Agroindustria

Claroscuros del café mexicano

Tras una década de crisis la cafeticultura mexicana “tocó fondo” hace un par de años. Hoy, el país cumple con las resoluciones internacionales de calidad, al tiempo que paga sus errores cometidos en este sector. Al momento de estallar las cláusulas económicas en julio de 1989, cuando cayeron los precios del café debido a una sobreoferta, ya se había descuidado la producción y la calidad nacionales.

Otros países productores, entre ellos algunos de Centroamérica, sobrevivieron diferenciando su café, pero México confió en que el mercado de Estados Unidos iba a comprar siempre su producción, lo cual era cierto; sólo que ante la sobreoferta internacional del aromático, impusieron las condiciones de precio porque tenían ya otras opciones de países como Vietnam o Brasil.

Roberto Giesemann, presidente ejecutivo del Consejo Mexicano del Café (CMC), señaló que el mercado internacional prefirió comprar café menos bueno y más barato, desplazando la producción nacional. Al referirse a su calidad y precio anotó que la palabra “diferenciales” en el precio del café mexicano suena tan “nefasta”, porque se comercializa con diferenciales negativos, es decir, se toma como referencia la Bolsa de Nueva York y se castiga con base en lo que dicen los compradores, es un problema de calidad.

El precio internacional del café cotizado en la Bolsa de Nueva York sigue estando por debajo del costo de producción nacional promedio, situando al productor en un contexto crítico. El año pasado éste se encontraba 30 por ciento por debajo del costo de producción, actualmente está entre 10 y 15 por ciento abajo.

Ante la sobreproducción, los programas emergentes para afrontar la crisis consistieron en ayudas al ingreso del productor. En ese sentido, el año pasado se aplicó un programa emergente de levantamiento de cosecha de 533 millones de pesos que buscó ayudarle al productor a recoger la cosecha, porque realmente el precio internacional no era un incentivo por sí solo para levantarla.

Uno de los mecanismos del CMC para afrontar la crisis es el Fondo de Estabilización de Precios, el cual apoya al productor hasta con 20 dólares por quintal comercializable cuando el precio internacional del café se encuentre por debajo del costo de producción. En este año el fondo tiene un monto de 1,440 millones de pesos que ya han sido pagados al 98 por ciento de los productores empadronados.

Otro esquema es el programa de Fomento Productivo y Mejoramiento de la Calidad consiste en incrementar la productividad y calidad de las zonas agroecológicamente idóneas para el cultivo, mientras que en aquellas que no lo son –15 a 20 por ciento del total– se invita a los productores a reconvertir sus cultivos a otras actividades que sean más productivas que el café.

Con tres mil millones de pesos en sólo tres años para programas del café, éste ha recibido un apoyo histórico sin precedente. Mientras que antes se daba el apoyo por hectárea, hoy los recursos se otorgan con base en la productividad. La estabilización de precios es un premio al que más produce y eso incentiva al productor para invertir recursos en su cafetal.

El año pasado se eliminaron 60 mil sacos de café de baja calidad que no entraron al flujo comercial. Pero la solución no es destruir o eliminar café, las zonas donde el grano es pequeño y defectuoso no se debieron cultivar nunca con café, por tanto, su eliminación es de manera voluntaria y se ofrece a los productores las herramientas para convertir a otros cultivos o actividades.

Los programas de diversificación no son forzosos, un productor que esté por debajo de los 600 msnm tiene derecho a recibir su fondo de estabilización. Sin embargo, el caso de Xicotepec de Juárez, Puebla, se ha convertido en una zona forestal y los ingresos obtenidos a sólo dos años de haberse iniciado son extraordinarios; o el caso de Chiapas, que a tan sólo un año de haber iniciado, ya tiene grandes extensiones convertidas en “café más flores”, es decir, siembran flor de corte en los surcos del café.

Consumo y calidad

Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el consumo per cápita de café al año en México es de 750 gramos, mientras que países como Costa Rica y Colombia tienen consumos de entre dos y cuatro kilos. Estados Unidos y Canadá, de seis a ocho kilos, y países europeos como Finlandia, Suecia y Alemania, hasta 10-11 kilos per cápita.

“Es cierto que se produce más café del que se consume, basta saber que sólo el 18 por ciento de la población mundial lo bebe, sin embargo, la crisis en México no se debe sólo a la sobreproducción sino al bajo consumo”, afirma el presidente del CMC.

La mitad del problema radica en una falta de consumo. Por decir, si toda la población mexicana mayor de 15 años consumiera una taza de café, no alcanzaría la producción nacional para surtir esa demanda y, sin embargo, se exporta el 80 por ciento de esa producción, lo que indica el bajo consumo existente.

Anteriormente se atribuía el bajo consumo de países productores a su clima cálido, pero Brasil desmitificó esto, gracias a la promoción de una cultura del café, un enfoque de salud y la calidad del mismo. En 10 años pasaron a ser el segundo consumidor más grande después de Estados Unidos, ya que duplicó su consumo de cuatro a ocho kilos per cápita.

“El otro problema es el castigo a nuestra calidad”, ratifica el funcionario, y añade: “hoy existen en el mundo proveedores de café con costos de producción mucho más bajos que el nuestro, como Vietnam y Brasil, que se han convertido en importantes proveedores de materia prima para los principales tostadores del mundo, mientras que aquí se ostenta la mejor calidad de café en el ámbito internacional”.

México produce el café tipo árabe lavado en 97 por ciento de su producción y es el mejor y más cotizado café en el mundo, de manera que el objetivo de la política cafetalera es diferenciarlo de los demás con mejor precio y calidad, como han hecho Colombia y Costa Rica, entre otros países.

Por desgracia, el café soluble representa el 60 por ciento de nuestro consumo, por su fácil preparación. El café de grano que se produce en los 12 estados y 56 regiones de la República, es de mayor calidad y el más fino, sin embargo está desplazado por el café soluble, que contiene un complemento de café robusta de importación.

México produce 300 mil sacos de café robusta, el 3 por ciento de la producción promedio nacional. La demanda de la industria solubilizadora aquí es de 500 mil sacos de este café para satisfacer el consumo nacional. En los últimos ocho años se ha permitido a esta industria la importación complementaria hasta un máximo de 180 mil sacos bajo ciertas reglas:
1. No se permite importar otro tipo de café, sólo puede ser robusta, de manera que no compite con el 97 por ciento de árabe y solamente se permite importarlo en las épocas en las que haya certeza de que ya no existe café robusta de producción nacional para que nunca compita con ésta.

2. Hay un programa de importación temporal de café para su posterior exportación, denominado Pitex, son importaciones permitidas temporalmente para darle valor agregado al café y luego reexportarlo, esto, bajo una vigilancia muy estricta de la Secretaría de Economía.

Este tipo de importaciones no afectan al café mexicano, las que perjudican son las de café terminado (tostado, molido, etcétera), que se encuentran en anaquel.

Producción y política cafetalera

La producción promedio en México es de 4.5 millones de sacos de 60 kilogramos, pero van dos cosechas consecutivas por debajo del promedio. El año pasado se produjeron 4.2 millones y este año se tienen contabilizados cuatro millones de sacos.

Pese a este panorama, el objetivo de la política cafetalera actual no necesariamente es aumentar de manera importante la producción, sino elevar la productividad por hectárea, es decir, hectáreas con costos de producción competitivos, además se pretende colocar el café mexicano en mercados no tradicionales para garantizar su precio.

El promedio mundial de una hectárea de café árabe lavado está entre 15 y 20 quintales por hectárea, mientras que en México es de seis quintales por hectárea, aun cuando el precio se recupere y llegue al doble o al triple, esta cantidad no es competitiva con sus contrapartes internacionales.

Censo cafetalero

En 1992 se decía que había 282 mil productores de café y 760 mil hectáreas cultivadas con el aromático, hoy el censo cafetalero revela que hay 468 mil productores y cerca de 600 mil hectáreas. Esto se explica porque los procedimientos del censo fueron más confiables, se interpreta que no desaparecieron hectáreas porque el cultivo de café es muy arraigado y no todas las hectáreas declaradas en el primer censo eran cultivadas.

Por otra parte, ha habido un fraccionamiento de la tierra del café, precisamente las familias (los principales productores), han repartido las tierras a sus hijos, así se explica el aumento del número de productores. El promedio de posesión de tierras radica entre una y 1.5 hectáreas por productor, sin embargo, el presidente del CMC no considera esto un “minifundismo”, toda vez que Colombia con menos de una hectárea por productor obtiene mayor productividad, pero están mejor organizados.

También se estableció un padrón de comercializadores, que ayudó a disminuir el fenómeno del “coyotaje”. De 128 comercializadores que había registrados hace tres años, hoy están identificados con nombre y apellido más de 600 comercializadores, lo que sucedió es que los comercializadores informales decidieron mantenerse en el negocio, mientras que los productores reciben ahora un comprobante de comercialización, necesario para recibir sus apoyos.

Otras Acciones del Consejo:

1. Promoción del café de grano 100 por ciento puro y mexicano. A través del programa de certificación y normalización, el sello “Café de México” otorga legitimación a los proveedores de café tostado y molido. El sello fue creado por el CMC y se registró como una marca colectiva para distinguir y certificar aquellos productos que contengan las normas de calidad requeridas.

2. Posicionarlo ante la fuerte competencia de refrescos y bebidas. Hoy se invierten un promedio de 20 millones de pesos anuales en campañas para fortalecer el consumo, además de la participación de la industria. El café era una bebida mucho más popular en el pasado, hoy se ha perdido mercado ante las grandes campañas de refrescos embotellados.

3. Beneficios a la salud. En todo el mundo empezaron a investigar que la cafeína y sus componentes no son dañinos. Hoy se buscan patrocinios científicos que desmitifiquen los malos estudios que se realizaron en las décadas de 1960 y 1970. Se ha comprobado que la cafeína cura enfermedades del hígado. El café tiene un componente cloragénico que ayuda a prevenir el alcoholismo y la drogadicción, así también ayuda en problemas de Alzheimer. Cierto es que está contraindicado en el caso de úlcera, gastritis o propensión a la cafeína, pero no crea estas enfermedades como se creía.

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