Biotecnología

Biotecnología y sus beneficios sobre el medio ambiente

La utilización de organismos vivos para remediar problemas de contaminación no es una práctica nueva, ya que se han aplicado en las plantas de tratamiento de aguas residuales y gracias a estos métodos biológicos los microorganismos se alimentan de materia orgánica que es la causante de la degradación del vital líquido.

El uso de reactores biológicos, donde los microorganismos degradan la materia orgánica, se complementa con lirios acuáticos. La denominada fitorremediación no es otra cosa que el uso de estos lirios, plantas que tienen la capacidad de atrapar a los metales pesados. Es decir, se trata de un filtro biológico, en donde no hubo necesidad de desarrollar la ingeniería genética.

En la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), con el apoyo de la empresa Cydsa, se ha desarrollado tecnología muy exitosa que resuelve problemas de generación de malos olores, gracias a la utilización de un biofiltro que contiene microorganismos que degradan las sustancias o los materiales causantes de dichas emanaciones.

Hoy en día, muchas tecnologías mexicanas utilizan este proceso para degradar materiales contaminantes y, por lo tanto, son benéficas al medio ambiente, además de que representan una importante área de negocio.

Por lo anterior, la biotecnología no toma por sorpresa a México, ya que en el país están presentes destacadas compañías que desde hace tiempo están desarrollando este sistema. Empresas como AgrEvo, Monsanto, Novartis, Pulsar (Savia) y DuPont se han dedicado a desarrollar e investigar todo lo relacionado con los agrobiológicos y su aplicación en semillas, protección de cultivos y salud ambiental. Además, la biotecnología hace posible tener mejores fertilizantes, plaguicidas y mejoradores de suelos.

Grandes avances

Nuestro país también cuenta con organizaciones y centros académicos que generan información sobre biotecnología, como el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav), la Sociedad Mexicana de Biotecnología, el Instituto de Biotecnología de la UNAM, el Programa Universitario de Alimentos y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (Inifap), entre otros.

Apenas fundada en marzo del 2000, AgroBio es una asociación civil que reúne a organizaciones interesadas en la educación, fomento, investigación, desarrollo, producción y comercialización de la biotecnología agrícola en México.

Entrevistado por Teorema, José Luis Solleiro Rebolledo, director general de AgroBio, señaló que la institución es una respuesta a la necesidad de crear un ambiente favorable para el desarrollo de la industria biotecnológica en México.

AgroBio fomenta la difusión de información relevante, promueve políticas y regulaciones efectivas y busca sensibilizar a la sociedad sobre los beneficios de la aplicación responsable de esta tecnología. Su organigrama está conformado por un consejo directivo, una presidencia, una dirección y comités de educación y comunicación, de ciencias, de medio ambiente y salud y de normas, legislación y responsabilidad.

Con la formación del comité de medio ambiente se vigila que, por ejemplo, se utilicen agroquímicos con características de bajo impacto ambiental, que se apliquen de una manera más expedita programas de conservación de suelos, que se produzcan materiales mediante recursos renovables y que se mejore la calidad de vida de los productores y de la sociedad en su conjunto.

A pesar de que la biotecnología agrícola beneficia directamente a este sector, el medio ambiente y la salud de los ciudadanos resultan también favorecidos. Por ejemplo, la tecnología agrícola ha influido en forma directa en la composición de los agrobiológicos (fertilizantes o plaguicidas) que en muchos casos tienen ahora características que permiten mejorar los suelos.

Cuidar suelo y agua

Empresas mexicanas están elaborando productos que combaten la mosquita blanca, la cual ataca y daña a cultivos como la caña de azúcar o los tomates. Gracias a que el hongo entomopatógeno se puede hacer soluble en agua, se riega y resulta ser una solución efectiva contra las plagas. Lo más importante, comentó Solleiro, es que el producto es inocuo al ser humano y a los demás mamíferos y tampoco tiene efectos nocivos sobre suelo y agua.

Es importante mencionar también el desarrollo de un sistema muy interesante que se denomina técnica de cultivo de tejidos o de micropropagación, que consiste en tener la capacidad de hacer copias de una célula y con ésta generar organismos completos. De esta manera, se efectúa la propagación de una planta con las mejores características (calidad, tamaño, vigor y salud) y el resultado es una población más resistente a las enfermedades. Con esta técnica se han atacado problemas de virosis, se ha logrado recuperar especies en peligro de extinción (como las cactáceas); es decir, recuperar y mantener la biodiversidad.

La aplicación de la ingeniería genética ha tenido una especie de «olas» y la primera fue su aplicación para mejorar plantas con propósitos agrícolas, cultivos que como ya se señaló adquieren propiedades de tolerancia a herbicidas o mayor resistencia al ataque de plagas. Los herbicidas son los agroquímicos más usados para combatir las malezas, las cuales son sumamente dañinas para los cultivos porque compiten por agua, por nutrientes del suelo, por oxígeno y sol.

Anteriormente, las malezas se combatían a mano (con peones), y los herbicidas llegaron para suplantar mano de obra y para mejorar la agricultura extensiva. Conforme fueron perfeccionados, ahora tienen la propiedad de no contaminar por ser un producto biodegradable. Aunado a estas propiedades, la utilización de los herbicidas se lleva a cabo de una manera extremadamente racional. De tal suerte que, después de una aplicación, la segunda ocurre 14 días después. El efecto neto es una reducción en la aplicación del agroquímico.

Fórmulas más que probadas

Por otra parte, están las plantas que son resistentes a los insectos como el maíz Bt. Una bacteria productora de toxina que daña y  ataca a los insectos, es la fórmula de muchos plaguicidas que se industrializaron hace 60 años y que gracias a su baja toxicidad es inocua al ser humano y a otros animales. Aunado a esto, tiene la característica de ser específica, es decir, no mata a cualquier insecto sino al fijado como objetivo. Ataca plagas y deja vivir insectos benéficos como la avispa.

Uno de los grandes logros de los cultivos modificados biológicamente mediante la ingeniería genética, consiste en que la planta produce las toxinas que vienen de la bacteria.

El gen responsable de esa toxina se inserta a una planta como el maíz y aunque en este sentido sufre una transformación, en realidad sigue conservado sus propiedades alimenticias y ya no es necesario regar ningún herbicida. La larva dañina come en una sola ocasión las hojas del maíz y no lo vuelve a hacer porque muere posteriormente. Este desarrollo biotecnológico tiene más de 60 años y su monitoreo está más que comprobado: no afecta al ser humano.

Una de las grandes aportaciones de la biotecnología es que tiene efectos benéficos sobre el medio ambiente y no afecta negativamente ni a la fauna y ni a la flora.

Actualmente, las cosechas de maíz tratadas con biotecnología tienen la capacidad de fijar más nitrógeno al suelo, lo cual evita su degradación. El «sueño» de los agrónomos es lograr que todos los cereales y las legumbres fijen nitrógeno.

En el aspecto forestal, gracias a la biotecnología podrían generarse especies que crezcan más rápido y que sean más vigorosas, que tengan mayor resistencia a plagas y enfermedades. Por ejemplo, podrían obtenerse variedades con más celulosa, lo que beneficiaría a la industria papelera.

Otro de los futuros usos de la biotecnología consiste en obtener plantas que utilicen menor cantidad de agua, y otro sueño dorado del ser humano sería el poder cultivar en el desierto, donde algunas plantas sobreviven y otras no.

Los genes de estas plantas que sobreviven en el desierto bien podrían ser transferidos a los cultivos que utilizamos para la alimentación y los beneficios serían enormes.

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