
Además, a causa de la migración constante a la ciudad, las otrora rentables actividades agrícolas se limitan actualmente a la agricultura de subsistencia, para el autoconsumo de las familias, platica Zulema López Urías, originaria de Corerepe y pionera en el negocio de la fabricación de escobas en esta región.
Zulema encabeza a un grupo de mujeres que en 2006 establecieron la fábrica Escobas y Trapeadores Corerepe, con financiamiento de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), mediante el Programa de la Mujer en el Sector Agrario (Promusag).
El proyecto de Zulema y sus socias se originó en 2005, con la llegada al ejido de representantes de la SRA, quienes acudieron ahí para informarles sobre programas dirigidos a erradicar la pobreza extrema en núcleos rurales: Promusag y el Fondo para el Apoyo a Proyectos Productivos en Núcleos Agrarios (Fappa).
Después de asistir a una plática informativa sobre estos programas gubernamentales, Zulema, junto con su mamá y una prima, comenzaron a planear un proyecto para participar en el Promusag. Esta madre de familia y sus compañeras visualizaron el proyecto de las escobas como una opción económica y una alternativa para evitar la emigración.
“La idea de fabricar escobas surgió porque las que utilizábamos en casa a veces se nos desbarataban y terminábamos por arreglarlas, porque para nosotros son un artículo de primera necesidad”, explica la señora López.
Si bien ese año la iniciativa de estas mujeres no fue aprobada, en 2006 presentaron nuevamente la solicitud para acceder al financiamiento, logrando que la SRA les otorgara 162 mil pesos para maquinaria y 18 mil para asistencia y elaboración del proyecto, que incluía tres meses de capacitación para aprender a utilizar el equipo de trabajo.
Una vez obtenidos los recursos, el primer paso fue plantar sorgo escobero; aunque Zulema y sus socias ya tenían algunas hectáreas sembradas de este grano, aumentaron el cultivo a 60 hectáreas. Al principio, con maquinaria manual, conformada por una guillotina, un alacate, cuatro forjadoras y dos cosedoras, fabricaban entre 40 y 50 escobas diarias, que vendían al mayoreo en 50 pesos.
Luego de seis meses de haber iniciado su negocio, las socias de Escobas y Trapeadores Corerepe obtuvieron un crédito por 158 mil pesos mediante la empresa Crediavance Financiera, agente crediticio de Financiera Rural (Finrural), con el cual adquirieron maquinaria eléctrica.
“En Cadereyta (Nuevo León) compramos al contado dos cosedoras, cuatro forjadoras y una guillotina, todos eléctricos. Con las nuevas máquinas el trabajo aumentó pero también las ganancias, con las cuales pudimos solventar el crédito en seis meses”, menciona Zulema. Además, les permitió rentar 48 hectáreas más para cultivar sorgo escobero.
Actualmente, Escobas y Trapeadores Corerepe fabrica un promedio de 480 escobas diariamente, con un precio de 30 pesos para el mercado nacional y 62 pesos para mercado extranjero. También, han diversificado su oferta produciendo trapeadores, de los cuales fabrican entre 30 y 90 piezas diarias, las cuales se comercializan en 29 pesos, obteniendo así un ingreso promedio de 135 mil pesos.