Agroindustria

Condiciones para producir cítricos

Por: MC J. Arturo Samaniego Russo*
Foto: Especial

Las especies de cítricos difieren en sus exigencias de temperaturas. En forma general, pueden desarrollar y fructificar en un rango de 10 a 40ºC, y en forma óptima de 24 a 32ºC, aunque pueden soportar sin daño aparente temperaturas extremas de 0 y hasta 50ºC. La tolerancia a bajas temperaturas de las especies comerciales es en el siguiente orden descendente: mandarina, naranja, toronja, limón y lima.
Las zonas más al norte como Mexicali y Caborca presentan mayor riesgo de daño por heladas, mientras que los valles del Yaqui y Mayo en Sonora y las regiones citrícolas de Sinaloa prácticamente están libres de esa situación.

La humedad ambiental tiene influencia en la calidad de la fruta. Cuando es alta favorece cáscara más delgada y lisa, así como mayor contenido de jugo, mientras que cuando es baja la cáscara es más gruesa y la fruta tiende a ser delgada y lisa, así como mayor contenido de jugo, mientras que cuando es baja la cáscara es más gruesa y la fruta tiende a ser alargada.

Regiones como Hermosillo, Mexicali y Santo Domingo presentan humedades relativamente bajas en todas las estaciones del año, con promedio anual de 40 por ciento. Las zonas de Culiacán, Guaymas, Obregón y Navojoa incrementan significativamente este valor.

El color de la cáscara de naranjas y mandarinas es una característica de calidad de la fruta que se intensifica con las temperaturas nocturnas frescas del otoño e invierno, por lo que las áreas del noroeste de México desarrollan color más intenso que las zonas tropicales del país, debido a que en estas últimas la oscilación de temperaturas diurnas y nocturnas es mínima.

El color de la pulpa es menos afectado, mientras que el contenido de ácido sí se favorece con el clima fresco. En el caso de toronjas, éstas desarrollan excelente color exterior e interior aun en los climas más calientes, aunque el color verde cambia a amarillo más temprano en climas frescos.

Suelo. Las características físicas y químicas de los suelos ejercen gran influencia en el desarrollo, rendimiento y calidad de los cítricos. Aspectos como compactación, textura, fertilidad, pH, drenaje, mantos freáticos, salinidad y la presencia de iones tóxicos afectan el comportamiento de las plantas.

Los cítricos se adaptan a un amplio rango de suelos, pero producen mejor en suelos profundos (mayor de dos metros) y de buen drenaje (mantos freáticos no más elevados de 2.5 m). Las texturas más propicias son de medias a ligeras, con pH de neutros a ligeramente ácidos como los más favorables. Las sales solubles totales, por su parte, afectan la producción de los árboles.

Disponibilidad de agua. Los cítricos son cultivos que requieren de humedad en el suelo durante todo el año, por lo que en zonas áridas donde la precipitación es muy escasa, los huertos deben disponer de riego en todo el ciclo.

Selección de árboles en vivero. Es importante adquirir plantas sanas, sin lesiones gomosas, descortezamiento o rajaduras en los troncos, con hojas sin insectos o enfermedades. La edad de los arbolitos más adecuada es de un año para el injerto y tres años para el patrón, considerando que éstos fueron injertados de dos años. No es recomendable que los injertos sobrepasen de 24 meses por la posibilidad de deformaciones en la raíz y el mayor impacto del trasplante en su desarrollo inicial.

El grosor de tronco deseable para trasplantar es de 1.5 a dos cm de diámetro, tomado cinco centímetros arriba de la unión con el patrón, la cual, a su vez, deberá estar 20 a 30 cm sobre la superficie del suelo. El porte sugerido es de 70 a 100 cm de altura, con dos a cuatro ramas separadas cinco a diez centímetros entre sí y con una buena distribución alrededor del tronco.

Un aspecto de importancia es el conocimiento de la procedencia, tanto de la semilla de los portainjertos como de las yemas injertadas en ellos para asegurar su sanidad.

Plantación en campo. Esta actividad de gran importancia en el establecimiento de la huerta, comprende acciones previas al trasplante como la preparación del terreno, la selección de la época, el marco y la densidad de plantación; el trasplante mismo y los cuidados iniciales posteriores.

Época de plantación. Este aspecto lo determina el clima de la localidad, buscando siempre evitar temperaturas extremas. En zonas desérticas del noroeste de México, las fechas más adecuadas para plantar son de finales de febrero hasta el mes de mayo, después que pasa el periodo con riesgo de heladas, pero antes de las altas temperaturas del verano. Árboles plantados en verano tienen bajo prendimiento y no inician su crecimiento en forma adecuada, mientras que árboles plantados en invierno deben ser protegidos contra bajas temperaturas.

Marco y densidad de plantación. El marco de plantación se refiere al arreglo o acomodo de los árboles en el terreno. Los sistemas en o rectángulo son fáciles de establecer y operar, ya que permiten labores en distintas direcciones, hasta cierta edad de la huerta. Los sistemas rectangulares, al cerrarse los árboles sobre la hilera, permiten el manejo en una sola dirección. En el noroeste de México predominan estos dos sistemas.

Independientemente del marco de plantación seleccionado, es necesario decidir el distanciamiento entre árboles, el cual está relacionado con el tamaño esperado de los mismos en edad adulta de acuerdo a la especie, cultivar y condiciones de suelo.

Bajo condiciones similares, árboles de limones y toronjas crecen más grandes que los naranjos, los cuales, a su vez, superan el porte de limas y mandarinas. En los inicios de la citricultura comercial se utilizaron separaciones entre árboles de tres a 3.5 metros para kumquats, 4.5 a seis metros para mandarinas y limas, seis a ocho metros para naranjas, y de nueve a diez metros para toronjas.

La aparición de la podadoras mecánicas cambió el concepto de manejo y permitió un uso más eficiente de terreno y los insumos al reducirse estas distancias, con lo que las densidades se incrementaron de 170 a 340 y en algunos casos hasta 500 árboles/ha. Sin embargo es importante dejar al menos de siete a ocho metros entre hileras para el paso de equipo de aspersión, fertilización, cultivo y cosecha.

En Sonora y la península de California los distanciamientos más comunes son 8 x 4 y 8 x 8 m, con altos rendimientos en ambos casos.

* Campo Experimental Valle del Mayo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).

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