Agroindustria

Necesario biocontrol de plagas en ornamentales

Las exigencias de calidad y cuarentenarias de los mercados internacionales ha llevado a los productores a utilizar un sinnúmero de moléculas tóxicas en repetidas ocasiones, generalmente ocasionando problemas de desequilibrio en el medio ambiente.

Por eso a los floricultores se le considera un sector dependiente en su totalidad de la industria de los agroquímicos, con todas las repercusiones que esto implica, por tal razón la identificación de las moléculas alternativas ecológicas es de gran importancia para este sector productivo.

La región de Villa Guerrero, en el Estado de México, es considerada una de las zonas más contaminadas con agroquímicos, moléculas que van desde las más simples hasta las más complejas y que suspendidas en el aire, en el agua o el suelo han generado un gran desequilibrio ecológico. La acción de plaguicidas ha ocasionado infertilidad en la tierra.

En la zona se registran alrededor de 74 moléculas diferentes, entre carbamatos, fosforados, productos misceláneos y fungicidas, los de mayor persistencia, como los clorados que se utilizan para el control de plagas como es el Endosulfan.

En la zona florícola se realizan 175 aplicaciones por hectárea para los diferentes problemas fitosanitarios como cenicilla, peronospora, trips, larvas de diversos géneros y especies de lepidópteros y coleópteros, minadores, pulgón y araña roja, entre otros. Es decir, se vierten al medio ambiente un total de 107 kilos de ingrediente activo por hectárea.

En función a la superficie registrada de 6,750 has dedicadas a la floricultura en la región se infiere que se aplica un total de 722,250 kilos de ingrediente activo por año, de moléculas tóxicas que se traduce en contaminación ambiental, desequilibrio en los sistemas de producción y riesgo para la salud humana.

Frente a este problema una alternativa es el empleo de moléculas de insectistáticos o insecticidas vegetales. Entre los más conocidos están el nim (Azadirachta indica A. Juss), el chicalote (Argemone mexicana L.), la flor de muerto o cempasúchil (Tajetes erecat), el ajo (Allium sativum L.), el tabaco (Nicotiana tabacum), la cebolla (Allium cepa L.), la higuerilla (Ricinos comunis L.), la lechuguilla (Agave lechuguilla Torr.) y el chile (Capsicum annuum), entre otros.

Agustín Robles Bermúdez, especialista en entomología y acarología, planteó un proyecto para poder realizar la detección de plantas con propiedades insecticidas y evaluar la efectividad biológica en zonas productoras del Estado de México: Villa Guerrero, Tenancingo y Coatepec Harinas.

El proyecto incluye tres etapas. La primera comprende la detección de nuevas plantas con propiedades para combatir plagas, mediante encuestas en la región sur del Estado de México, así como la localización e identificación, y pruebas de laboratorio con el objeto de conocer el poder insectistático e iniciar pruebas con plantas ya registradas con esta actividad. La segunda etapa comprende las pruebas en campo de moléculas ya registradas. Sin embargo, es necesario conocer su efectividad real en campo y el trabajo de laboratorio consiste en el desarrollo de bioensayos para determinar la efectividad biológica de nuevas plantas aplicadas a los ornamentales. La tercera etapa contempla la aplicación e integración de los nuevos productos.

Robles Bermúdez considera que mediante la identificación y utilización de plantas con propiedades insectistáticas es posible realizar un programa de manejo integrado de plagas y enfermedades de las plantas ornamentales y estar en condiciones de reducir la cantidad de ingrediente activo.

Beneficiados indirectos

Los beneficiados indirectos del proyecto son los aplicadores de agroquímicos, trabajadores de invernaderos en labores de corte y manejo, mantenimiento y personal de las áreas de empaque, debido a que reducen el contacto con productos químicos donde en ocasiones son alérgicos a las diversas presentaciones. Asimismo, se beneficia la población en general de los municipios productores de flor, por la idea original de verter menos plaguicidas al medio ambiente, con estas actividades se pretende mejorar la calidad del aire y el medio ambiente en general.

Agustín Bermúdez recalca que es necesario generar estrategias y herramientas de manejo que suplan parcial o totalmente la dependencia de los insecticidas convencionales, que sean menos peligrosas al ser humano, al entorno ambiental y que puedan incorporarse dentro de los conceptos del manejo integrado de plagas y enfermedades.

• En México existen unas 15,225 hectáreas de ornamentales, de las cuales 6,750 se cultivan en el Estado de México.

• Entre las variedades están el gladiolo (Gladiolus grandiflorus), crisantemo (Dendranthema grandiflora), clavel (Dianthus spp), ave de paraíso (Strelizra spp), éstas a cielo abierto o intemperie, y en invernadero rosa (Rosa sp), gerbera (Gerbera jamesonii) y Lilies (Liliusm sp).

• En el caso de producción de cultivos ornamentales en superficies pequeñas de producción se puede lograr una mutabilidad muy alta. El maíz (Zea mays) con 438 mil hectáreas registradas en el Estado de México, genera 178 mil millones de dólares y en caso de la floricultura con 6,750 habitantes genera 178 mil millones de dólares, esto es que con el 1.5% de superficie con respecto al maíz económicamente produce lo mismo que el cultivo del grano. (Sedagro, 2003).

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