Agroindustria

Cultivo de hortalizas orgánicas

En la última década, la agricultura orgánica ha demostrado ser una de las opciones más prometedoras para el campo mexicano, es sustentable y conlleva a que los productores reciban mejor ingreso y logren mejores condiciones de vida.

Además, este tipo de agricultura permite rescatar el conocimiento indígena y prácticas tradicionales. Es un sistema productivo que sustituye el uso de agroquímicos como herbicidas por el manejo manual de malezas o fertilizantes sintéticos por abonos orgánicos, por lo que requiere mayor cantidad de mano de obra. Esto crea una fuente de empleo rural que mejora las condiciones de la comunidad, favoreciendo también a los jornaleros y campesinos sin tierra.

La tendencia actual de los consumidores de hortalizas frescas en el mundo, especialmente en países desarrollados, es hacia un consumo de productos sanos e inocuos, cultivados con técnicas no convencionales y sin la presencia de residuos de productos de síntesis químicas que puedan dañar su salud, por lo que están dispuestos a pagar un sobreprecio
por productos orgánicos, lo que representa una oportunidad de negocios en la producción y la comercialización de estos productos.

En este contexto, México puede aprovechar las ventanas de comercialización de las llamadas hortalizas de invierno hacia los mercados de Estados Unidos, pero con un enfoque de productos sanos obtenidos orgánicamente.
Así lo expone la Fundación Mexicana para la Investigación Agropecuaria y Forestal (Fumiaf) en su plan de negocios enfocado al cultivo orgánico de jitomate, pimiento y pepino, como alternativa de producción.

El mercado

El organismo argumenta que los productos orgánicos conquistan cada vez más rápido las estructuras de mercado de alimentos a escala mundial. El mercado estadounidense registró el primer lugar en ventas de éstos con un valor de 11.75 mil millones de dólares en 2002. El mercado alemán ocupa el segundo lugar con 3.06 mil millones de dólares, y el mercado británico el tercer lugar con 1.5 mil millones de dólares.

Este dinámico y atractivo mercado está estimulando fuertemente la reconversión de la agricultura convencional a la orgánica.

En el mundo se registran más de 24 millones de hectáreas (ha) cultivadas orgánicamente y más de 10.7 millones de áreas de recolección silvestres.

Entre los países con mayor superficie orgánica cultivada está en primer lugar Australia, con 10 millones de hectáreas, seguido por Argentina, con casi tres millones, e Italia con 1.2 millones. Siguen en orden de importancia Estados Unidos, Brasil, Uruguay, Gran Bretaña, Alemania, España y Francia. México ocupa el lugar 18 en el mundo, con casi 216 mil hectáreas.

Los principales estados con producción orgánica son Chiapas, Oaxaca, Chihuahua, Sinaloa, Colima, Baja California Sur, Michoacán, Guerrero, Jalisco, Veracruz y Sonora.

Se estima que alrededor de 85 por ciento de la producción de orgánicos de México se orienta a la exportación. La producción de hortalizas (tomates, chiles, calabaza, pepino, cebolla) registra una superficie de 3,831 ha, distribuidas principalmente en los estados de Sinaloa, Sonora, Baja California, Chiapas, Colima, Baja California Sur, Estado de México, Distrito Federal, Veracruz y Nuevo León.

En México, la agricultura orgánica está en franca expansión. La superficie pasó de 25 mil a más de 300 mil hectáreas en los últimos 10 años. Los productos orgánicos mexicanos gozan de excelente aceptación en los mercados internacionales.

La producción de jitomate, pepino y chile orgánico en territorio mexicano es una actividad incipiente; a la fecha se registran áreas cultivadas sólo en los estados de Baja California, Baja California Sur y Tamaulipas.

Estrategia

Para mejorar las condiciones del sector de hortalizas orgánicas en México, se requiere hacer una inversión fuerte tanto en la investigación y desarrollo, como del mejoramiento de la tecnología en riego, manejo de plagas y enfermedades, y manejo poscosecha, para lograr competir en el ámbito mundial con productos de calidad y a un precio más bajo que nuestros competidores.

La producción de hortalizas orgánicas representa una oportunidad de desarrollo tecnológico y comercial derivado de la situación de las preferencias de consumo hacia productos agrícolas más sanos, así como de las ventajas económicas y ambientales mencionadas anteriormente.

Además resultaría conveniente desarrollar convenios tecnológicos y comerciales con los centros de investigación nacionales y extranjeros en países líderes mundiales en la producción de hortalizas orgánicas. Asimismo, desarrollar políticas de gobierno para la promoción, difusión, ejecución y comercialización de proyectos con tecnologías alternativas en la producción de hortalizas.

Plan financiero

En su plan de negocios —realizado en 2006—, la Fumiaf plantea la formación de una empresa tipo con una superficie de 30 ha dedicadas a la producción de hortalizas orgánicas —tomate, pimiento y pepino, con 10 ha cada uno— con tecnología de producción orgánica. Considera la incursión en el mercado nacional, con perspectivas para el mercado internacional, en caso de que se presenten oportunidades.

Las ventas de productos de la empresa consisten en 200 toneladas (ton) de jitomate, 180 ton de pimiento y 120 ton de pepino.

Bajo estos supuestos, el monto de ventas anuales sería de cinco millones 960 mil pesos y los costos de operación de cuatro millones 948 mil, por lo que la utilidad sería del orden de un millón por año.

El costo de inversión inicial para establecer una empresa de producción de hortalizas orgánicas con una superficie de 30 ha, se calcula en cuatro millones 103 mil para lo que se requiere un apoyo de dos millones con amortización anual a 10 años y un interés de 20 por ciento anual sobre saldo.

Evaluación

El valor actual neto (VAN) del proyecto indica que la utilidad neta en pesos actuales obtenida después de 10 años será de cinco millones 831 mil. La relación beneficio costo de 1.20 significa que por cada peso invertido se obtendrán 20 centavos de utilidad neta. La inversión se recupera después de cinco años y un mes de operación.

En general, el proyecto no afecta severamente al ambiente, antes al contrario, tiene efectos positivos en suelo, corrientes de agua y aire, por lo que se considera sustentable a lo largo del tiempo.

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