Agroindustria

Ínfima tecnificación del riego en México

A pesar de que en la agricultura se desperdicia más de la mitad del agua que se emplea en los cultivos, en México sólo 10 por ciento de los productores cuenta con riego tecnificado, mientras que 90 por ciento utiliza el método tradicional de riego rodado, el más ineficiente en aprovechamiento del vital líquido.

Los agricultores no utilizan sistemas tradicionales por desconocimiento, sino porque no tienen dinero y no hay crédito, aunque en ciertos casos pueden acceder a ciertos apoyos gubernamentales para modernizar su sistema de riego, afirma René Martínez Elizondo, director del Departamento de Irrigación de la Universidad Autónoma Chapingo (DI-UACh).

En entrevista con 2000 Agro, el especialista explica que cuando se riega por gravedad, en surcos y melgas, que es lo tradicional, se hace a veces muy mal, ya que debe tomarse en cuenta la topografía, el manejo del agua en los surcos y la longitud de éstos. El resultado es una eficiencia muy baja, que llega hasta 50 por ciento en la parcela y otro 50 por ciento en el canal.

René Martínez indica que hay 6.2 millones de hectáreas (has) bajo riego, de ésas 90 por ciento sigue siendo cultivo por gravedad, es decir, cinco millones de has.

En México ningún distrito con riego por gravedad llega a tener 80 por ciento de eficiencia total, aunque las estadísticas en nuestro país no son muy claras.

El director del DI-UACh recuerda que el programa de fertirrigación, que en años pasados operó el Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco), buscaba modernizar los sistemas de riego en dos millones de has, pero a lo más que se llegó fue 800 mil has y en este sexenio se han instalado si acaso mil.

Reconoce que en los últimos seis años se ha incrementado el crédito y la inversión en riego, pero tiene que ver más con el hecho de que el agua se ha vuelto más cara, más escasa, y con la misma cantidad debe regarse más superficie. El 70 por ciento de agua se pierde desde la fuente de abastecimiento hasta la parcela, un agricultor tiene que ahorrar este recurso porque es escaso, y existe una competencia fuerte en las ciudades, ya que el consumo humano es prioritario, según la ley.

Evitar el desperdicio –subraya– para el productor agrícola es obligado porque se reduce la cantidad de agua de que dispone y tiene una superficie que regar y si lo sigue haciendo como antiguamente, desperdiciando el agua brutalmente, no le va a alcanzar ni para la mitad. Si quiere regar todas sus hectáreas tiene que ser más eficiente, no le queda más que tecnificar su riego.

El especialista reflexiona que la superficie agrícola está limitada y lo máximo que podrá tecnificarse en una década serán 10 millones de has. De ahí la necesidad de buscar sistemas más eficientes en el uso de agua, ya que con el 50 por ciento que utilicemos correctamente, resolvemos el problema durante los próximos 10 años.

Riego y rentabilidad

La rentabilidad es relativa, es cierto que se invierte más dinero por ha para modernizar una zona de riego, también lo es el hecho de que generalmente se obtiene más productividad en la misma superficie.

Siempre que uno quiera tecnificar con compuertas, aspersión o con goteo está obligado a cambiar la tecnología del cultivo, porque de lo contrario es una inversión que no se podrá recuperar. Es decir, hay que cambiar semilla, aplicar fertilizantes a través del sistema, usar técnicas de cultivo apropiadas, tener las fechas bien programadas y, sobre todo, se necesita capacitación, recomienda René Martínez.

Hay que buscar la eficiencia por todos los medios tecnológicos, pero otro aspecto importante es la reconversión productiva: debemos buscar cultivos que generen un ingreso más grande al agricultor.

Todos los métodos de riego tecnificado son rentables. La inversión se recupera sola. Si se introduce riego por goteo aumenta la producción, mejora la calidad del producto, disminuye la cantidad de hierbas nocivas, porque se riega sólo la zona de la planta. En no más de cuatro o cinco años se puede pagar el sistema, indica el director del DI-UACh.

El costo, en todos los casos, depende también del grado de tecnificación que quiera alcanzarse. Hay otro costo variable, que es la luz, la cual se tiene que pagar todo el tiempo.

El costo del sistema de riego por goteo varía entre 15 y 30 mil pesos por ha. Una sola ha puede alcanzar los 25 mil pesos, porque se tiene que poner la bomba y el filtro; si son 10 has el costo se reparte entre éstas. El nivel de eficiencia en el uso del agua es de hasta 90 por ciento.

Para introducir riego por aspersión se requieren entre nueve y 12 mil pesos por ha. La eficiencia en este caso puede llegar del 75 a 85 por ciento.

El riego por gravedad que se utiliza de manera tradicional también se puede modernizar. Una forma es implementar riego por compuertas. Se colocan tubos en cada surco con sus compuertas, que uno abre y cierra al gusto. En este caso el agua del trayecto de la regadera hasta la parcela va sobre tubos y se va aplicando en el surco. Sin embargo, se requiere de un terreno nivelado y hay que agregar otros costos, que suman un total de entre cuatro y cinco mil pesos por ha.

Con compuertas, nivelación de terrenos y un diseño adecuado de surcos o melgas –que no sean muy largas para aprovechar mejor el agua–, se puede alcanzar una eficiencia del 75 al 80 por ciento en parcela, asegura René Martínez.

Por último, añade que si se riega por gravedad surcos o melgas en terreno arenoso es tirar el dinero. El agua alcanza para muy pocos días, ya que el terreno requiere más líquido porque la arena no lo retiene. En este caso, el riego por gravedad sería incosteable, la única opción es meter riego localizado, ya sea aspersión o goteo. No es recomendable nivelar un terreno arenoso, porque no sirve para riego por gravedad.

Cuando es bombeo se recomienda siempre que el sistema vaya entubado, ya que sería criminal hacer otra cosa o saldría muy caro el metro cúbico que va a llegar a la parcela.

El DI-UACh brinda asesoría a los productores por medio del servicio social, mediante el servicio universitario que encabezan profesores o prácticas profesionales. Así como los servicios profesionales que brinda la universidad.

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