Pecuario y Pesquero

La erradicación no pone fin a la lucha contra la peste bovina

La FAO y la OIE lanzan un plan de acción para mantener al mundo libre de esta mortífera plaga

La peste bovina fue declarada erradicada en 2011, lo que la convierte en la primera enfermedad animal en ser eliminada en la historia de la humanidad. Durante siglos, la peste bovina ha causado la muerte a millones de vacas, búfalos, yaks y animales silvestres, lo que condujo a hambrunas y al hambre.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) piden ahora a los países que eliminen las últimas muestras de virus de la peste bovina que aún se conservan en algunos laboratorios. Para mantener al mundo libre de la enfermad y evitar cualquier posible reintroducción, los dos organismos han desarrollado un Plan de Acción Mundial, hecho público hoy. Este plan pretende ser una guía que detalle las responsabilidades de todos los países involucrados para mantener al planeta libre de la peste bovina.

El Plan de Acción Mundial abarca cinco fases: preparación, prevención, detección, respuesta y recuperación. Ya que la peste bovina ha sido erradicada, el plan de acción para abordar el riesgo de reaparición difiere de otros planes dirigidos a combatir las enfermedades animales transfronterizas.

Ello implica mantener a los actores de primera línea al tanto de la enfermedad y la posibilidad de que vuelva a emerger. Ya se han aplicado varias medidas para lograr este objetivo, como la campaña de comunicación de la OIE “Nunca más”, dirigida al personal de laboratorio, veterinarios y estudiantes.

El Plan de Acción Mundial significa también optimizar la capacidad para hacer que las herramientas de diagnóstico y las vacunas estén disponibles si se necesitan, y un plan de emergencia coordinado que pueda activarse de inmediato frente a la aparición del primer caso confirmado, asegurando tanto un rápido retorno a la erradicación total de la enfermedad como el apoyo necesario para los medios de vida afectados. Todas estas fases requieren ser desarrolladas en el ámbito nacional, regional e internacional.

Deshacerse del material restante
Una de las razones por las que las capacidades de diagnóstico y de vacuna frente a la peste bovina son bajas, es que la campaña de erradicación prohibió el uso del virus, excepto en experimentos muy controlados supervisados por la OIE y la FAO.

Sin embargo, todavía hay algunas instituciones repartidas por el mundo que tienen material con contenido viral de la peste bovina (RVCM, por sus siglas en inglés), incluidas vacunas antiguas. Estas muestras tienen que destruirse o trasladarse a laboratorios seguros. En contraste, las muestras del virus de la viruela —la única otra enfermedad infecciosa que se ha erradicado de forma oficial— existen en solo dos zonas de almacenamiento designadas como lugares seguros.

Idealmente, los países podrían optar por destruir el RVCM que conservan, y la FAO y la OIE lideran un programa que les ayuda a hacerlo. Las dos organizaciones apoyan igualmente a instituciones clave donde las muestras —que podrían ser útiles para obtener vacunas en una emergencia— pueden almacenarse de manera segura. De forma alternativa, los países podrían mejorar sus instalaciones de almacenamiento de conformidad con los protocolos de supervisión de la FAO y la OIE.

Hasta ahora, sin embargo, el progreso en la eliminación de este material residual ha sido lento. Tan solo en la Unión Africana se ha alcanzado un acuerdo regional para agrupar todas las muestras de virus en un único lugar de almacenamiento.

La peste bovina —denominada también rinderpest o peste del ganado—, ha sido un flagelo durante milenios y ha matado a millones de animales, incluidas algunas especies silvestres. Forma parte de un grupo de virus que incluye el moquillo canino, la peste de los pequeños rumiantes y el virus del sarampión en los humanos.

La FAO y la OIE están utilizando el exitoso programa de erradicación de la peste bovina como modelo para una nueva campaña para librar al mundo de la peste de los pequeños rumiantes, una enfermedad relacionada que afecta a las ovejas y las cabras, causando pérdidas de hasta dos mil 100 millones de dólares anuales, que soportan en su mayoría los agricultores en pequeña escala.

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