Pecuario y Pesquero

Praderas marinas, entre la riqueza forestal de México

Capturan más carbono azul que los bosques tropicales

Ciudad de México, 22 de julio de 2020.— La riqueza forestal de México rebasa los límites del macizo continental y se extiende bajo el mar en praderas marinas, ecosistemas que se ubican no solo entre los más amenazados del planeta, sino entre los más ignorados. Sin embargo, podrían tener un futuro prometedor por su enorme capacidad de absorber carbono, potente gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global y a la acidificación de los océanos, indica el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA).

Estas plantas de flores submarinas forman densas praderas en áreas poco profundas a lo largo de las costas. Sus hojas largas, estrechas y verdes son hábitat temporal y permanente de variados peces, tortugas, estrellas de mar, camarones, pepinos, anémonas, algas marinas epífitas, cangrejos, erizos y caracoles, y conforman la base de redes alimentarias de otros entornos estuarinos y costeros como manatíes, tortugas y gansos de collar.

De los 12 géneros de pastos marinos que existen en el mundo, México cuenta con seis, y de 49 especies, nuestro país posee nueve, como las hierbas de tortuga y de manatí y el pasto estrella. Existen 19 sitios prioritarios de praderas marinas para su restauración y conformación, entre ellos 12 áreas naturales protegidas, a saber:

Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano y Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas (Veracruz), parques nacionales Arrecifes de Cozumel y Arrecifes de Xcalak, y las reservas de la Biosfera Banco Chinchorro y Sian Ka’an (Quintana Roo), Los Petenes (Campeche), Ría Celestún y Ría Lagartos (Yucatán), Isla Guadalupe (Baja California) y El Vizcaíno y Complejo Lagunar Ojo de Liebre (Baja California Sur).

Los servicios ambientales que ofrecen estos ecosistemas son de enorme relevancia: reducen el impacto de las olas al ralentizar las corrientes; aumentan la sedimentación, producen oxígeno y limpian mares y océanos al absorber los nutrientes contaminantes que viajan de la tierra al mar; sus raíces y rizomas estabilizan el sustrato del fondo marino, y también evitan la erosión costera.

Pero la más relevante función de las praderas marinas, dice el PNUMA, es capturar el 10 por ciento del carbono almacenado en los océanos, por lo que se denomina “carbono azul”, pues aun cuando solo ocupan el 0.2 por ciento del fondo marino del mundo, retienen carbono de la atmósfera hasta 35 veces más rápido que los bosques tropicales.

Sin embargo, estas praderas submarinas están desapareciendo de las costas de México a consecuencia de la deforestación y el cambio de uso de suelo en las partes altas de las cuencas, lo que causa una cantidad muy grande de materia orgánica y sedimento en suspensión que incrementa la turbidez del agua y reduce el desarrollo de los pastos, advierten Rafael Riosmena Rodríguez y Jorge Manuel López Calderón, investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Pero se agregan otras causas. Tania Cota Lucero, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, afirma que en los últimos 17 años México ha perdido más de 100 mil hectáreas de pastos marinos a causa del cambio climático.

En tanto, Brigitta Ine van Tussenbroek, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostiene que en el país se han extinguido cientos de miles de hectáreas de pasto marino, del cual 35 por ciento se concentra en la península de Yucatán, y esa pérdida se debe al arribo masivo de sargazo al Caribe mexicano desde 2015, porque al descomponerse la macroalga genera lixiviados, estos reducen el oxígeno, cambian la composición química del mar y tiñen el agua de café, lo que impide la entrada de luz solar.

Marine Pollution Bulletin, citado por portal ambiental.com.mx, evaluó cuatro sitios: Nizuc, Xcalak, Xahuayxol y Puerto Morelos, en Quintana Roo, y determinó que en este último, tras un año del arribo de sargazo, se habían perdido cinco mil 700 metros cuadrados de pastos marinos. Esto representa la liberación del carbono azul almacenado durante cientos de años, porque al morir esas praderas dejaron de ser secuestradores y se convirtieron en emisores de dióxido de carbono.

Mucho más pequeños que los bosques, los pozos de carbono, entre los que sobresalen las praderas marinas, secuestran el carbón a un ritmo más acelerado y lo pueden mantener atrapado durante millones de años, según explica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, citada por la Aquae Fundación.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático señala que los manglares, marismas y pastos marinos pueden almacenar hasta mil toneladas de carbono por hectárea, mucho más que la mayoría de los ecosistemas terrestres.

Hasta el momento solo diez de los 159 países que poseen pastos marinos en el mundo los han incluido en sus compromisos para el cumplimiento del Acuerdo de París con el fin de mitigar y adaptarse al cambio climático, dice Gabriel Grimsditch, experto en ecosistemas marinos del PNUMA.

Aunque en el mundo “no se tiene la experiencia a largo plazo en la reforestación marina, a diferencia de muchos siglos de experiencia forestal en la tierra, siempre que sea posible, es mejor conservar lo que ya tenemos”, concluye Grimsditch.

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