Análisis

Agricultura urbana y periurbana: fuente complementaria de alimentos

Por: Jacqueline Schoch*
Foto: Archivo

Contrario a lo que pudiera pensarse, la agricultura urbana y periurbana (AUP) no es una herencia efímera del pasado, más bien es una actividad que se ha incrementado en la medida que las ciudades crecen.

Por definición, la agricultura urbana constituye el cultivo de plantas y cría de animales dentro y alrededor de las ciudades (periurbana). A diferencia de la producción rural, esta actividad se integra a la economía y sistema ecológico de las ciudades.

Tampoco ha sido llevada a las ciudades únicamente por inmigrantes rurales: la producción alimentaria en las urbes ha sido fuertemente impulsada por instituciones de gobierno, académicos o miembros de la sociedad civil que buscan obtener ingresos mediante actividades como la AUP.

Sin embargo, gran parte de la población involucrada con la agricultura urbana forma parte de un segmento de bajos ingresos, pero que no necesariamente provienen del sector rural. Cabe señalar que las mujeres representan un porcentaje importante en la agricultura urbana, dedicándose a tareas como procesamiento y ventas, principalmente, que pueden ser combinadas con sus tareas como amas de casa.

Así, la agricultura urbana es adoptada también por personas con bajos ingresos, que sin necesidad de desatender sus hogares, buscan desarrollar alguna actividad lucrativa sin tener que desplazarse hacia el centro de las ciudades —cuando viven en la periferia de éstas— o a zonas industriales.

¿Dónde se desarrolla la agricultura urbana?

La agricultura urbana puede llevarse a cabo dentro de las ciudades (intraurbana) o en las áreas urbanas periféricas (periurbanas); en los propios hogares; terrenos privados (rentados o propios) o públicos (parques, avenidas, costados de vías férreas y caminos) o tierras semipúblicas (patios de escuelas y hospitales) haciendo de estos espacios aptos para el cultivo.

Sin embargo, la mayor fortaleza de la agricultura periurbana es la disponibilidad de tierras. En muchas zonas no se practica esta forma productiva debido a la incapacidad de los hogares no agrícolas para acceder a la tierra en las ciudades. En otros casos, la inseguridad en la tenencia de las tierras también inhibe las inversiones agrícolas.
La agricultura urbana y periurbana considera desde el cultivo de granos, raíces, vegetales, hongos, frutas; cría de animales, aves de corral, conejos, chivos, ovejas, vacas, puercos, pescados, etcétera, hasta productos como hierbas aromáticas y medicinales, ornamentales, productos de árbol, entre otros.
Empero, a menudo se favorece el cultivo de vegetales perecederos y de mayor valor relativo, así como la fabricación de productos animales y sus derivados. Esto se debe a que la agricultura urbana y periurbana, por lo general, se especializa y puede alcanzar mayor eficiencia en estos segmentos al enfrentar menos gastos fijos y variables, tales como costos de almacenamiento, de transportación y de empaque.

La AUP considera también el aseguramiento a bajo costo de importantes insumos, como la composta, o bien de servicios de contabilidad, veterinaria o de capacitación, entre otros. En la agricultura urbana la producción y la mercadotecnia tienden a estar más interrelacionadas —en tiempo y espacio— que en la agricultura rural, gracias a una mayor proximidad geográfica y un flujo más rápido de recursos.

En la mayor parte de las ciudades de países en desarrollo, un importante volumen de la producción de la agricultura urbana se destina al autoconsumo y sus remanentes son comercializados. Sin embargo, la importancia de la AUP orientada hacia el mercado, tanto por su volumen como por su valor económico, no debe ser subestimada.

Es el caso, por ejemplo, de los mercados de orgánicos; un alto porcentaje de éstos se abastecen de productos generados a través de la agricultura urbana, compitiendo fuertemente con los productos que se comercializan en los supermercados y en los mercados populares.

La agricultura urbana vende principalmente productos frescos, parte de los cuales se destinan al autoconsumo; el resto se comercializa ya cocinado y un menor porcentaje se procesa y empaca para su venta en puntos comerciales.
En la ciudad se pueden encontrar granjas familiares o individuales, grupos, cooperativas y empresas comerciales, que oscilan —en tamaño— desde micro hasta dimensiones medianas y empresas a gran escala. El nivel tecnológico de la mayor parte de las empresas de agricultura urbana en los países en desarrollo es todavía bastante bajo. Sin embargo, la tendencia apunta hacia una agricultura intensiva y más tecnificada.

¿Por qué es importante la agricultura urbana?

La rápida urbanización ha ido de la mano con un acelerado incremento en la pobreza y, por lo tanto, de la inseguridad alimentaria en las grandes urbes. Para el año 2020, se espera que los países en desarrollo de África, Asia y Latinoamérica se enfrenten a un cercano 75 por ciento de pobladores urbanos.
El fenómeno de la acelerada y desordenada urbanización se atribuye principalmente a las fuertes migraciones de campesinos y habitantes rurales hacia las ciudades.

A ello se añade el aumento en los costos de producción de los alimentos, la limitación de acceso a factores productivos, efectos ambientales y crisis económicas que han provocado la búsqueda de nuevas alternativas para el abastecimiento de alimentos a precios accesibles, o en algunos casos, de autoconsumo para grandes segmentos de la población urbana de escasos recursos.

El crecimiento de la agricultura urbana y periurbana se debe en parte a su adaptabilidad y movilidad en comparación con la agricultura rural, en virtud de que los costos de suministro y distribución de alimentos hacia áreas urbanas —basados en la producción agrícola en el campo y en las importaciones— continúa incrementándose, sin satisfacer la demanda, especialmente para los sectores más pobres de la población.

A medida que las ciudades se expanden físicamente, las fronteras entre actividades urbanas, periurbanas y rurales se desvanecen y confunden, creando también oportunidades. Así, la agricultura urbana y periurbana puede contribuir a la seguridad alimentaria aumentando la cantidad de alimentos disponibles para los pobres de las zonas urbanas así como el grado de frescura de los alimentos perecederos.

Seguridad alimentaria y nutrición

La contribución de la agricultura urbana en la seguridad alimentaria y la nutrición saludable es probablemente su más importante activo. La producción de alimentos en la ciudad es, en muchos casos, una respuesta de la gente con menos recursos en las ciudades al inadecuado, inalcanzable e irregular acceso a los alimentos, ante la falta de poder adquisitivo.

Muchas ciudades de países en desarrollo no son capaces de generar suficientes oportunidades —formales e informales— de ingresos para el acelerado crecimiento poblacional. En un entorno urbano, la falta de ingresos se traduce en falta de alimentos, más directamente que en un entorno rural.

La agricultura urbana puede mejorar tanto la ingesta de alimentos (mejora el acceso a fuentes baratas de proteínas) como la calidad de los mismos (las familias pobres urbanas involucradas en la agricultura comen mejores vegetales frescos que otras familias dentro de la misma categoría de ingresos).

Como antecedente, podemos señalar que en Harare, África, en años recientes 60 por ciento de los alimentos consumidos por los grupos de bajos ingresos fue de autoproducción. Asimismo, en ciudades del mismo continente, como Kampala, niños de cinco años o menos, en hogares agrícolas de bajos ingresos, reflejaron niveles nutricionales significativamente mejores que niños de la misma edad en hogares no agrícolas.

En muchas ciudades, los agricultores urbanos generalmente comen mejores vegetales que los agricultores no urbanos del mismo nivel económico, y se alimentan más nutritivamente que muchos consumidores de niveles económicos altos, quienes basan su alimentación en el consumo de carne, entre otros alimentos.

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