Financiamiento

Si el crédito es la respuesta para el campo, ¿cuál era la pregunta?

Por: Carlos Mallén Rivera*
Foto: 2000 Agro

Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo,
Seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo
Stephen Covey

creditoFinanciera rural señala como su misión: “Coadyuvar a realizar la actividad prioritaria del Estado de impulsar el desarrollo de las actividades agropecuarias, forestales, pesqueras y todas las demás actividades económicas vinculadas al medio rural, con la finalidad de elevar la productividad, así como de mejorar el nivel de vida de su población, a través del otorgamiento de crédito y manejando sus recursos de manera prudente, eficiente y transparente.”
Pero más aún, su visión —que es cómo definen en la teoría de la planeación estratégica, el sueño por alcanzar— se expresa en los siguientes términos: “Consolidar un sistema de financiamiento y canalización de recursos financieros, asistencia técnica, capacitación y asesoría en el sector rural. Propiciar condiciones para la recuperación del nivel de vida en el medio rural mediante la oferta de financiamiento, asesoría y capacitación, en beneficio de los productores rurales, sobre todo a través de entidades intermediarias que aseguren el impacto en ellos.”
Si las metas por alcanzar son tan claras, bien definidas y útiles, ¿por qué el crédito no ha sido la solución a los graves problemas del campo mexicano, cuando en voz de los líderes, sociólogos y políticos en los préstamos se cifran todas las esperanzas?
Pese a que proporcionar crédito a los pobres ha sido una prioridad de los gobiernos y organismos multilaterales, la mayoría de las instituciones financieras rurales de los países en desarrollo son un fracaso como lo han demostrado los estudios de las últimas décadas.
Así, los agricultores latinoamericanos continúan endeudados e insolventes, condición agravada por la crisis económica global. Y como de costumbre, los consultores sugieren seguir “extendiendo la mano», mediante créditos, subsidios y otras efímeras ayudas paternalistas. Incluso insisten en la refinanciación de las deudas de los agricultores, con el claro objetivo de volverlos, nuevamente, sujetos de créditos de modo que puedan endeudarse una vez más y cada vez más.
El especialista en materia agrícola Polan Lacki trabajó 15 años como agente de extensión rural en Brasil y 23 años con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), lo que le permitió conocer a fondo los retos del financiamiento en la agricultura. En su texto Crédito rural: lo que sería una gran solución se transformó en un gran problema, critica que semejantes recomendaciones sólo confirman que dichos consejeros nada han aprendido de la reciente debacle financiera mundial, provocada exactamente por la excesiva e irresponsable concesión de créditos, cuando lo más lógico consistiría en advertir a gobiernos y agricultores que, si el crédito fuese tan eficaz, no tendríamos tantos productores endeudados.
Sin embargo, los consejeros siguen recomendando paliativos de emergencia que apenas suavizan los efectos de la crisis, en vez de eliminar las causas de fondo que la están originando y alimentando; atenuantes que eternizan la dependencia (perversa) del Estado.
Al igual que el célebre periodista Michael Moore mostraba, con el más fino sarcasmo, lo que la opinión pública se negaba a aceptar a través de su programa de televisión The Awful Truth, aquí también la horrible verdad develada por el ingeniero Lacki debe ser dicha, pese a ser políticamente incorrecta, aquella que muy pocos consejeros dirían a los productores rurales que, como regla general:

1) Las principales causas de sus problemas económicos son las ineficiencias, tecnológico–productivas, gerenciales y comerciales, que los propios agricultores están cometiendo.

2) No tienen rentabilidad porque adoptan procedimientos equivocados que incrementan innecesariamente sus costos de producción y reducen también innecesariamente los precios de venta de sus cosechas; en circunstancias en las cuales, para tener rentabilidad, podrían y deberían concentrar sus esfuerzos en hacer exactamente lo contrario.

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