Biotecnología

Evaluación de riesgos en alimentos transgénicos

Hoy en día estamos expuestos a múltiples factores de riesgo en todos los aspectos de nuestra vida, los cuales pueden ir desde la gran diversidad de equipos electrónicos hasta el humo del cigarro; además de las afecciones causadas por las características ambientales de las grandes ciudades, incluso el estrés.

Los continuos cambios en la dieta de los individuos, hacen difícil concluir sobre los efectos a largo plazo de cualquier alimento que consumimos actualmente. Sin embargo, es importante que no se manipule al consumidor con el argumento de que no existe seguridad a largo plazo de los alimentos genéticamente modificados.

Es poco probable que un alimento modificado genéticamente, «tan seguro como su contraparte» tenga un efecto tóxico a largo plazo; o por decirlo de otra forma, tan probable como el efecto que tienen los alimentos que hemos estado ingiriendo hasta ahora. Pero la ciencia no maneja absolutos y es necesario que la población conozca el concepto de riesgo.

La evaluación del riesgo debe hacerse de una manera integral, estructurada y analizada caso por caso. La mejor estrategia hasta ahora sigue siendo el uso apropiado del concepto de equivalencia sustancial, que consiste en evaluar un alimento modificado genéticamente, con el alimento sin modificar.

Este concepto no constituye una evaluación per se, sino que es una etapa clave para definir la ruta que deberá seguir el proceso de evaluación al establecer un marco de referencia. Hasta ahora no se ha reportado ningún incidente en los casos aprobados para consumo humano bajo este criterio.

El criterio de la equivalencia sustancial, lo ilustra claramente el caso de un frijol modificado genéticamente que se comparó con el propio frijol, pues la presencia natural de tóxicos como son los inhibidores de proteasas en el sistema digestivo, las hemaglutininas, azúcares no digeribles y glucósidos cianógenos, entre otros, impediría su aprobación como nuevo alimento.

Probablemente, la biotecnología no brinde la posibilidad de disponer de «mejores productos», pero sí de resolver problemas específicos de la población, como el caso de las deficiencias de fierro y vitamina A o la eliminación de factores antinutricionales y proteínas altamente alergénicas.

En el caso de cambios nutrimentales, es necesario asegurar la biodisponibilidad, estabilidad y alteraciones que pueden sufrir los productos con el almacenamiento o procesamiento, así como el posible impacto de cambios en la dieta, si se trata de un producto básico consumido en altas proporciones.

El riesgo de alergias es un elemento clave en la evaluación de un alimento modificado genéticamente. Si un alimento se altera con un gene que proviene de una fuente alergénica conocida, el producto debe asumirse alergénico hasta que demuestre lo contrario.

En el caso de nuevas proteínas, éstas se someten a rigurosos esquemas de evaluaciones y conforme surgen nuevas estrategias los criterios deben ser modificados, como es el caso de un modelo animal validado.

La transferencia horizontal de información genética a microorganismos de la flora intestinal o a las células humanas, tiene una escasa probabilidad de riesgo, cuestión que se ha manejado de manera irresponsable hacia el consumidor; sin embargo, para su tranquilidad, este tema seguirá siendo objeto de estudios experimentales.

La ciencia ha encontrado mecanismos para evitar el uso de ciertos genes en plantas modificadas genéticamente. Si llegara a obtenerse, por ejemplo, un gen marcador de resistencia antibióticos, éste tendría que evaluarse en su importancia clínica y veterinaria, así como en sus niveles de resistencia natural y la efectividad de terapias alternas.

La confianza futura en la biotecnología moderna, descansa en buena medida en la correcta evaluación que hagan las autoridades de salud de los nuevos productos, este aspecto será clave para consolidar a la biotecnología como una herramienta para el desarrollo del país.

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