Agroindustria

Aplicación de agroquímicos

Carlos Torres Barrera*

La sanidad y la nutrición son aspectos muy relevantes en la productividad de los cultivos. Los invernaderos ofrecen ventajas superiores que la producción a cielo abierto precisamente en el menor uso de plaguicidas, además de que se seleccionan productos de bajo impacto al medio ambiente, de bajo riesgo para el trabajador, de mínima residualidad y rápido desdoblamiento en los productos comestibles y, por lo mismo, de menor riesgo para el consumidor.

En la actualidad, el manejo fitosanitario representa 35% de los costos de producción en agricultura protegida. Una mala atención fitosanitaria tiene consecuencias graves en la rentabilidad de los agronegocios.

Existen plagas que provocan daños irreversibles como es el caso de los insectos transmisores de virus y fitoplasmas como mosca blanca, trips y paratrioza; ocasionando pérdidas del orden de 40 por ciento.

Las enfermedades ocasionadas por bacterias como cáncer bacteriano, de tipo fungoso como fusarium y tizón tardío, y los nematodos, merman considerablemente los rendimientos de los cultivos, pudiendo ocasionar pérdida total del cultivo.

Actualmente, se implementan los conceptos del manejo integrado de plagas y enfermedades (MIP y E) que consisten en la combinación de diferentes métodos con la finalidad de lograr un mejor manejo fitosanitario con un mínimo impacto ambiental.

El control químico es caro, por lo que las medidas preventivas resultan más redituables. Actualmente se utilizan productos llamados biorracionales, los cuales son extractos de plantas y semillas, aceites y jabones potásicos. Estos productos son seguros, con la posibilidad de cosechar diariamente y con reentrada de los operarios a los invernaderos de forma inmediata en la mayoría de los casos.

Las nuevas técnicas que se practican en las producciones agrícolas, como parte del MIP y E, involucran el uso de microorganismos benéficos, micorrizas, hongos entomopatógenos, insecticidas botánicos, injertos hortícolas, desinfectantes de bajo impacto ambiental, variedades resistentes, etcétera.

La eficiencia en el control de las plagas y enfermedades depende del tipo de acción del agroquímico seleccionado, de las dosis aplicadas, la técnica de aplicación, el equipo utilizado y la complementación con otras sustancias que coadyuven y potencialicen los efectos del plaguicida.
Una desatención común es el tipo de boquillas que se utilizan en la aplicación de plaguicidas. Un mal equipo provoca altos volúmenes de aspersión y mayores costos y, sobretodo, un mal resultado de la aplicación.

Con una inversión de 1,200 pesos y la utilización de un equipo de aspersión motorizado que levante presiones de 80 a 100 libras por centímetro cuadrado, un productor mejoraría significativamente sus aplicaciones de plaguicidas mediante el uso de aguilones multiboquillas, favoreciendo una total cobertura de la planta, con un gasto bajo y menores costos de aplicación de productos, con excelentes resultados.

*Carlos Torres Barrera es especialista del Centro de Desarrollo Tecnológico Salvador Lira López. La opinión es responsabilidad del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.

Fuente: Agronegocios en perspectiva

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