A pesar de su alto valor nutritivo es uno de los alimentos subutilizados en América
Por Alejandro Barragán
Junto con el maíz, el frijol y la chía, el amaranto fue uno de los pilares alimenticios de las culturas precolombinas así como la principal fuente de proteínas; estuvo asociado a los ritos religiosos, a los dioses y a la visión cósmica de dichas culturas.
A pesar de su importancia histórica y altísimo valor nutricional, es uno más de los cultivos alimenticios subutilizados en América Central y del Sur.
El amaranto es una planta de la familia de los amaranthacea la cual reúne cerca de 60 géneros y más de 800 especies. Tres especies de amaranto son las más apreciadas: Amaranthus caudatus; Amaranthus cruentus, originaria de México y Centroamérica, donde se cultiva para obtener grano, y Amaranthus hipochondriacus, procedente de la parte central de México, se cultiva para obtener grano.
En México se producen alrededor de cuatro mil 600 toneladas de amaranto; las principales entidades productoras son: Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Ciudad de México, Morelos, Oaxaca y San Luis Potosí.
De las cuatro mil 617 toneladas de amaranto que se producen en el ámbito nacional, el estado de Puebla aporta dos mil 143 toneladas, lo que representa casi el 40 por ciento de la producción total del país.
El amaranto fue seleccionado por la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) como alimento para los astronautas debido a su alto valor nutritivo, su aprovechamiento integral, la brevedad de su ciclo de cultivo y por su capacidad de crecer en condiciones adversas.
