Estudio denuncia encubrimiento de costo real de crisis alimentaria de 2008
Cuando lo precios de los alimentos se dispararon en 2008, el costo internacional de estos alcanzó su punto máximo a niveles sin precedentes, lo cual ocasionó una ola de disturbios por los alimentos en los países de bajos ingresos.
Esta volatilidad de los precios y su punto máximo pueden aportar una enorme presión sobre millones de personas, muchas de las cuales gastaron la mitad o más de sus ingresos y el esfuerzo de su trabajo en conseguir suficiente arroz, maíz o pan para su familia. Era como si sus ingresos reales se hubieran reducido a la mitad.
La sensación de crisis se calmó cuando los picos de precios se estabilizaron en 2012 y las amenazas de disturbios por los alimentos cesaron. Sin embargo, los precios mundiales se mantuvieron altos, mientras que en el ámbito local, donde se redujeron ligeramente, se estabilizaron o continuaron aumentando, esta situación dejó de ser noticia.
Como consecuencia de la crisis, se han producido cambios rápidos y significativos en los hábitos alimenticios de las personas, su trabajo y su vida social.
El estudio La vida en un tiempo de alimentos con alta volatilidad de los precios, una investigación en tiempo real dirigida por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y Oxfam, describe la forma en que las personas con ingresos bajos e inciertos ajustaban su lugar en la economía mundial, una vez que ya no podían depender de la comida barata.
Los investigadores regresaron varias veces a 23 comunidades en el África subsahariana, el sur y el sudeste de Asia y en América. Se encontró que la relación entre el trabajo y la comida ha cambiado, por lo que es difícil para la gente alimentar a sus familias, cuidar a los niños y ancianos, socializar y ayudar a los demás, así como planificar su futuro.
Para aquellas personas para quienes la alimentación absorbió la mayor parte de sus recursos y energías, los meses y años después de la crisis trajeron una intensa presión para alterar su relación con la comida: para ganar más para cubrir lo básico, y para extraer más valor de lo que consumen.
Según el estudio, las estadísticas oficiales enmascaran los verdaderos costos de la crisis alimentaria en la vida de las personas, en particular de las mujeres, que a menudo son citadas en incontables datos nacionales e internacionales.
