Biotecnología

Crecimiento de superficie maicera

Con la fiebre del maíz y su nivel de precios actual se espera un crecimiento de la superficie maicera en México y del uso de semillas mejoradas, proyecta Manuel Oyervides García, director de Investigación para Latinoamérica de Monsanto.  leer más

En este escenario, la superficie sembrada con semillas mejoradas pasará de 7.5 a 8 u 8.2 millones de hectáreas (has), estima el directivo de la empresa.

Las semillas de la transnacional se siembran sobre una superficie de 1.75 millones de has sobre territorio mexicano y si se combinan todas las áreas tenemos 50 por ciento de participación de mercado, afirma el especialista.

En entrevista con 2000 Agro, expone que con un nivel de precios de dos mil a 2,400 pesos por tonelada, aplicación de tecnologías e incentivos para el agricultor, es posible incorporar al cultivo unas 2.5 millones de has en zonas marginales. “Nuestra aspiración es lograr que se pudieran sembrar cuando menos tres millones de hectáreas en México.”

Sobre territorio mexicano —detalla— se siembran dos millones de sacos, de los cuales Monsanto vende la mitad, con un valor comercial de mil millones de pesos, aunque hay que restar una proporción para distribuidores, productores de semilla —que impacta el costo de producción en 50 o 60 por ciento—, procesos de calidad y tecnología.

Por ahora, con híbridos de maíz desarrollados por Monsanto, en Sinaloa se obtiene un promedio anual de nueve toneladas por ha y este año se espera alcanzar 9.5, con un espaciamiento de 80 centímetros (cm) por surco.

Los rendimientos experimentales y precomerciales superan dichos volúmenes de producción y varían entre 10 y 20 toneladas por ha. Incluso, el año pasado en el sur de Sinaloa algunos agricultores sembraron un híbrido de Monsanto (Dekalb 2020), con un espaciamiento entre surcos de 50 cm y llegaron a 22 ton en una superficie pequeña. Sin embargo, los resultados dependen mucho del paquete tecnológico que se emplee, afirma Oyervides García.

En dicha entidad —prosigue— antes se sembraban 22 mil plantas por ha, en espaciamientos de tres a cuatro metros, ahora son más de 100 mil sobre la misma superficie.

Si con esos niveles de producción de Sinaloa, sembrando las mismas variedades, lográramos introducir características como tolerancia a lepidópteros, a la aplicación de herbicidas, mejorar prácticas de cultivo con siembra directa, un uso menos intensivo de energía y tolerancia a sequía, este paquete tecnológico permitiría incrementar la productividad aún más, asegura el experto.

Con la tecnología actual, si toda Sinaloa sembrara con 50 cm de espaciamiento entre surcos, puede lograr un incremento en la producción de 5, 10 o hasta 15 por ciento; si incorporamos los beneficios que puede traer las características biotecnológicas disponibles, estaríamos hablando de un 40 por ciento de potencial, asevera Oyervides García.

“La aplicación biotecnología nos va a permitir acelerar esas ganancias” y si a eso agregamos las aplicaciones de marcadores moleculares, genómica y otras tecnologías en las que invertimos fuerte, el potencial es mayor.

En los últimos 15 años, los incrementos en rendimientos de Sinaloa han sido de 3 por ciento por año; con el uso de la biotecnología moderna, incluyendo transgénicos, nuestra meta es llegar a 6 por ciento, subraya el especialista.

Lo anterior —continúa— será posible si realmente existe el compromiso de integrar paquetes tecnológicos, semillas de calidad suprema y un manejo óptimo a cultivos para que las variedades expresen todo su potencial productivo.

El experto puntualiza que en zonas como Guanajuato hay oportunidades mayores, ya que son áreas de riego y se siembra de 75 a 80 mil plantas por ha.

La tecnología no sólo aplica a áreas de riego o suelos ricos, sino a áreas más marginales, por ejemplo, donde hay sequía. Sentimos —dice Manuel Oyervides— que si nos dejaran experimentar con las características mencionadas y otras herramientas de la biotecnología y que empezáramos con una plataforma, para 2010 o 2012 podemos lograr mayor conversión de áreas marginales —que hoy no dan la suficiente rentabilidad al cultivo del maíz— e incrementar rendimientos.

Invertir en la investigación

Monsanto invierte 1.7 millones de dólares diarios en investigación en todo el mundo. En México la empresa canaliza cada año 10 millones de dólares para estudios de maíz.

Pero los avances en un país pueden beneficiar a otro. “Lo que está haciendo el investigador brasileño, no sólo lo hace para incrementar la productividad en Brasil; él está acumulando genes que nosotros podemos utilizar en nuestras condiciones y que nos ayudan a mejorar nuestros cultivos.”

Para lograr el desarrollo de sus tecnologías, Monsanto intercambia muestras de las mejores selecciones de germoplasma que se hacen en todo el mundo, “hacemos un intercambio superior a un millón de muestras al año”.

Manuel Oyervides asegura que un compromiso de la empresa es preservar los recursos genéticos. Reconocemos que México es centro de diversidad, que existen antepasados silvestres de maíz, que aunque la frecuencia de cruzamiento es muy baja con éstos, debemos hacer esfuerzos para que ancestros, variedades criollas, híbridos tradicionales y con características de biotecnología convivan y sea una opción para los productores, anota.

La preservación de recursos genéticos es fundamental; pero eso no excluye que no se siembren productos de la biotecnología; quizá en algunas áreas sea una situación exclusiva, pero hay una gran proporción de áreas donde el flujo genético es menor y no representa un riesgo significativo para la biodiversidad, afirma el directivo de Monsanto.

Reglamento pendiente

Considera que en la preocupación por preservar los recursos genéticos, en la ignorancia de lo mismo, se tienen “visiones apocalípticas” de lo que puede suceder.

Respetamos —enfatiza— la preocupación de grupos ambientalistas, aunque a veces quisiéramos ver más propuestas para saber, en ausencia de utilizar estas tecnologías, qué se plantea para incrementar la producción.

Respecto al reglamento de la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados que aún no se emite, el experto dice que “cada día que pasa genera una cierta frustración en nosotros”, ya que esperaban permisos para experimentar en estados donde el impacto ecológico es “cero mínimo”, como Sinaloa, Tamaulipas o Sonora.

Vemos que se está retrasando la emisión del reglamento y ello afecta nuestros planes, por ello esperamos que salga a la brevedad posible, lamenta Oyervides García.

Sobre la respuesta que les dan las autoridades sobre esta ley, el especialista señala que dicen que pronto será dado a conocer, empero, “los tiempos políticos y de los gobiernos y las agendas no está tan alineadas con los sectores productivos”.

Nosotros —recalca Manuel Oyervides— quisiéramos que fuera ya, porque es incongruente que se haya permitido siembra de algodón, en 50 mil has, y que el maíz se siga postergando.

Ver el sureste

El directivo de Monsanto reconoce que ni las empresas ni los gobierno han invertido en los trópicos, que tienen un “potencial tremendo” para uso de mejores híbridos y de características de tecnología.

Ni la hibridación ni la biotecnología son excluyentes del sureste de México. Habrá áreas de autoconsumo, donde incluso las preferencias de los agricultores es por ciertas razas o tipos específicos de maíz, en los cuales no habrá interés; pero también hay alguna agricultura más desarrollada donde quieren la tolerancia a herbicidas o resistencia a insectos, porque enfrentan problemas mayores a los del norte o centro de México, asegura Manuel Oyervides.

Los productores en casi cualquier región están más ansiosos que nadie de que la biotecnología se apruebe en México, que se experimente, que se aplique más a la problemática de las diferentes áreas, señala el directivo de Monsanto.

Tras insistir en que la biotecnología es buena para la producción, medio ambiente y rentabilidad de los productores, concluye: “el poder de la biotecnología es tremendo y nos va a continuar sorprendiendo”.

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