Agroindustria

Efecto invernadero Agricultura, problema y solución

La agricultura es responsable de casi un tercio de las emisiones de gases de invernadero, casi todas de bióxido de carbono (CO2), el gas más importante del efecto de invernadero. Y a este sector le compete determinar el volumen de estas emanaciones a la atmósfera.

Los vegetales eliminan el bióxido de carbono de la atmósfera y, mediante la fotosíntesis, lo transforman en su estado sólido, carbono, que forma gran parte de los vegetales. Desde el punto de vista del cambio climático, esto se llama secuestro de carbono.

Otra forma de secuestro de carbono es enterrar el CO2 en el suelo, para reducir el efecto de invernadero. Pero al ararse las tierras, el bióxido de carbono se libera de nuevo a la atmósfera.

En 2000, las emisiones mundiales de CO2, sin contar las emisiones naturales, fueron de casi 23,900 millones de toneladas. Las tierras agrícolas, con una gestión adecuada, podrían secuestrar entre 1,640 y 2,240 millones de toneladas de carbono. En Estados Unidos, la utilización de mejores prácticas agrícolas podría secuestrar el equivalente al 10 por ciento del total de emisiones de carbono del país.

El «mecanismo para un desarrollo limpio» previsto en el Protocolo de Kyoto permite a los países más ricos compensar parte de sus emisiones mediante el financiamiento de un desarrollo «limpio» en los países en desarrollo.

Es probable que la silvicultura sea de los principales beneficiarios del mecanismo para un desarrollo limpio. Los árboles almacenan mucho carbono, así como los productos de madera. Pero la agricultura también tiene potencial para el secuestro de carbono.

Otros gases

El metano es un gas de invernadero más fuerte que el bióxido de carbono, y 40 por ciento del producido por el hombre procede de la agricultura. La descomposición de la materia orgánica en los arrozales acuáticos produce gran parte de este gas, aunque en los próximos años podría disminuir su volumen, gracias a una mejor gestión de las variedades de arroz.

Asimismo, entre 22 y 27 por ciento de las emisiones mundiales de metano proceden del ganado y la tendencia es que se incrementarán.

El óxido nitroso procede de la descomposición del fertilizante, así como del estiércol y la orina del ganado. La agricultura produce 80 por ciento de las emisiones de óxido nitroso producidas por el hombre. Esto puede reducirse con una aplicación más eficiente de los fertilizantes minerales.

Pero la mayor parte de las emisiones de gases de invernadero procede de los combustibles fósiles que se queman, muchos de ellos ajenos a la agricultura. Hasta el 20 por ciento del consumo de combustibles fósiles podría sustituirse a corto plazo utilizando biomasa –cualquier material orgánico, no fósil, de origen biológico, incluso los residuos de los cultivos y de la agricultura, madera y desechos– como combustible, y la agricultura y la silvicultura pueden producirla.

La biomasa emite carbono al extraerle energía, pero al producir más biomasa, se secuestra el carbono y se convierte en materia vegetal. Lo mismo pasa, en teoría, con los combustibles fósiles, sólo que hay que esperar algunos millones de años.

La agricultura contribuye al cambio climático, pero con la tecnología disponible sería posible colocar a la agricultura del lado positivo del balance del cambio climático. El reto consiste en lograrlo.

Energía de biomasa

En Brasil, 6 millones de automóviles funcionan parcialmente con alcohol de caña. China tiene 10 millones de digestores de estiércol, que proporcionan un combustible limpio para cocinar y fertilizante orgánico.

Los combustibles de madera proporcionan 6 por ciento de la energía primaria del mundo, y en los países en desarrollo más de 60 por ciento. Las variedades de pastos de rápido crecimiento, las oleaginosas y los residuos agrícolas tienen un gran potencial.

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