Política Agropecuaria

Importa México 95 por ciento de su consumo de soya

Posible reducir dependencia con tecnología nacional

Ciudad de México, 21 de febrero de 2020.— La soya es un cultivo estratégico para México dado que su proteína se utiliza en la formulación de alimentos balanceados para engordar bovinos, porcinos o aves, y en la producción de aceites comestibles, carnes, panes, margarinas, pollo o embutidos; sin embargo, la dependencia del exterior es superior al 95 por ciento, lo cual cuesta a este país mil 800 millones de dólares, “una gran fuga de divisas”. No obstante, existen regiones con condiciones y potencial productivo para, por lo menos, duplicar la producción actual con tecnologías desarrolladas por investigadores mexicanos.

Así lo expone el investigador del Programa de Oleaginosas Anuales del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), Nicolás Maldonado Moreno, quien detalla que la demanda de esta oleaginosa en México es de cinco millones de toneladas, entre grano y subproductos, mientras que la importación es de cuatro millones 750 mil toneladas, con una tendencia a crecer.

Señala que por diversos factores, que tienen que ver con clima, escasez de agua, cambios de mercado y competitividad, el cultivo no ha aumentado y la producción nacional representa apenas entre 5 y 8 por ciento, lo cual equivale a entre 330 mil y 450 mil toneladas al año.

Nuestro país produce muy poco, pero hay potencial para cultivar más de 600 mil hectáreas en estados del trópico, en la región huasteca, sur de Tamaulipas, oriente de San Luis Potosí, norte de Veracruz, la península de Yucatán y también en Jalisco, Nayarit, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, porque tenemos condiciones climatológicas favorables, hay suelos y tecnología desarrollada en el INIFAP. El cultivo puede prosperar y reduciríamos la dependencia del exterior, afirma Maldonado Moreno.

El experto del Campo Experimental Las Huastecas, ubicado en Altamira, Tamaulipas, expone que sí es posible en cuatro o cinco años incrementar la producción de soya a 500 mil o hasta un millón de toneladas, porque en años pasados llegamos a cosechar 750 mil toneladas.

Lo que se requiere —puntualiza— es articular políticas y apoyos para la siembra de soya, porque tiene precio, demanda y hay tecnología. Se necesita capacitar al productor, crédito, maquinaria y buenos proveedores. Remarca que mediante el Sistema Producto Oleaginosas se han propuesto modificaciones a la Ley de Desarrollo Rural Sustentable para que se considere un cultivo básico y de esta manera pudiera tener apoyos o precio de garantía, lo cual ayudaría y daría seguridad al productor.

Recuerda que México es muy demandante de la semilla o grano de soya debido a que esta contiene 40 por ciento de proteína y 20 por ciento de aceite vegetal —70 por ciento de lo que se expende en grandes tiendas se elabora con este insumo—, que sirve para cocinar los alimentos, es básico en el hogar.

El cultivo de soya en 2018 abarcó una superficie de 194 mil hectáreas y cerca de cuatro mil productores. En el trópico, la región huasteca es la principal zona productora, el sur de Tamaulipas con 61 mil hectáreas ocupa el primer lugar, aun cuando no tiene los rendimientos deseados por clima y suelo; y Campeche con 42 mil hectáreas es segundo lugar.

Entre 2016-2017, Tamaulipas llegó a sembrar casi 100 mil hectáreas, pero al siguiente año bajó del 30 al 40 por ciento debido a la sequía, que el año pasado también fue muy dura.

Buenos rendimientos con poca agua

Una de las principales limitantes para el cultivo de la soya en México es el agua; sin embargo, Maldonado Moreno ha trabajado en el Campo Experimental Las Huastecas en mejora genética de siete variedades para el trópico en condiciones adversas con rendimientos promedio que van desde 2.5 toneladas por hectárea hasta tres toneladas y con potencial de alcanzar las cuatro toneladas bajo condiciones de temporal.

Algunas variedades son tolerantes a sequía en etapa vegetativa, después requieren humedad adecuada. Con esta tecnología en lugar de tener una pérdida 50 o 60 por ciento se reduce a 20 o 30 por ciento y si el cultivo requiere 600 milímetros (mm) de lluvia a lo mejor con 400 mm se puede producir de junio a octubre. Para este cultivo el agua es muy importante, porque una variedad que en Tamaulipas produce una o dos toneladas, en Campeche alcanza 40 por ciento más de rendimiento.

El experto explica que algunos materiales son aptos para sembrarse en zonas con temperaturas de 25 a 35 grados y lluvias durante junio-julio hasta octubre-noviembre. “Tenemos Programa de mejoramiento genético y hemos desarrollado variedades con adaptación a zonas tropicales, que van desde el sur de Tamaulipas hasta el Soconusco, Chiapas, pasando por la península de Yucatán —Campeche, Quintana Roo y Yucatán—, Veracruz, Jalisco, Guerrero y Oaxaca.”

La producción media nacional es de 1.7 a 1.8. toneladas por hectárea y para que el cultivo sea rentable necesitamos producir arriba de 2.5 toneladas en esta superficie y que la tonelada tenga un valor de 380 dólares promedio, ya que el productor invierte en México de siete a 12 mil pesos por hectárea en regiones tropicales, puntualiza el investigador.

Comenta que Brasil, Argentina y Estados Unidos tienen rendimiento promedio de más de tres toneladas por hectárea, pero en México tenemos excelentes productores y ambientes. Necesitamos trabajar más fuerte en actualizar la nutrición del cultivo para diferentes suelos en distintas regiones; en cómo fertilizar; en prácticas de labranza para conservación óptima del suelo, evitar su degradación o la pérdida de materia orgánica, que afecta la nutrición; en captación y conservación del agua; en control y manejo de plagas, enfermedades y malezas.

Maldonado Moreno expresa que hoy nuestro programa de investigación está limitado en cuanto a los recursos económicos y humanos que se requieren, considerando los retos del cambio climático, el agua y la conservación de suelos.

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