Análisis

Opciones productivas contra la pobreza en el campo

Los productores no requieren que cada año el gobierno les regale fertilizantes, agroquímicos, semillas o maquinaria para hacer producir la tierra. Lo que se necesita es generar negocios a futuro y ver al campo como una empresa y no como un negocio de unos cuantos

Por: Héctor Montoya Hernández*

agro_col_opcionesEn 2008, a través del ingeniero Marco Antonio Guzmán, el Centro de Desarrollo Tecnológico de Tezoyuca, Morelos, me hizo una invitación para impartir una plática a productores de café de la sierra de Oaxaca. El objetivo de dicho encuentro era ofrecer alternativas de producción agropecuaria paralelas al cultivo de café, para que los agricultores de esa zona no dependieran de una sola actividad.

Al llegar a las instalaciones del Centro —institución que depende de Fideicomisos Instituidos en Relación a la Agricultura (FIRA)— ubicado en la ciudad de Ixtepec, Oaxaca, fui recibido por personal de la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo (UCIRI). De ahí, salimos hacia una comunidad en la montaña. Durante el recorrido, de aproximadamente dos horas en camioneta por las zonas productoras, era evidente el abandono en el que se encuentran todas las comunidades.

En cada comunidad se hablan distintas lenguas y se practican diferentes religiones; carecen de casi todos los servicios básicos para la subsistencia: salud, vivienda digna, educación, agua, transporte, luz y teléfono.

Aunque el soporte gubernamental es casi nulo, gracias a la organización entre los productores y al apoyo de especialistas extranjeros, como el sacerdote y economista holandés Francisco Vanderholf, los caficultores de la región han hecho rentable su actividad llegando incluso a mercados internacionales, principalmente europeos.

La producción de café ha permitido a los productores hacerse de recursos para mejorar un poco su precario nivel de vida, ya que durante muchos años fueron presa de los intermediarios y caciques que los robaban abiertamente. Luego de escuchar comentarios de algunos productores, supe que anteriormente el café se transportaba en mulas, con recorridos de uno a dos días hasta la ciudad de Ixtepec o Juchitán. Al llegar a los centros de venta, los compradores establecían los precios, además de que usaban básculas alteradas para castigarlos aún más.

El sacerdote misionero Vanderholf hizo el recorrido conmigo en la región. Y gracias a él, conocí con más detalle la problemática de los productores de café, además de constatar la falta de apoyo técnico para producirlo. El trayecto dio inicio en una bodega donde se almacena el grano y el camión que lleva la carga es propiedad de UCIRI. En ese mismo lugar cuentan con oficinas y un gran comedor atendido por los propios productores, donde algunas de sus esposas preparan los alimentos.

La comida se sirve en platos y vasos de plástico que al terminar de comer, son lavados y guardados. En las mismas instalaciones, hay patios con pisos de cemento donde se pone a secar el café.

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