Agricultura Protegida

Resultados positivos en producción de maíz con prácticas agroecológicas

Por tercer año consecutivo, el agricultor Claudio Beltrán logra la producción de maíz libre de agroquímicos y glifosato, con altos rendimientos y bajos costos en comparación con la agricultura dependiente de insumos comerciales

Ciudad de México, 25 de abril de 2022.— El subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Suárez Carrera, y el secretario de Agricultura de Sinaloa, Jaime Montes, visitaron predios de producción de semillas, lixiviados y maíz en el ejido Canán; participaron productores, científicos y técnicos de la Estrategia de Acompañamiento Técnico de Producción para el Bienestar.

Resaltó el funcionario federal la importancia de reducir la dependencia de agroquímicos, pues la crisis Rusia-Ucrania encarece los fertilizantes, lo que ha movido a empresas a explorar la agroecología.

La agricultura de Sinaloa —estado emblemático en producción comercial de maíz— es objeto de una transición agroecológica, con la participación de productores, científicos y técnicos de la Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT) del programa Producción para el Bienestar (PpB).

En una visita realizada a predios del productor Claudio Beltrán, en el ejido Canán del municipio de Culiacán, se constataron las prácticas de producción de semillas para autoconsumo y el uso de microorganismos y lixiviados para la producción comercial de maíz en 600 hectáreas con propósitos comerciales.

En la visita, Claudio Beltrán explicó que el ciclo otoño/invierno 2021-22 es el tercero en el que desarrolla prácticas agroecológicas y ha logrado rentabilidad.

Precisó que realiza la producción de su semilla para el consumo en sus 600 hectáreas de riego, lo que le representa un costo de mil 500 pesos por hectárea (con uso de 1.8 bolsas de 23 o 25 kilos de semilla seleccionada y tratada) y contrasta con los nueve mil pesos o más que invertiría si empleara semillas híbridas procedentes de empresas transnacionales.

Asimismo, tiene costos por realización de rastreos para incorporar soca de maíz y los que se deben hacer después de lluvias; también aplicación de amoniaco como base de sus fertilizantes orgánicos, que son 22 litros de microbiología y 300 kilos de silicio por hectárea, y tres riegos que involucran lixiviado de estiércol de vaca.

Menos costos, más rendimiento

Con estas prácticas agroecológicas, que son asesoradas siempre por técnicos de la EAT —y que implican el método de Agricultura Campesina de Conocimientos Integrados y Manejo Integrado de Cultivos Inducidos ACCI-MICI—, el productor tiene costos de 33 mil 109 pesos por hectárea, esto es, 15 mil 471 pesos menos respecto del costo de producir maíz en la zona con uso de semillas híbridas de marca, fertilizantes y herbicidas químicos, como el glifosato. Las cifras no incluyen renta de la tierra.

El rendimiento de maíz por hectárea es de 14.8 toneladas, según datos de la cosecha de otoño/invierno 2020-21, cifra superior a las 11 toneladas que se registran en la zona con agricultura dependiente de agroquímicos.

Claudio Beltrán destacó que cuenta con una biofábrica para producir los 18 microorganismos que utiliza para nutrir sus suelos y también tiene su propio módulo de producción de lixiviados, los cuales se elaboran con estiércol de vaca, agua, soca de maíz y un bioactivador (BioGeo, su marca comercial) que libera los minerales presentes y permite la oxigenación.

Su módulo de lixiviados, que da cabida a 125 toneladas de estiércol, representa un costo de 250 mil pesos, incluida la hechura de fosas, mangueras, el bioactivador, el acarreo del estiércol y la mano de obra, y sirve para las 600 hectáreas de maíz. El lixiviado entra a la tierra incorporado en los tres riegos que ha recibido el actual cultivo.

El subsecretario Víctor Suárez consideró que “si más agricultores se deciden a producir sus semillas para autoconsumo y lixiviados y microorganismos, reducirán significativamente sus costos de producción. El problema del modelo predominante de agricultura (dependiente de agroquímicos y demás insumos como la semilla) es que las ganancias se quedan en los proveedores de los insumos”.

Expresó que cada año la semilla y los agroquímicos suben de precio y cada vez más agricultores tienen que rentar sus tierras y se reduce el número con mucha superficie. “No queremos eso, queremos un campo sinaloense próspero, con muchos productores de pequeña y mediana escala que se beneficien, al igual que sus familias y comunidades”, agregó.

La agroecología es más exigente, pero reditúa en el bolsillo y la salud

Advirtió que la producción agroecológica “es más exigente en trabajo, conocimientos científicos y dedicación. Es más complicado que solo ir a la tienda y comprar, ordenar y luego contratar a quien siembre, fumigue y coseche”.

Pero, “la agroecología retribuye en el bolsillo y, sobre todo, en la salud de los consumidores y en la de los suelos para que puedan estar produciendo hoy y los próximos 20, 50 o 100 años, porque si estamos heredando unas tierras de cultivo de las cuales hemos vivido, ni modo que dejemos a las generaciones futuras tierras envenenadas y muertas”, indicó.

Suárez Carrera destacó la importancia de que tanto los agricultores como el país cuenten con productos que ayuden a reducir la dependencia de los agroquímicos.

Dado el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, los fertilizantes se han encarecido y aunque termine la guerra los precios no van a bajar. Por ello, hay empresas extranjeras líderes de formulación de agroquímicos o de producción agropecuaria están dedicando inversiones en la elaboración de abonos orgánicos, para contrarrestar esta situación, señaló.

Jaime Montes resaltó la colaboración que existe entre las autoridades federales y estatales para impulsar la agricultura de Sinaloa.

Se busca apoyar a los productores de manera diferenciada, pues hay quienes tienen alto grado de desarrollo tecnológico y otros que son dependientes de temporal y a la vez resguardan los maíces nativos. “Pero en todos los casos hablamos de agricultura de precisión; la agroecología se basa en ciencia”, afirmó.

En el recorrido, el presidente de la asociación de agricultores Impulso Rural, Leonel Ibarra, refirió la experiencia de su organización en producción de soya libre de agroquímicos que realizan desde hace tres años en el municipio de Culiacán.

Esta soya está certificada como orgánica y por tanto logra un sobreprecio. “Están certificadas las plantas y las parcelas y esto se podría aplicar a otros cultivos, como el maíz”, comentó.

Mejoramiento de maíces nativos

Una de las técnicas agroecológicas de la Estrategia de Acompañamiento Técnico de Producción para el Bienestar, basada en Sinaloa, Valeria Gómez Pérez, indicó que, además de apoyar procesos como los de Claudio Beltrán, la EAT trabaja con productores de temporal y de autoconsumo, quienes antes eran ignorados por las políticas públicas.

La EAT, dijo, realizó una colecta de 300 poblaciones de maíces nativos, de las que eligió los 32 más sobresalientes en rendimiento.

Actualmente, agregó, se les está sometiendo a dos ambientes (en Angostura y en un campo experimental en Culiacán de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa (FA-UAS) para ver cuáles tienen potencialidades para someterlos a mejoramiento y que los productores puedan aprovecharlos.

A la visita concurrieron productores de diversas regiones del estado interesados en conocer las prácticas agrícolas de Claudio Beltrán y otros que ya son parte de la transición agroecológica, así como técnicos de la EAT y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y científicos como Pedro Sánchez Peña, profesor-investigador de la Facultad de FA-UAS, y Miguel Ángel Angulo Escalante, representante del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CIAD-Conacyt) en Culiacán.

(Fotografías: Agricultura Prensa)

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