Análisis

Incómodas verdades en el sector agroforestal

Por: MC Carlos Mallén Rivera*

“Buscan talamontes y no hallan ninguno”, es la cabeza de la nota publicada en el diario Reforma el 4 de octubre de 2010, la cual reporta que luego de inspeccionar durante once horas distintos sitios de origen y cubicaje de madera transportada en la zona del Ajusco y las zonas perimetrales del volcán Malacatepec —además de parajes como El Capulín, Xalatlaco, La Placa, El Llano y las Cruces— elementos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, autoridades federales y de la Delegación Tlalpan no detuvieran a nadie por tala clandestina.

Lo anterior pese a que el operativo estuvo integrado por más de diez camionetas colmadas por funcionarios capitalinos y federales, los cuales contaron con el apoyo y resguardo de la Policía Federal y de elementos de la PGJDF. La nota del Reforma prosigue: “hace tres años, acciones de esta índole permitieron detener a los integrantes de una banda dedicada a la tala clandestina, dirigida por un hombre al que se conocía como El Chupacabras”. Pese a tan magro resultado, las autoridades anunciaron que se continuará con los recorridos para atacar frontalmente los delitos forestales.

Sin embargo, apenas el 20 de septiembre de este año el mismo diario publica, con base en un informe del Gobierno del Distrito Federal, que “cinco mil 200 árboles” son talados ilícitamente por pobladores, lo cual representa 20 mil metros cúbicos de madera de distintas especies, retirados de 400 hectáreas.

“Los grupos dedicados a la tala clandestina presentan un alto grado de organización delictiva, ya que poseen armas de fuego, radios, vehículos de monitoreo y de transporte, así como herramientas especializadas”, indica el análisis el cual “presume que la mayoría de los integrantes de los grupos son oriundos del poblado de Santo Tomás Ajusco”.

Agentes de la Policía Judicial y del Grupo Cimarrón ―que depende de la Unidad de Protección al Ambiente de la Delegación Tlalpan— han tenido que enfrentar agresiones de los taladores. “Cuando se trata de hacer una detención te salen unos diez hombres armados, llegan camionetas y logran escapar, conocen muy bien los caminos, son gente de la zona”, reveló un comandante de la Policía Judicial. Incluso han detectado, mediante sobrevuelos, aserraderos clandestinos que son abandonados por los taladores cuando son descubiertos. “En el último año al menos seis personas fueron detenidas por delitos ambientales en Tlalpan”, concluye la nota.

En este contexto, en su ensayo “La verdadera cosecha maderable en México”, publicado en el primer número de la Revista Mexicana de Ciencias Forestales, Miguel Caballero Deloya señala que las cifras que las instituciones del sector público de México registran sobre la producción maderable corresponden a los aprovechamientos autorizados, estadísticas que subestiman la verdadera cosecha maderable anual, al no incluir otro tipo de información que incide en la misma, como la cosecha informal de madera legal o ilegal, el aprovechamiento de plantaciones comerciales y la extracción de madera en los sistemas agroforestales.

El propósito del estudio fue estimar la cosecha maderable total que a escala nacional se tuvo en 2009; sin embargo, su mayor obstáculo fue la limitada información disponible o la obsolescencia de la misma. Se estimó una cosecha maderable total de 42.98 millones de metros cúbicos. El volumen legal o autorizado se evaluó en 6.90 millones de metros cúbicos (16.05 por ciento del total).

La extracción informal de madera por parte de las comunidades rurales correspondió a 65.96 por ciento del total (28.35 millones de m3), que en su mayoría se dedica al consumo doméstico, particularmente leña. La carencia de información sobre la cosecha maderable total anual, crea la ingente necesidad de que las dependencias gubernamentales responsables de las estadísticas forestales, desarrollen estudios para captar información inexistente, pero de valor estratégico, la cual es fundamental para la planeación y la implementación de políticas públicas realistas para el sector forestal de México.

Caballero Deloya también analiza las fuentes más significativas de extracción maderable anual en el país y destaca la necesidad de establecer mecanismos eficaces y permanentes para su estimación futura. El contar con información real y confiable de la cosecha maderable nacional es un paso fundamental para una auténtica planeación del manejo; así como para la adecuada conservación y utilización de los ecosistemas forestales de México.

El valor y el volumen oficial registrados de la producción maderable nacional a través de décadas, se refiere al aprovechamiento autorizado de los ecosistemas naturales existentes. En años recientes, ese valor se ha sumado a otra fuente de producción que proviene de las plantaciones forestales comerciales, una alternativa que creció en los últimos diez años.
Aunque de menor importancia en el contexto del monto de la producción maderable total, un tercer componente que aporta a dicho valor es la madera que procede de los sistemas agroforestales, en particular los que se ubican en el trópico. Se trata de aprovechamientos que dependen de las demandas de los dueños de predios para diversos usos, como son: leña y carbón.

Ante la ausencia de registros de este tipo de aprovechamientos y al considerar la gran diversidad de situaciones locales y específicas en que se desarrolla la actividad, se carece de elementos o datos objetivos y confiables que permitan estimar los volúmenes de madera que se generan en la misma. En un sentido estricto, un cuarto componente que contribuye a la producción maderable es el derribo y aprovechamiento de árboles urbanos y suburbanos.

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