Biotecnología

Detectan material genético contra enfermedades forestales

Investigadores de Neiker–Tecnalia utilizarán los recursos genéticos para hacer frente al chancro resinoso y la marchitez de los brotes

Arkaute, País Vasco.─ Investigadores del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario Neiker-Tecnalia han encontrado material genético resistente a marchitez de los brotes y chancro resinoso, lo que abre muchas posibilidades de lograr, mediante mejora genética, árboles que no se vean afectados por ellas.

Los especialistas consideran igualmente que una correcta gestión forestal podría limitar de forma significativa los perniciosos efectos de ambas patologías, e incluso llegar a su erradicación en el caso del chancro resinoso.

Estas enfermedades son las que más afectan a las plantaciones de coníferas del País Vasco, especialmente a las de pino radiata, la especie arbórea más extendida en la comunidad autónoma.

El pino radiata ocupa 42 por ciento de la superficie arbolada de la vertiente cantábrica del País Vasco, lo que supone unas 145 mil hectáreas. De acuerdo con Neiker, esta abundancia ha llegado a cotas de monocultivo en muchas comarcas, donde se detectan numerosos problemas sanitarios, como afecciones debidas a factores climáticos, deficiencias nutricionales, ataques de plagas de insectos ─como procesionaria y escolítidos─, y sobre todo, enfermedades de carácter fúngico.

Dentro de estas últimas, las que mayor impacto tienen en las plantaciones de pino radiata son la marchitez de los brotes y el chancro resinoso, causadas por los hongos Diplodia pinea y Fusarium circinatum, respectivamente.

El estudio de Neiker-Tecnalia ha abierto un importante camino para hacer frente a las dos enfermedades. Los investigadores han analizado las 15 especies más utilizadas en las plantaciones de coníferas en España. En cada una de estas especies han encontrado ejemplares resistentes a ambos hongos.

Una vez seleccionados los árboles resistentes, pueden utilizarse para generar clones que no se vean afectados. La mejora genética se muestra, por tanto, como una de las vías más apropiadas para hacer frente a estas enfermedades.

En el estudio —dirigido por la doctora Eugenia Iturritxa, responsable de Sanidad Forestal en Neiker-Tecnalia, y el doctor Gustavo Renobales de la UPV/EHU─, se inocularon los hongos Diplodia pinea y Fusarium circinatum en las 15 especies de coníferas analizadas. Las más resistentes fueron dos tipos de secuoyas ─Sequoia sempervirens y Sequoiadendron giganteum─, y el pino de la especie Pinus taeda; la más vulnerable resultó ser Pinus radiata.

El hongo Diplodia pinea se encuentra distribuido en la mayor parte de las plantaciones de pino en Euskadi, según se desprende de la investigación. De un total de 958 zonas forestales estudiadas, se detectó el hongo en 817.

La enfermedad que provoca ─marchitez de los brotes─, produce el marchitamiento de los brotes y la aparición de chancros (roturas de los tejidos del árbol) y deformaciones en los troncos y ramas, además de provocar una coloración azulada en las partes de la madera expuestas al aire.

En cuanto a su ubicación geográfica, los niveles más altos de infección por Diplodia pinea se encuentran en zonas afectadas por granizadas o fuertes vendavales durante los últimos diez años. Con estos datos, Neiker-Tecnalia propone que no se establezcan plantaciones de pino radiata, la especie más vulnerable, en aquellas áreas con las mencionadas condiciones climáticas, ya que los fuertes vientos y el granizo ocasionan heridas en los árboles por las que se introduce el hongo.

En el caso del Fusarium circinatum, se encuentra mucho menos difundido y aparece casi exclusivamente en las masas forestales de Pino radiata, ubicadas en la zona noreste de Guipúzcoa y en dos áreas del centro de Vizcaya. De las 958 zonas forestales estudiadas, en 131 aparecía este hongo. Su presencia se ve favorecida por abundancia de lluvias en épocas cálidas del año.

Para combatir e incluso llegar a erradicar este hongo, Neiker-Tecnalia propone el cumplimiento estricto de las normativas comunitarias y estatales. Estas normas establecen la obligación, por parte de los propietarios de las plantaciones, de cortar los pinos enfermos de chancro resinoso y proceder a quemarlos de forma controlada. Tras cortar los árboles, el terreno debe quedar en cuarentena durante dos años antes de proceder a replantarlo.

La enfermedad del chancro resinoso provoca el marchitamiento de las hojas y la desecación de la parte superior del tronco del pino, lo que impide su crecimiento. Además, produce la formación de grandes chancros en el tronco con abundante expulsión de resina.

2000 Agro

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