2000Agro 88 - page 27

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El agua y el rendimiento
de los cultivos
Cuando los factores de crecimiento del
cultivo (tipo y fertilidad del suelo, tem-
peratura y brillo solar) no son factores
limitantes, excepto la disponibilidad de
agua, la evapotranspiración guarda una
relación directa con la producción de
materia seca; esta relación es diferen-
te para cada especie, en campos con
iguales condiciones, la evapotranspira-
ción de la alfalfa es hasta cuatro veces
más que el sorgo o dos veces más que
el trigo.
Asimismo, la disminución del conte-
nido de humedad del suelo en ciertos
periodos de crecimiento, puede causar
efectos distintos en la planta, según la
época de dicha merma; por ejemplo en
el maíz, si la disminución ocurre durante
la época de espigamiento, el rendimien-
to se afecta drásticamente.
Si la merma de agua en la caña de azú-
car ocurre al final del periodo de creci-
miento, el daño es menor que durante el
crecimiento activo. Sin embargo, cuan-
do intencionalmente se provocan lige-
ros déficit evapotranspirativos en ciertas
etapas fenológicas de frutales como
manzanos, duraznos y ciruelos, aumen-
ta la calidad de la fruta; igualmente con
la intensidad aromática del tabaco, el
contenido de aceite de los olivos y la
proporción de azúcar en la caña. En
el caso del algodón es necesario que
después del establecimiento de las be-
llotas, descienda la evapotranspiración
para que la calidad sea mejor.
Lluvia efectiva y
requerimiento de riego
No toda la lluvia que precipita es efec-
tiva, parte se pierde por escurrimiento
superficial, percolación profunda y eva-
poración; sólo una porción de una lluvia
copiosa alcanza a infiltrarse para alma-
cenarse en la zona radical y, conse-
cuentemente, la efectividad se reduce.
Las lluvias ligeras y frecuentes, general-
mente son interceptadas por follaje con
cobertura completa. Por ejemplo, una
lluvia mayor a 8 mm/día puede perderse
por evaporación, mientras que una de
25 a 30 mm tiene una efectividad del 60
por ciento.
El requerimiento de riego varía con el tipo
de suelo, especie, etapa de desarrollo y
condiciones de clima, por lo que es difícil
recomendar un programa universal de rie-
go. El riego óptimo es el que proporcione
más beneficios, que se traduzcan en me-
jores rendimientos. Asimismo, los cultivos
difieren en su tolerancia para soportar una
disminución del contenido de agua en el
suelo antes de volverse a irrigar.
Cultivos como el arroz responden favo-
rablemente a riegos frecuentes, mientras
que la papa y la mayoría de las hortalizas
se agobian si más del 40 o 50 por ciento
de la humedad aprovechable se con-
sume antes de que se vuelvan a irrigar,
aunque la demanda evapotranspirativa
no sea grande.
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