Análisis

¿Y si dejáramos de comer carne?

La ganadería es contaminante. Su sostenibilidad en un mundo cada vez más poblado está en entredicho, aunque un mundo de vegetarianos no sería la panacea

y-siEspaña.— Comer carne ayudó a hacernos humanos. Sin la proteína animal es muy probable que no hubiésemos desarrollado la inteligencia que nos diferencia del resto de las especies, como apuntan los restos arqueológicos de los homínidos que nos precedieron.

Hoy sigue constituyendo un elemento importante de la dieta de buena parte de la población, pero la ganadería es también un gran contaminante: genera más del 14 por ciento de las emisiones de efecto invernadero causadas por el hombre, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su siglas en inglés)).

El reparto de esta carne es profundamente desigual en el mundo. Con el crecimiento demográfico y la incorporación de este producto a la mesa de muchas personas que antes no podían permitírselo, la sostenibilidad de un menú tan carnívoro como el de Occidente está en entredicho.

Movimientos vegetarianos abogan por un planeta supuestamente verde en el que no se consuman animales y, en algunos casos, tampoco sus derivados. Pero una humanidad vegana también traería complicaciones para la salud de quienes no mantuvieran una cuidadosa observación de su régimen y para un medio ambiente a cuyo equilibrio también colabora la ganadería.

El discurso contra la ingesta de animales lo sintetiza bien el británico Nicholas Stern, ex economista jefe del Banco Mundial. Un mundo sostenible, según Stern, tiene que ser necesariamente vegetariano, ya que el gasto de agua y la producción de gases de efecto invernadero para producir cárnicos es descomunal: ese 14 por ciento equivale a multiplicar por 20 las emisiones de España en un año.

Además, la comida para el ganado es ingente: un tercio del total de la que consume el planeta, según el estudio Beneficios climáticos de un cambio de dieta (Springer Science y Business Media, 2009). “Si todo sigue como hasta ahora, las temperaturas subirán hasta cinco grados en un siglo y el sur de Europa será un desierto. Ser carnívoro se volverá inaceptable, como ahora lo es conducir ebrio”, aseveró en un discurso Stern.

Lo cierto es que los recursos para conseguir carne son tremendos en comparación con los vegetales. Un par de ejemplos: para producir un kilo de ternera se emiten 27 de dióxido de carbono equivalente (una medida que aúna el impacto de distintos gases de efecto invernadero), se necesitan 15 mil 400 litros de agua y 100 kilos de su proteína requieren seis mil metros cuadrados de terreno. El mismo peso en lentejas requiere menos de un kilo de CO2, cinco mil 854 litros de agua y dos mil 500 metros cuadrados de tierra.

“En Occidente comemos carne a un precio asequible porque hay sitios en el mundo donde ni la prueban, es así de cruel. Si en China o la India empiezan a hacerlo, algo lógico dado que su nivel de vida va subiendo, el impacto ambiental será muy fuerte. De hecho, estos países ya están comprando extensiones brutales de tierra en África para alimentar a su ganado”, asume José Miguel Mulet, profesor titular de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia.

Fuente: El País

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