Maquinaria e Insumos Agricolas

Robots que mejoran el vino

Grandes productores de Francia y la península ibérica aplican las innovaciones de la cuarta revolución industrial para complementar el trabajo humano

Los elaboradores del vino francés Château Clerc Milon, propietarios del prestigioso (y cotizado) Château Mouton Rothschild en Pauillac, han probado un prototipo de robot que les ayuda a cultivar los terrenos donde están plantadas sus vides y que también contribuye a mantenerlos limpios, sin malas hierbas. Este ejemplo se añade a muchos otros que demuestran la automatización creciente en la agricultura y la industria de la alimentación. En concreto, para este experimento, materializado en un dispositivo llamado Ted, esta bodega se ha aliado con el grupo Naïo Technologies, de su mismo país.

Desde la compañía productora, Philippe Dhalluin reconoce sin cortapisas: “Vemos la robótica como una solución efectiva para el futuro”, lo que demostraría que hasta los productos en los que la tradición pesa más se están abriendo a nuevas herramientas y procedimientos eminentemente digitales.

Como señala el propio Dhalluin, la tecnología permite que las labores en los viñedos sean menos duras. Eso, claro está, sin dejar de respetar el suelo, una condición necesaria para asegurar la calidad de los vinos. Si estas innovaciones se introdujesen definitivamente, empresas como esta dependerían menos de las energías fósiles y de la maquinaria agrícola tradicional, mucho más agresiva.

Estos elaboradores, que no han dejado de buscar métodos orgánicos y biodinámicos, han reducido los tratamientos químicos en un 30 por ciento desde 2008. Ni ellos ni la mayoría de sus colegas en las principales zonas vinícolas de Francia y la península ibérica creen que la robótica vaya a sustituir a los humanos en su sector, en particular, en las tareas de selección de uvas. Destacan que les sigue preocupando “el bienestar” de su plantilla. Por esta razón, Ted podría llegar a relevarlos en las acciones más incómodas y mecánicas, pero tienen claro que un aparato de este tipo no reemplazará las manos y el talento de las personas.

Estos factores, a su entender, son fundamentales para que las cosechas tengan la calidad deseada. En Portugal, Symington Family Estates han utilizado igualmente un robot para controlar la salud de las vides que incluso puede avisar a los enólogos cuando detecta algún problema. El gadget, denominado Vine Scout, se vale del seguimiento por GPS para operar con autonomía en los campos. Este proyecto, financiado con fondos públicos europeos y con participación de las universidades Politécnica de Valencia y de La Rioja, comenzó en 2016 y se prevé que tenga un desarrollo de tres años aliado con el grupo Naños. Será entonces cuando se puedan extraer las conclusiones definitivas, sin embargo, por ahora, su aplicación está siendo satisfactoria.

Estas iniciativas complementan el trabajo con drones que están llevando a cabo bodegas como Château Pape Clément, propiedad del magnate Bernard Magrez, en Burdeos, con la tecnología de Chouette. La primera cosecha de este vino data de 1252, lo que no ha impedido a sus responsables apostar por las novedades de la cuarta revolución industrial. Según cuenta uno de los cofundadores de Chouette, Charles Nespoulous, la cámara de la aeronave sin tripulación que sobrevuela las 70 hectáreas de estas parcelas posibilita “un análisis casi quirúrgico” de su estado.

Estos mismos drones se emplean en la región de Champagne para, entre otras misiones, detectar la aparición de moho con mucha antelación, con lo que se puede disminuir el uso de pesticidas. La máquina multiplica la cantidad de disparos y retransmite la información recogida para generar un mapa de la contaminación de los campos. Dependiendo de las formas y los colores de esta representación, sabrá si se encuentra ante una afección u otra. Un portavoz de Château Pape Clément sentencia que los resultados son “muy alentadores”.

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