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CARTA EDITORIAL
Wendy Coss y León
Directora General
Robo en el agro: el impacto
de una plaga sigilosa
E
l robo en el sector agropecuario afecta a toda la cadena de valor, desde
el productor primario hasta el consumidor final, con repercusiones indi-
rectas en los precios. Sólo en 2013, el robo de la carga agrícola en trenes re-
presentó pérdidas por 246 millones de pesos; seguido de la carga intermo-
dal de 142 millones, el robo a químicos por 14 millones, en tanto que en el
segmento automotor las pérdidas fueron por ocho millones 450 mil pesos.
Al robo de cosechas se suma el de maquinaria agrícola y ganado, así como
el “robo hormiga”, principalmente de frutales, que no por representar un
volumen menor, deja de ser un robo.
Desgraciadamente, esto forma parte de un círculo vicioso, ya que hay con-
sumidores para quienes esta situación es benéfica. Por ejemplo, camiones
que transportan cosechas hacia los mercados pueden verse en carreteras
o tianguis, comercializando productos a precios muy accesibles, que han
sido robados en los lugares donde son recolectados.
En esta edición, abordamos este tema y sus consecuencias, que si bien
afectan a productores de todos los niveles, son aún más tangibles en pe-
queños productores, quienes no cuentan con la suficiente infraestructura
de vigilancia.
También en este número, nuestros colaboradores de la Universidad Autó-
noma Metropolitana (UAM), Norma Sánchez Santillán y Rubén Sánchez,
hablan acerca de las bondades del riego de precisión y su uso en diversas
regiones del país, para que, por un lado, el agua disponible para el cultivo
de alimentos sea gestionada sosteniblemente, y por otro, evitar fenómenos
como la evapotranspiración, mediante un sistema de riego bien diseñado.
Sin duda, el cuidado del agua debe ser una prioridad en cualquier agenda
gubernamental. Sin embargo, en el sector agropecuario cobra mayor re-
levancia, ya que la demanda de agua puede ser muy alta mientras que la
disponibilidad es —y será en el corto plazo— aún menor.
En materia pecuaria, hablamos sobre el área de oportunidad que represen-
ta, sobre todo para los pequeños productores, la ovinocultura, actividad
que aporta muchos productos potenciales, como leche, carne, piel y fibra.
Por lo general, la producción ovina en el mundo se desarrolla bajo sistemas
de pastoreo. Esta situación constituye una gran ventaja económica por el
ahorro en los costos de producción, pues esos sistemas generan la mejor
relación costo-beneficio y además dan algunas ventajas comparativas a la
calidad nutricional de la carne.
Aunque la actividad es muy susceptible a las variaciones climatológicas
estacionales y altamente vulnerables a las sequías extremas, es una ventaja
que México cuente con una gran diversidad de climas que van desde el
templado hasta el cálido y del húmedo al muy seco.
Si se analizan las áreas —geográficas y de oportunidad— para el impul-
so de esta actividad, nuestro país y los pequeños ganaderos tendrán una
ventana de negocio generadora de ingresos, alimentos y crecimiento en el
sector rural.
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