Contrario al panorama cotidiano, en el mercado, considerado el más grande del mundo, se está quedando la mercancía, sus locatarios ven cómo lentamente sus productos se echan a perder, además suben los precios para sacar lo del día
Los gritos que se han convertido en murmullos de inconformidad, pasillos vacíos, grandes cantidades de fruta, verdura y carne podridas, además de un alza de precios, son los elementos que describen la situación actual de la Central de Abasto de la Ciudad de México; sus clientes, mayoristas y minoristas, han dejado de ir por el desabasto de gasolina que se registró en la capital desde el 8 de enero, y es que los vehículos de los consumidores se han quedado sin combustible, mientras que otros pierden mucho tiempo en ir a las gasolineras.
La lucha contra el huachicol, medida implementada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y que consiste en cortar el flujo de combustible en los ductos de Petróleos Mexicanos que abastecen a las gasolineras, ha provocado preocupación en María Andrade, quien desde hace más de 30 años vende aguacates y naranjas en el pasillo I–J; su ceño fruncido muestra tensión y es que ha habido una gran baja en sus ventas. Reconoce que el panorama no había sido tan difícil desde la crisis económica de 1994.