Con nuevos cultivos agrícolas que implican sistemas diferentes de producción, organización, inversión y hasta tecnología, campesinos de la región buscan reactivar con modernidad el campo que sobrevive por pura vocación
CIUDAD JUÁREZ, CHIH. (MÉXICO).— Con nuevos cultivos agrícolas que implican sistemas diferentes de producción, organización, inversión y hasta tecnología, campesinos de la región buscan reactivar con modernidad el campo que sobrevive por pura vocación.
El nuevo modelo de agricultura que ha colmado de aliento a más de dos docenas de campesinos del Valle de Juárez, implica abandonar la forma tradicional de sembrar a cielo abierto para incubar frutas y verduras en invernaderos hidropónicos.
Las estructuras metálicas cubiertas de poliuretano en formas que semejan naves industriales de vanguardia que fungen como invernaderos, están equipadas con clima artificial como calefacción, extractores, abanicos y paneles de aire, así como modernos sistemas de riego y fertilización.
Es en estas condiciones donde actualmente crecen cultivos poco comunes en el suelo y clima árido de la región, como el chile poblano en variedad de colores, chile rojo seco, tomate y calabacitas, hortalizas que se producen hasta por miles a la semana.
“Todos los días que entrábamos al invernadero nos quedábamos sorprendidos con la producción, parecía fábrica de hacer tomates”, dice con gusto Hipólito Estrada Collazo, presidente del Comité Regional de la Confederación Nacional de Campesinos (CNC), con más de 50 años de experiencia en el campo.
A casi 30 kilómetros de Juárez, en una superficie de apenas mil metros de un rancho ubicado en San Agustín, se localiza uno de los invernaderos que actualmente se encuentra en fase experimental para que los campesinos aprendan la nueva técnica de cultivo y verifiquen el nivel de producción antes de obtener un crédito bancario de 44 millones de pesos para la construcción de un invernadero de seis hectáreas.
Veinte kilómetros más adelante, rumbo a la sierra de San Ignacio en el municipio de Práxedis G. Guerrero, se encuentra el primer invernadero de su tipo en la región, el cual consta de dos estructuras desarrolladas en dos hectáreas que operan desde hace unos cinco años y requirieron más de 50 millones de pesos de inversión.
Este gran proyecto agrícola que se edificó mediante una sociedad de producción rural se encuentra actualmente subutilizado hasta en un 50 por ciento y en aparente decadencia debido al abandono de sus propietarios, que fueron víctimas de la delincuencia que tiene asolada la región.
A pesar de las condiciones de inseguridad, violencia y crisis económica que afectan en gran escala al Valle de Juárez, ambos proyectos buscan imponerse por la esperanza de los campesinos que se dicen decididos a apostarle a la modernidad, aunque eso implique revolucionar los conocimientos heredados por más de tres generaciones.
“Todavía no está aterrizado el proyecto pero ya sentimos que empezamos a recobrar vida, al menos moralmente”, comenta Estrada Collazo, presidente también de la sociedad de producción rural conformada por 21 socios.
