Por: Yuritzin Anyvette Flores Puig*
El cambio climático es un problema global que nos afecta a todos, sus efectos son irreversibles, cada día son más evidentes y extremos, impactando en la vida de millones de personas en el mundo. En México, en tan sólo en 2011 fuimos solo este año, hemos sido testigos de las terribles y atípicas heladas en el norte del país, las inundaciones en los estados de Colima y Tabasco, y hoy de la sequía que azota en los estados del norte y centro de México, afectando miles de hectáreas de cultivos de granos básicos, poniendo lo que pone en riesgo la producción de alimentos en nuestro país.
Los eventos relacionados con el clima siempre representan una fuente importante de riesgos para el sector agrícola. Para los/las agricultores pobres del mundo, estos riesgos son todavía más grandes, toda vez que, a diferencia de los grandes agricultores, por lo general no cuentan con buena información meteorológica y tienen pocas oportunidades para reducir y/o gestionar su exposición al riesgo.
El cambio climático magnifica la amenaza a la seguridad alimentaria y los medios de vida al incrementar la frecuencia de los riesgos climáticos, reducir la producción agrícola y la producción en general en las regiones vulnerables, incrementando los riesgos sanitarios y para la salud, y aumentando la escasez de agua. Estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación Agricultura y la Agricultura Alimentación (FAO) prevén que Se espera que los países del hemisferio Sur padecerán la mayor proporción de ese daño impactando en una menor producción agrícola y una mayor frecuencia de eventos climáticos extremos.
Entonces, ¿qué medidas están tomando los gobiernos de los países en el mundo? El camino inicia con la firma del Protocolo de Kyoto en 1997 y su entrada en vigor en el año 2005, siendo el único mecanismo a nivel internacional creado para hacer frente al cambio climático, que hasta la fecha no ha sido firmado por todos los países.
En el año 1994 , entra en vigor la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y junto con ella la celebración de las Conferencias de Partes (COP) para negociar y acordar entre los 194 países del mundo soluciones de manera conjunta. Hasta la fecha se han celebrado 17 conferencias y la próxima se realizará a finales de este año2012 en Qatar. .
La crisis climática que estamos viviendo actualmente no ha podido ser resuelta por medio través de los esquemas de cooperación internacional propuestos por Naciones Unidas, esto en mayor medida debido a la falta de compromiso real por parte de los gobiernos reduciéndose a una buena voluntad de seguir avanzando.
Las negociaciones son un reflejo de la dicotomía norte-sur, relacionado directamente con las causas e impactos del cambio climático:, los responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) s) a escala nivel global son los países industrializados, mientras que los países menos desarrollados son los que están sufriendo las consecuencias.
Por ejemplo: Estados Unidos concentra el 5% por ciento de la población mundial y es responsable del 16 por ciento% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a escala nivel mundial; China concentra el 21 por ciento% de la población mundial y responsable del 16 por ciento% de las emisiones de CO2 a escala nivel mundial; mientras que Brasil, México, Venezuela y Argentina en su conjunto contribuyen solamente con el 9 por ciento% del total de emisiones mundiales.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en Cancún, en diciembre de 2010, los gobiernos salvaron del colapso las negociaciones sobre el clima. Pero no resolvieron la crisis climática, quedando dos desafíos sobre la mesa: en primer lugar, los gobiernos deben cerrar la brecha entre los recortes a las emisiones de gases de efecto invernadero que han prometido hasta ahora y los que se necesitan para evitar un cambio climático catastrófico. Y en segundo lugar, los gobiernos de los países ricos deben movilizar el dinero necesario para dotar el Fondo Verde para el Clima (FVC) establecido en los “Acuerdos de Cancún”.
En diciembre pasado, fuimos testigos de la COP17 en Durban, en la que se esperaba un resultado equilibrado, que garantizara tanto la aplicación de los aspectos clave de los Acuerdos de Cancún como, de manera particular en las decisiones políticas sobre el FVC.
Pero, ¿qué pasó en Durban? Los avances en la lucha contra el cambio climático fueron mínimos y poco efectivos para los países en desarrollo, especialmente para los más pobres. Podemos mencionar tres resultados de manera concreta: 1) Los gobiernos acordaron iniciar las negociaciones para alcanzar un acuerdo jurídicamente vinculante y aplicable a todos los países, que se completará en 2015 y entrará en vigor a partir de 2020. De este modo, se eliminó el modelo de compromisos voluntarios de acción, reforzando el enfoque multilateral basado en normas para combatir el cambio climático; .
2) La continuidad del Protocolo de Kyoto, adoptando un segundo periodo de compromisos (las metas de reducción de emisiones se discutirán en 2012), sin contar con la participación de Japón, Rusia y Canadá,; y . 3) La adopción del instrumento rector del Fondo Verde Climático, que permitirá iniciar sus funciones en el 2012.
El panorama sigue siendo sombrío, ya que el tiempo para tomar acuerdos en el combate contra el cambio climático se han ido alargando hasta llegar al 2020, como los recortes en las emisiones, con lo cual no lograremos mantener el calentamiento global por debajo de los 2 dos grados de temperatura..
Por otra parte, el FVC sigue siendo una caja vacía, ya que no se ha logrado un acuerdo sobre los recursos financieros para el sostenimiento de este fondo, sin recursos económicos los países menos desarrollados y más vulnerables, no podrán hacer frente a los impactos del cambio climático que hoy ya están sorteando de manera intuitiva y práctica.
Nos encontramos en una carrera contra reloj en la lucha contra el cambio climático, en donde éste lleva la delantera y no se hará esperar más hasta que los países lleguen a acuerdos vinculantes.
* Gerente de Campañas e Incidencia de Oxfam México
