Biotecnología

Avances en biotecnología

Desde la introducción del primer cultivo genéticamente modificado en 1996, Argentina se transformó en el segundo productor mundial de este tipo de cultivos, detrás de Estados Unidos, con un beneficio de 20 mil millones de dólares estadounidenses.

Hoy se siembran en nuestro país más de 17 millones de hectáreas con ese tipo de cultivos, que en la última campaña agrícola llegaron a representar más de 90 por ciento del área cultivada con soya, cerca de 70 por ciento maíz y alrededor de 60 por ciento en el caso del algodón.

Los beneficios totales generados por los tres cultivos, estimados sobre la base del modelo matemático de simulación SIGMA desarrollado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), fueron calculados en más de 20 mil millones de dólares.

Un trabajo realizado por Eduardo Trigo y Eugenio Cap, para el Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología, ArgenBio, evaluó el impacto de los 10 años de adopción de los cultivos genéticamente modificados en la agricultura argentina.

En el caso de la soya tolerante a herbicida, los beneficios netos acumulados alcanzaron 19,700 millones de dólares, distribuidos de la siguiente manera: 77.45 por ciento para el sector productivo, 3.9 por ciento para los proveedores de semilla, 5.25 por ciento para los proveedores de herbicida y 13.39 por ciento para el Estado nacional.

En el caso de los maíces con resistencia a lepidópteros (Bt), el beneficio total acumulado llegó a 481.7 millones de dólares. Un 43.19 por ciento para el sector productivo, 41.14 por ciento para los proveedores de semilla y 15.67 por ciento para el Estado.

Rubro ganadero

En ganadería bovina, en la década 1996-2005, como contrapartida de la expansión de la soya y el fuerte incremento en los valores de la tierra, el área con pasturas se redujo en más de cinco millones de hectáreas.

Sin embargo, mediante la adopción de tecnología, se produjeron incrementos de productividad que compensaron esta reducción, lográndose mantener los volúmenes de producción total de carne, al tiempo que se recuperaron los de leche.

En el plano social, el estudio sostiene que la liberación de los materiales de soya tolerante a herbicida habría contribuido a la generación de casi un millón de empleos (a nivel de toda la economía), es decir, un 36 por ciento del total del incremento registrado para el período en cuestión.

Fuente: Litoral

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