Análisis

La ganadería en el futuro

Esta actividad puede reducir su impacto ambiental aumentando la productividad para que con menos animales se obtenga la producción necesaria, así como incorporando técnicas y sistemas de producción como el silvopastoril

Luis Fernando Iruegas Evaristo

Ha surgido una campaña para reducir el consumo de carne: el “lunes sin carne”, que se está popularizando en Estados Unidos y la Unión Europea. No se ve por ahora como un golpe demoledor a la industria cárnica, aunque tiene la adhesión de personas tan populares como Al Gore y sir Paul McCartney.

Sin embargo, su contenido y motivos deben ser analizados y discutidos con seriedad y de manera apremiante por los que participamos en ese sector de la economía. El propósito de la campaña es que la población de ganado disminuya, para reducir la contribución de los herbívoros al calentamiento global a través de sus emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero.

Un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su siglas en inglés) Livestock’s Long Shadow – Environmental Issues and Options, publicado en 2006, informa que la ganadería produce más equivalentes de dióxido de carbono (CO2) que la transportación mundial. El dato incluye las emisiones de oxido nitroso del estiércol y los cambios al desmontar selvas o bosques.

Las proyecciones de la demanda futura de carne y lácteos muestran que para 2050 se duplicará la que había en 2000, por el crecimiento de la población y, sobre todo, por el cambio en sus hábitos de alimentación al mejorar su nivel económico. Ese nivel de producción plantea dos grandes problemas que se deben atender.

En primer lugar, la productividad tendrá que crecer enormemente, pues hay otras necesidades humanas que compiten por los mismos recursos, como los alimentos y los energéticos.

El otro problema es el impacto de la ganadería en la naturaleza; es decir, en el suelo, la vegetación, el agua, el aire y la biodiversidad, adicionado a la acumulación de gases de efecto invernadero.

La buena noticia es que la ganadería puede reducir su impacto ambiental de muy diversas maneras, entre ellas, aumentar la productividad para que con menos animales se obtenga la producción necesaria, así como incorporar técnicas y sistemas de producción como el silvopastoril, que incorpora árboles y arbustos en la alimentación del ganado, y que mejora el medio ambiente.

Está claro que hay un gran reto para la industria pecuaria: atender la creciente demanda de alimentos de origen animal, tomando en cuenta las preocupaciones legítimas de los ambientalistas y, antes de pensar en reducir el consumo, buscar la forma de impulsar una ganadería sostenible y competitiva.

Fuente: Agronegocios en perspectiva, FIRA

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