Biotecnología

Gasolina limpia motoriza la soya

RÍO DE JANEIRO.— El gobierno de Brasil decidió acelerar los plazos para la incorporación obligatoria de biocombustibles a las gasolinas y gasóleos, una medida que favorecerá la producción de soya, la oleaginosa con menor rendimiento y más dañina para el ambiente.

En enero se dispuso que se añadiera a los combustibles derivados del petróleo 2 por ciento de biodiesel, proporción que se deberá incrementar a 3 por ciento desde el 1 de julio.

Por otra parte, aunque el Programa Nacional de Producción y Uso del Biodiesel prevé llegar a una mezcla de 5 por ciento para 2013, el ministro de Minas y Energía, Edison Lobão, señaló que la fecha se adelantaría a 2010.

“La tendencia es que a principios de 2009 ya se llegue al 5 por ciento”, vaticinó Sergio Beltrão, director ejecutivo de la Unión Brasileña de Biodiesel (Ubrabio), que congrega a productores de combustible, sus materias primas y equipos e investigadores.

El sector ya tiene “capacidad instalada nominal” para producir los dos mil 800 millones de litros anuales de biocombustibles necesarios para cumplir con una exigencia de mezcla de 5 por ciento, aseguró.

La soya se beneficiará por un largo periodo, porque es el único cultivo que cuenta con “volumen disponible, además de la estructura industrial y logística para atender la demanda con seguridad”, dijo Beltrão.

Esta tendencia preocupa a Orlando Cristiano da Silva, investigador del Centro Nacional de Referencia en Biomasa de la Universidad de São Paulo. La soya, señaló, no sirve para la “inclusión social, que es uno de los objetivos del gobierno” y su expansión “puede” agravar la deforestación de la Amazonia.

Sería “más interesante fomentar otras oleaginosas, especialmente las palmáceas, en la cadena productiva” del biodiesel, pero la anticipación de las metas “lamentablemente sólo apunta a la soya, por su rápida respuesta al aumento de la demanda”, agregó.

La palma africana, objeto de sus estudios desde hace varios años, ya comprobó su alta productividad, muy superior a la de la soya, en el estado de Pará, en la Amazonia oriental, además de su capacidad para recuperar áreas deforestadas y degradadas, pero sus potencialidades siguen ignoradas, se lamentó.

Hay obstáculos para que ese tipo de palma, por ser exótica, proveniente de África y con gran producción en Malasia e Indonesia, sea empleada en la reforestación de la Amazonia, donde los predios tienen que cumplir la disposición legal de preservar 80 por ciento de sus bosques originales.

Brasil tiene centenares de palmáceas nativas, algunas de ellas con gran productividad de aceite, pero aún no cuentan con “una producción a escala comercial y permanente” que exige mucho tiempo, explicó Silva. Igual pasa con el piñón de botija, con buenos resultados en la India pero poco conocido en Brasil.

Otras alternativas, como las semillas de algodón, girasol y maní, tendrán siempre una producción limitada para un mercado energético de grandes proporciones.

Quedan pocas alternativas a la soya en los próximos años. El ricino, elegido para su inclusión en el programa de pequeños agricultores en el semiárido nordeste brasileño, genera un aceite con excesiva viscosidad y con buena demanda en otras industrias, como la farmacéutica y la cosmética.

La palma africana, más conocida en Brasil como dendé, ya tiene el potencial y condiciones de cultivo para que “en cinco años su producción pueda alcanzar una gran escala”, de un millón de hectáreas, aseguró Silva. Todo depende de una decisión gubernamental y empresarial, agregó. Esa palmera puede producir aceite tres años después de sembrada.

“Es deseable una variedad más amplia de materias primas, pero el programa no puede esperar”, admitió Beltrão. Por ese motivo, la soya predominará por muchos años, aunque no sea lo más recomendable, ya que se reconoce “unánimemente” que no es la más productiva ni eficiente en términos energéticos, agregó.

Pero acelerar las metas, generando más demanda, sirve de estímulo a todos y a nuevas alternativas, argumentó. Por eso la Ubrabio apoya el uso de mezclas superiores, de 10 y 20 por ciento, en algunos tipos de vehículos como autobuses, camiones y locomotoras, especialmente en las grandes ciudades.

El programa de biodiesel creó un estímulo a la producción a partir de materias primas de la agricultura familiar en las áreas más pobres, a partir de exenciones impositivas que reducen los costos hasta en 10 por ciento. Pero Beltrão considera que “no es suficiente” y que habría que ampliar este incentivo y crear otros. Es necesario considerar, concluyó, que en ese programa no importa sólo el costo del producto, sino también sus beneficios sociales y ambientales, lo que exige fomentar las especies más eficientes energéticamente y que generan mayor empleo e ingresos para los pequeños agricultores.

Fuente: IPS

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