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ANÁLISIS
P
ublicar, informar y comunicar. La amplitud del ámbito que
abarcan instrumentos de difusión como las publicaciones
científicas es garantía de la pertinencia de su misión y muestra
de la creciente complejidad que la sociedad les demanda. El
conocimiento está detrás del avance de la ciencia y termina
por traducirse en tecnologías, pero sobre todo en nuevas ma-
neras de pensar. El saber, así, aparece como eje transversal
de un abanico de paradigmas emergentes. La necesidad de
aprender se convierte en un imperativo para la dirección de
una empresa, el gobierno o las decisiones individuales de un
productor forestal. Los cambios radicales producto de la re-
volución tecnológica han creado una nueva dinámica, porque
desde mediados del siglo XX la formación de las personas y
los grupos, así como los adelantos científicos y las expresiones
culturales están en constante evolución, sobre todo hacia una
creciente interdependencia.
Una competitividad sostenida y a largo plazo sólo puede
basarse en la creación de ventajas competitivas que, por
el contrario de las comparativas basadas en la explotación
de recursos naturales y en la comercialización de commodi-
ties, se construyen a partir de la innovación. La cuestión de
la competitividad descansa en la comprensión científica y en
la gestión de la tecnología, esta última representa toda una
dimensión estratégica. Por lo tanto, el conocimiento es objeto
de desafíos económicos, políticos y culturales; de tal manera
que las sociedades actuales bien pueden calificarse de “so-
ciedades del conocimiento”, expresión sobre la cual existe un
acuerdo respecto a su pertinencia, pero no de su contenido.
De hecho existe una hegemonía del modelo técnico y científico
en la definición del discernimiento productivo, aunque, por otra
parte, se reconocen los desequilibrios en el acceso al conoci-
miento, tanto a nivel local como mundial.
El auge de las tecnologías de la información ha generado nue-
vas condiciones para la aparición de sociedades del conoci-
miento, las cuales —en el contexto mundial— sólo cobrarán su
verdadero sentido si se convierten en un medio al servicio de
un fin más elevado y deseable: el desarrollo. Para alcanzarlo,
se plantean como desafíos el acceso universal a la información
y la libertad de expresión.
Las capacidades para identificar, producir, transformar, difun-
dir y utilizar la información con el objetivo de originar y aplicar
los conocimientos necesarios para el desarrollo humano, ca-
racterizan a las sociedades del conocimiento, que se basan
en una visión comunitaria hacia la autonomía e incluyen la plu-
ralidad, solidaridad y la participación. La noción de socieda-
des del conocimiento es más enriquecedora y superior que
conceptos como la sociedad de la información que resalta las
capacidades de las redes digitales.
Por: MC Carlos Mallén Rivera
Foto: Especial
Ciencia y sociedad
del conocimiento
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