Las hortalizas y los forrajes son las semillas más afectadas por las semillas pirata
MÉXICO.— Ningún sector se escapa de la piratería. Así ocurre en el mercado de semillas para la producción, principalmente de hortalizas y granos forrajeros, en donde se estiman pérdidas por piratería de cinco millones de dólares.
Entrevistado por el diario El Economista, Harvey Hernández, presidente de la Asociación Mexicana de Semilleros, explicó que se ha incrementado en el mercado la presencia de marcas falsas o de reenvase, cuyo contenido de semillas no corresponden a la variedad y calidad genética de marcas reconocidas.
“El impacto de este tipo de piratería depende según el tipo de semilla, ahora lo hemos registrado sobre todo en el sector de hortalizas y forrajes, es ahí donde con mayor facilidad se da la adulteración y aunque no tenemos el total de la pérdida que ello significa, sí podemos tener un estimado general que se da entre tres y cinco millones de dólares.”
Esas pérdidas son el daño que se causa a la industria semillera, explicó Harvey Hernández, pero el impacto con los productores es mucho mayor, ya que no obtienen los altos rendimientos para hacer la comercialización adecuada de sus productos y sus ingresos se ven disminuidos como consecuencia de la mala calidad de la semilla.
La Asociación Mexicana de Semilleros agrupa a 62 empresas que tienen 80 por ciento del valor total del mercado y que alcanza los cinco mil millones de pesos anuales por la comercialización de cultivos como: maíz, trigo, forrajes, hortalizas (incluidas la de invernadero).
Destacó que los estados en donde se presenta con mayor frecuencia esta situación son Michoacán y la región sur-sureste del país, ya que en esta última zona los gobiernos estatales brindan apoyo para invernaderos de cien por 50 metros cuadrados y estos agricultores que introducen nuevos cultivos son víctimas de la piratería.
Resaltó que de manera inmediata los productores no se dan cuenta de lo que compraron, sino hasta dos o tres meses después, y quienes las venden no dan facturas, pues generalmente llegan, venden y desaparecen.
De acuerdo con productores, las semillas representan un desembolso bajo en una siembra, pues son los gastos en agroquímicos, fertilizantes, agua, mano de obra, terreno y transportación del fruto los que se llevan la mayor parte del dinero en un cultivo y si la semilla de origen es de buena calidad, entonces los resultados son una buena cosecha.
Dentro de las medidas que sugiere para frenar el impacto de la piratería está la intervención del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semilla, así como la continua supervisión en los estantes de los distribuidores, la permanente certificación de maíz y controles estrictos de certificación para poder rastrear la producción de semilleros.
…Y mandan a la basura años de inversión
La producción de semilla para nuevas variedades requiere de inversión por periodos de ocho a diez años, lo que hace indispensable terminar con la competencia desleal que se provoca por quienes cometen fraude al reenvasar la semilla o revenden aquella que fue robada provocando contrabando.
Juan Sánchez, empresario de semillas, explica que para obtener una nueva variedad que ofrecer a los productores lleva una década y no es hasta cuando se pone a la comercialización como empieza la recuperación; pero “lamentablemente resulta que luego se cosechan hectáreas y hectáreas, y no fue con semillas de las que reportamos los productores, lo que habla de una clara piratería”.
Ese contrabando puede llegar hasta 40 por ciento, e incluso hay productos como arroz, trigo o frijol en donde ya no se hace investigación para mejorar la semilla, “porque en esos productos jamás recuperas la inversión y eso es lamentable, ya que no somos un país autosuficiente ni altamente productivo”.
“Tenemos semillas con variedades de hace 30 años, y ya no son tan productivas, pero a ningún empresario le interesa innovar en este producto.”
Detalló que si las pérdidas en la producción de semillas son de cien millones de pesos, para el productor de maíz pueden alcanzar hasta los 300 millones de pesos anuales.
Fuente: ElEconomista.com
