Análisis

Cómo afrontar la pérdida de nuestro animal de compañía

Cuando una persona decide adquirir un animal de compañía, debe estar consciente de que a largo plazo necesitará atención médica, debido a su longevidad

Los propietarios, sobre todo de perros, deben prepararse para la última etapa de la vida de sus mascotas. Quien piensa adquirir uno debe considerar que en algún momento presentará enfermedades crónicas y requerirá tratamientos continuos y controles médicos.

Por ello, antes de comprometerse con el cuidado de un cachorro, hay que preguntarnos si estamos dispuestos a encarar esos años que anteceden a la muerte, afirmó Ylenia Márquez, académica de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.

La integrante de la Clínica de Pequeñas Especies de la entidad universitaria explicó que se habla de un perro geriátrico cuando cumple dos condiciones: que sea viejo y que curse con patologías asociadas con un proceso degenerativo, es decir, con el paso del tiempo.

Entre los padecimientos más comunes en esa etapa están las enfermedades de articulaciones o de locomoción, que pueden ser de origen ortopédico o neurológico; alteraciones de origen endócrino, como diabetes; fallas en la visión y audición; cardiopatías y enfermedades renales.

El envejecimiento en un perro varía de acuerdo con su talla y raza. Las tallas pequeñas, como el poodle, son más longevas que las grandes, como el gran danés, el san bernardo o el pastor alemán. Las primeras pueden ser de edad avanzada a partir de los diez años, y las segundas, a los seis, aproximadamente.

El proceso degenerativo de riñones, hígado y otros órganos también se asocia al estilo de vida o las enfermedades que haya padecido el perro de joven.

Por eso, aclaró, es necesario “planear” la vejez de los perros con una buena dieta, un calendario de vacunación y atención de medicina preventiva, para que lleguen a esa etapa lo más sanos posible.

Las recomendaciones para dueños de perros geriátricos son: proporcionarles un ambiente que les favorezca y cuidados de acuerdo con sus necesidades; por ejemplo, si ya no ven bien, procurar alejarlos de lugares de riesgo como barandales, escaleras o azoteas, o si tienen problemas articulares, evitar que suban escaleras o pasen frío en la intemperie.

El lazo emocional que se crea entre un perro y su familia puede romperse por el abandono. Cuando se comienzan a enfermar, muchos tienden a olvidarlos y no se comprometen.

“Para ellos, los humanos somos su mundo, así que lo más importante es tener un sentimiento de agradecimiento hacia esos seres vivos que nos han conferido confianza, cariño y tiempo.”

Por ello, finalizó Ylenia Márquez, hay que aceptar que todos vamos a pasar por el envejecimiento, y debemos planear la última etapa de la vida y disfrutarla como una más.

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