Biotecnología

Biosoluciones para plagas

El gusano cogollero es una de las plagas que mayores daños causan a la producción nacional del maíz

Una plaga puede acabar con la productividad de un campo, pero en muchos casos los químicos que se emplean para su control paradójicamente resultan contraproducentes, pues además de su alto precio que reduce el margen de ganancias, su acción destruye otros especímenes que habitan en el sembradío y contribuye a la contaminación de suelos, aire y cuerpos de agua.

Ante ese problema una opción viable son los llamados bioinsecticidas, que utilizan microorganismos o sustancias fabricados por los mismos, que de manera natural acaban con los insectos nocivos para los cultivos. A esta técnica se sumaron desde hace dos décadas especialistas del Instituto Tecnológico de Durango (IT-D) y actualmente disponen de una serie de productos de bajo costo que protegen los principales cultivos de esa entidad: manzana, frijol y maíz.

Por la relevancia de su desarrollo, el Tecnológico fue acreedor a principios de este año de un fondo de inversión otorgado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) en conjunto con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para producir un insecticida biológico capaz de proteger el cultivo del maíz.

El maestro Aquiles Solís Soto, integrante de la Unidad de Biotecnología Industrial del IT-D, explicó en entrevista que la larva del llamado gusano cogollero, una de las plagas que mayor impacto causan a la producción nacional de maíz, inicialmente se alimenta de las hojas de la planta y luego penetra al cogollo del maíz, que es donde brota la mazorca.

Durante el curso de sus investigaciones se percataron de la existencia en los sembradíos de larvas que aparecían muertas (momificadas), lo que llamó su atención y decidieron detectar la causa de esa reacción.

Al analizar decenas de muestras descubrieron que esos ejemplares de la plaga murieron a causa de un bacteria llamada bacillus thuringiensis. La particularidad de este microorganismo es que genera una proteína tóxica (delta endoxina) que al ingerirla el insecto reacciona en su sistema digestivo y le provoca una especie de parálisis y úlceras en el intestino y, al cabo de 72 horas, su muerte. Además, durante este periodo de tiempo la larva queda inutilizada para producir daño alguno al maíz.

Así, los especialistas del IT-D decidieron obtener más muestras del bacilo a fin de aislarlo y producirlo en forma masiva. Para tal propósito utilizaron como medio de cultivo materiales reciclados, como son la melaza de la caña de azúcar y lactosueros, que otorgan condiciones similares a las existentes en el ambiente agrícola.

“Si bien es posible adquirir cepas comerciales de estas bacterias, nuestro grupo decidió obtenerlas de su propio hábitat, debido a que su eficiencia era mayor y se encontraban perfectamente aclimatadas al ambiente donde pretenden utilizarse”, subrayó el entrevistado.

Una vez generada la cantidad suficiente de microorganismos, se les extrae la delta endotoxina, que es el ingrediente activo del bioinsecticida, pero una vez que obtuvieron la sustancia se enfrentaron al reto de hacerla apetecible a las larvas, por lo que la recubrieron con harina de maíz para formar una especie de minúsculos “cacahuates confitados”, este paso aseguró, además, que el agente permanezca activo por más tiempo en el cultivo, ya que lo protege de los efectos de lluvia y rayos solares.

“El producto final tiene la apariencia de un granulado seco y requiere mezclarse con agua para facilitar su aplicación en las plantas de maíz, que debe ocurrir durante las temporadas en que el gusano cogollero se encuentra en reproducción”, refirió el investigador duranguense.

Cabe señalar que el proyecto financiado por el fondo mixto Sagarpa-Conacyt cuenta con un presupuesto de 650 mil pesos, y se espera que en 2007 pueda utilizarse en un gran porcentaje de los cultivos nacionales de maíz.

Por los suelos

Otro de los proyectos de la Unidad de Biotecnología Industrial del IT-D que despertado el interés del sector industrial de México y de otras naciones, es el empleo de microorganismos en sistemas de control ambiental, que es apoyado por el programa Fondos Mixtos, una inversión de capital entre el Conacyt y el gobierno de Durango.

De manera similar a como ocurre en la agricultura, se emplean bacterias que tienen la capacidad de degradar sustancias residuales de procesos industriales y por ello reciben el nombre de biorremediación.

En este caso, el doctor Hiram Medrano Roldán, líder del proyecto, expuso que el instituto desarrolló un sistema basado en estas diminutas formas de vida para limpiar suelos contaminados por hidrocarburos.

El proyecto se desprende de un ejercicio de vinculación anterior con el sector minero que consiste en recuperar, por medio de microorganismos, las partículas de oro y plata ubicadas en los cerros de jale (polvo de roca procesada) de la empresa Mina San Luis. “Al obtener buenos resultados, y luego de que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente le exhortara a la firma, la misma decidió acudir de nuevo a la Unidad de de Biotecnología Industrial del IT-D para encontrar una solución expedita al problema de contaminación de los suelos aledaños a sus talleres”, comentó.

De acuerdo con el investigador, una parte de los terrenos contenían un exceso de petróleo derramado a causa del mantenimiento que le dan a sus maquinarias, y que en altas concentraciones tiene el riesgo de infiltrarse hasta los mantos acuíferos.

“Una de las principales acciones en el proceso de solución fue tomar una muestra de los suelos contaminados y analizar qué tipo de microorganismos se alimentaban con las sustancias derramadas. Así, observamos que una bacteria perteneciente al género Flavobacterium, al igual que un hongo Aspergillus, degradaban en menos de 15 días, y en condiciones favorables, al hidrocarburo”, explicó Medrano Roldán.

De esa forma, el grupo de investigación aisló las cepas de microorganismos para poder cultivarlos y determinar al mismo tiempo el medio más propicio en el que realizaran la degradación en forma dinámica, pues de lo contrario, sin ningún estímulo, tanto el hongo como la bacteria pueden realizar ese proceso por sí mismos, pero en un periodo aproximado de 10 años.

“Después de obtener las cepas, las utilizamos con el método Heap Leaching, que consiste en colocar la tierra contaminada en una especie de columna de plástico, donde también se encuentran los microorganismos y las estimulamos con ciertas levaduras que sirvan para darle más sabor al petróleo y puedan degradarlo con mayor rapidez”, expuso.

Finalmente, el especialista reconoció que si bien existen otros procesos similares, el desarrollado por su grupo de investigación es superior. Por ejemplo, con los actualmente disponibles los resultados se obtienen hasta en seis meses, además que son más costosos (arriba de los 579 pesos por metro cuadrado), mientras que la propuesta del IT-D logra sanear 99 por ciento del suelo contaminado en menos de 15 días a un precio cercano a los 400 pesos.

“Después de mostrar los resultados en congresos nacionales y extranjeros, se han acercado diversas empresas mineras para conocer más de la investigación, y si bien pareciera no representar ninguna ventaja competitiva o de negocio, actualmente existen férreas normas ambientales y las costosas multas que imponen a quienes las infrinjan disminuyen sensiblemente la rentabilidad de las empresas, de allí su interés en disponer de soluciones afectivas y bajo costo para el control de sus pasivos ambientales”, concluyó Medrano Roldán.

Fuente: ID

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