Análisis

Ayudamos a conservar la agrobiodiversidad mexicana

Entrevista con la activista Raquel Diego

Ciudad de México, 14 de octubre de 2020.— Raquel Diego Díaz es antropóloga, agricultora y miembro del grupo étnico mixe o ayuujk. Raquel, de 38 años de edad, ha hecho su misión al promover las variedades autóctonas de maíz y los conocimientos agrícolas indígenas, mientras ayuda a las mujeres locales a prosperar.

Para el pueblo ayuujk, el sistema de la milpa, un método agrícola tradicional mexicano, es una parte fundamental de su herencia cultural. Las personas como Raquel han aprendido de sus mayores, quienes han continuado una larga tradición de combinar el cultivo del maíz con otras especies.

Durante muchas generaciones, los agricultores mixe han experimentado reiteradamente, desarrollando alimentos nutritivos que se han adaptado a las transformaciones medioambientales, sociales, económicas y políticas en el curso de los años.

“El sistema de la milpa es un detonante, yo diría sagrado, de todo un proceso milenario, pero también de un arraigo hacia la vida, en este caso hacia la vida ayuujk”, dice Raquel. “Al consumir maíz, no solo satisfacemos el hambre sino también necesidades espirituales y culturales”, explica.

Raquel ha ayudado a desarrollar una monografía sobre los usos de cultivares autóctonos y, en 2017, decidió unirse a otras mujeres mixe en la producción de una línea de tostadas bajo la marca MoojkKaaky, en colaboración con sus asociadas Rufina Gutiérrez Martínez y Catalina Vásquez Díaz. El nombre proviene de los términos utilizados en su idioma para el sistema de campos de maíz (Moojk) y los alimentos a base de maíz (Kaaky).

La empresa pequeña de Santa María Tlahuitoltepec produce alrededor de 600 tostadas a la semana con maíz autóctono de diferentes variedades, colores y sabores, mezcladas con hortalizas, semillas y especias, todo enraizado en el esfuerzo de las mujeres rurales y sus familias que trabajan en los campos de la región.

Las mujeres han participado en una amplia gama de iniciativas enfocadas a la agrobiodiversidad y a los agroecosistemas tradicionales, incluidas aquellas organizadas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), a través del Proyecto Agrobiodiversidad Mexicana (financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial [FMAM]) e implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en colaboración con instituciones del gobierno mexicano y asociaciones civiles.

Esta heroína de la alimentación está ayudando a honrar y transferir conocimientos vitales de una generación a otra.

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