Agroindustria

Productos orgánicos: cuestión de actitud

Fue en 1990 cuando Pablo Muñozledo decidió dejar su trabajo de marketing estratégico para irse a vivir a una granja. ¿La razón? simple: quería conocer a fondo la problemática de los productos orgánicos, para en un futuro detonar este mercado.

Los artículos orgánicos proceden de cultivos o crianza de animales en los que no se utilizaron agroquímicos, principalmente pesticidas o fertilizantes sintéticos.

Muñozledo, empresario y ahora director de Aires del Campo, explica que luego de una década de experiencia conoció la oferta orgánica y los problemas inherentes a ella.

Aunado a una larga labor en canales de distribución y la falta de una sólida cadena de comercialización, fue como en 2001 nació la empresa pionera en su ramo.

La distribuidora dio a luz en un momento en que prácticamente nadie vendía este tipo de alimentos.

Pero ante la apertura de la primera tienda de Aires del Campo en San Ángel, su negocio fue replicado por otros empresarios y gracias a ello las ventas reportan crecimientos anuales superiores a 100 por ciento y la oferta crece 45 por ciento, aunque hay años que la cifra llega a 300 por ciento.

Incluso, en 2001 había cinco productores y en este año se calculan más de 130.

“Cuando iniciamos esta aventura, desarrollamos, junto con las granjas, algunos alimentos. Ahora se distribuyen alrededor de 500 artículos”, revela.

Los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) ubican a México entre las 15 naciones productoras de orgánicos del mundo. En café, el país es el número uno y representa 66 por ciento del total.

Muñozledo comenta que en el planeta se siembran 130 millones de hectáreas de estos alimentos, de las cuales, según FIRA, México participa con 25 mil hectáreas.

“El mercado mundial se valúa en 25 mil millones de dólares y más de 100 países participan. Y se estima que crecerá hasta 100 mil millones de dólares en 2010”, agrega.

Explica que el potencial para los productores es enorme, pues el país es centro genético de origen de varias especies como maíz, jitomate y aguacate.
Incluso, en México las ventas pueden representar hasta 3 por ciento de la comercialización total de alimentos.

El empresario dice que la demanda ya rebasó a la oferta, pues si bien hay canales de distribución como tianguis, tiendas especializadas y autoservicios, todavía falta llegar a mucha gente que muestra interés por estos artículos.

“La onda orgánica es más bien de actitud. Hay personas que sin importar su nivel socioeconómico están dispuestas a pagar más por la leche, el huevo, el café y los cereales, siempre y cuando esto implique un respeto por el medio ambiente y el cuidado de los animales”, destaca.

Pero ser saludable cuesta más. Los orgánicos tienen un sobreprecio que en promedio se ubica entre 25 y 30 por ciento respecto de los alimentos tradicionales.

Por ejemplo, el arroz comercial tiene un valor de 11.60 pesos, mientras que por el orgánico se pagan 17 pesos. En verduras, también hay diferencias. El pepino de cultivo habitual cuesta ocho pesos y el orgánico 16 pesos.

El kilo de zanahoria orgánica vale 11 pesos y el de tianguis seis pesos; la leche descremada orgánica UHT cuesta 12.50 pesos y la industrial, nueve pesos.

La producción orgánica dejó de ser una tendencia pequeña, para convertirse en una parte de la producción y consumo en países de mayor desarrollo relativo que México.

En Suiza, 50 por ciento de las personas se inclina por los orgánicos; 30 por ciento de los estadounidenses ya probó estos productos y en Alemania 10 por ciento de las ventas son de este ramo.

En México, si bien esta industria inició con una vocación exportadora, la tendencia avanza hacia un consumo más local.

“El consumidor busca artículos libres de cacoquímicos, hormonas, conservadores, colorantes, así como aditivos sintéticos. Y cuando tienen la certeza de que es un producto sano, lo compran con gusto.”

Fuente: El Universal

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