Análisis

La producción de biocombustibles versus alimentos es un «falso dilema»

Los biocombustibles «reducen el perjuicio medioambiental en lo referido a las emisiones de CO2», aseguró Allan Duailibe, director de la Agencia Nacional del Petróleo de Brasil

PARÍS. — La producción de biocombustibles en Brasil «no compite» con la de alimentos, afirmó en París el director de la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) de ese país, Allan Kardec Duailibe, quien propuso a Europa «armonizar internacionalmente» la calidad de los biocarburantes.

«El gobierno brasileño quiere enfatizar que el dilema planteado para enfrentar la producción de etanol y la producción de alimentos es un falso dilema. (…) La producción de biocombustibles no compite con la producción de alimentos», sostuvo el miércoles el funcionario responsable ante expertos, empresarios y periodistas.

Los biocarburantes fueron valorados inicialmente como una forma de lucha contra el calentamiento climático, pero desde hace unos años expertos y organismos internacionales (FAO, BM, OCDE y FMI), advierten de que la producción masiva de productos orgánicos ─caña de azúcar, colza, aceite de palma, soja, girasol, maíz o remolacha azucarera─ destinados a fabricar etanol o biodiesel pueden empujar a un alza de los precios de los alimentos.

Los biocombustibles «reducen el perjuicio medioambiental en lo referido a las emisiones de CO2», aseguró Duailibe, en vísperas de la apertura en París de una Conferencia Internacional sobre la lucha contra la deforestación.

El responsable negó enfáticamente que la producción de caña de azúcar (que Brasil usa para fabricar etanol, en tanto que en Estados Unidos se usa maíz) esté afectando la selva amazónica. «La Amazonia está a más de 2.000 km de las zonas productoras» de etanol, subrayó Duailibe, mientras señalaba en un mapa de Brasil la distancia entre el pulmón del planeta y las aéreas de producción «en el sureste y este» del país.

«No estamos destruyendo la Amazonia», insistió el director de la ANP, organismo que también gestiona el gas natural y, según el cual, para satisfacer la demanda de etanol en 2017 se necesitará sólo el 2,56% de la superficie cultivable de Brasil, un país de 8,5 millones de km2.

Precisó que el gobierno brasileño envió un proyecto al Congreso para establecer un marco regulatorio para la producción, distribución y venta de etanol y biodiesel que además prohíbe la plantación de caña de azúcar en la Amazonia y en el Matto Grosso (oeste).

Brasil, que defiende la producción de biocombustibles en países pobres dependientes de la importación de petróleo, es el segundo productor mundial de etanol, por detrás de Estados Unidos, y el primer exportador mundial. La Unión Europea (UE) lidera la producción de biodiesel a partir de aceites vegetales.

El gigante sudamericano quiere que el etanol deje de ser considerado un simple producto agrícola y sea incluido en su lista de bienes medioambientales, lo que le permitiría un acceso libre al mercado.

«Al gobierno de Brasil le preocupa eliminar las barreras técnicas para reforzar el biodiesel y el etanol como commodities (materias primas negociables). No es sólo una oportunidad para Brasil, sino para todos», enfatizó Dualibi, que mencionó la idea de «negociar al etanol en una ‘bolsa de futuros'».

La armonización internacional en la calidad de los biocombustibles es otro objetivo del gobierno brasileño, indicó. «Brasil le propone a Europa establecer conjuntamente pautas de armonización de los biocombustibles para obtener un estándar de referencia mínimo» para su comercialización, explicó.

Dentro del objetivo de la UE de que las energías renovables representen el 20% de la energía consumida por los europeos en 2020, se prevé que los biocarburantes representen el 10% del consumo total de carburantes.

«Brasil trabaja para enfrentar la realidad de la diversidad del mercado. Trabajamos para establecer mecanismos regulatorios. Para que no falte ni una cosa ni la otra: ni azúcar, ni etanol», resumió Duailibe.

Brasil, décima economía del mundo y líder del G20, que reclama el fin de los subsidios agrícolas, comenzó a probar la mezcla de etanol y carburante en 1905.

Empresas francesas y británicas están presentes en ese sector en Brasil, que se declara «extremamente abierto a la transferencia de tecnología con Francia y con otros países interesados en biocombustibles», concluyó Duailibe.

Fuente: AFP

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