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Los mitos y realidades del ajo

Desde hace cientos de años el ajo ha estado rodeado de diversos mitos respecto a su uso y sus beneficios

El ajo es un condimento que ha sido muy utilizado a lo largo de los años por sus propiedades que no solo le dan un mejor sabor a los alimentos, sino que también benefician al cuerpo humano.

Existen diversas variedades de ajo y son clasificadas normalmente por su color: blanco, negro, rosado, violeta, morado, colorado y castaño.

A esta especia se le han otorgado múltiples beneficios, aunque no todos son ciertos o no están comprobados científicamente, algunos de los más famosos son:

Ahuyenta a los vampiros. Esto se creía durante la Edad Media en países como Alemania y Rumania porque se tenía la idea de que los vampiros buscaban a sus presas por medio del olfato, así que, para evitar la mordedura de los vampiros, las personas untaban en sus cuellos y tórax una pasta de ajo para ocultar su propio olor o lo colgaban en la entrada de sus casas.

Comer un ajo crudo en ayunas ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares. Según un artículo publicado en 2012 en la revista The Cochrane Database of Systematic Review, no hay pruebas suficientes para decir que el ajo proporciona una ventaja que reduce el riesgo de mortalidad y morbilidad cardiovascular en pacientes diagnosticados con hipertensión.

Ayuda a tratar las verrugas de la piel. Esto es completamente falso ya que, además de ser inútil para tratar este problema dermatológico, puede provocar serias quemaduras en la piel.

Lo cierto es que el consumo de ajo, en determinada dosis y acompañado tanto de una buena alimentación como ejercicio, permitirá mantener una buena salud y evitar enfermedades.

Dato curioso: Este año se dio a conocer que un académico y una estudiante del Instituto Tecnológico Superior de Acatlán de Osorio (ITSAO), ubicado en el estado de Puebla, comprobaron el uso del ajo y la cebolla como precursores en la síntesis para obtener nanopartículas de plata; estas tienen gran potencial en aplicaciones biomédicas como agente bactericida, fungicida, antiviral o cicatrizante, en la industria alimentaria y en productos del cuidado personal.

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