Pecuario y Pesquero

La nueva «Tienda de raya» lechera

La lechería de pequeños y medianos productores en México, también llamada «lechería familiar» o «lechería en pequeña escala», aporta aproximadamente 30 por ciento del volumen nacional de leche, proveniente de la ordeña de 1.47 millones de vacas. Además, representa una de las principales fuentes de ingreso para más de 100,000 familias campesinas.

Una fortaleza de este sistema de producción que le ha permitido sobrevivir a continuas crisis económicas es el hacer uso de recursos (factores de la producción) disponibles dentro del núcleo familiar en especial: mano de obra, tierra, capital y agua.

El estado más representativo de este sistema de producción es Jalisco, y sobre todo la cuenca lechera de los Altos, ya que contribuye con 60 por ciento de la producción estatal, y es gracias a esta región que la entidad destaca como primera productora de leche del país. El número de productores que la conforman asciende aproximadamente a 15,000, y de éstos entre 70 y 80 por ciento son considerados de lechería familiar.

Diversos autores han manifestado que para que la pequeña producción agropecuaria tenga éxito, se requiere de un entorno favorable, de que los productores estén organizados, tengan acceso al financiamiento y a la transferencia de tecnología.

La caída del financiamiento

Sin embargo, vemos que contrariamente a estos requisitos, en el caso del crédito, la banca comercial y la de desarrollo han disminuido en forma paulatina el financiamiento a la ganadería lechera, ya que en 1990, el 43 por ciento de los créditos descontados por los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), se destinaban a la producción de leche; para 1997 dicha proporción se redujo a 18 por ciento; asimismo, el monto de crédito descendió en términos reales en 66 por ciento entre 1990 y 1997.

En el caso de la lechería familiar, la situación es más grave todavía, porque los bancos prácticamente le han retirado el financiamiento, según se desprende de una encuesta aplicada por los autores en los Altos de Jalisco.

De los productores entrevistados, el 91 por ciento manifestó no haber recibido ningún crédito de la banca comercial en los últimos 5 años; 94 por ciento dijo no haber recibido tampoco ningún crédito de Banrural, en el mismo periodo. También, 100 por ciento de los entrevistados manifestó no haber recibido nunca algún crédito de organizaciones o empresas que funcionen como parafinancieras, es decir, personas morales que fungen como intermediarios entre el banco y productores que no son sujetos de crédito.

Entre las causas que explican este fenómeno, se encuentra el elevado costo del dinero prestado por los bancos, lo que ha obligado a los particulares y a las empresas a recurrir a fuentes alternas de financiamiento, entre las que ha cobrado gran importancia el crédito otorgado por fuentes comerciales (también llamado crédito del sector no bancario). En este sentido, los bancos han perdido espacios económicos y financieros que los han relegado como principales aportadores de recursos para el desarrollo de la economía.

En el sistema bancario, el costo del crédito para las empresas alcanzó en el año 2000 una tasa de interés de hasta 37 por ciento anual, y para el consumo llegó a situarse en 41 por ciento anual. En contraste, una forma de financiamiento del sector no bancario, es el tiempo de espera en el pago a proveedores, que otorgan las empresas y establecimientos comerciales, y que puede ser de hasta 7.5 meses en algunas actividades económicas vitales en el mercado interno, como es la de bienes de consumo.

Los nuevos financieros

En el sistema de producción de lechería familiar, las fuentes comerciales que pueden otorgar crédito a este tipo de ganaderos son: las empresas proveedoras de bienes y servicios, y las empresas acopiadoras de la leche.

En cuanto a empresas proveedoras de bienes y servicios, que tienen importancia en la producción lechera, se puede citar, entre otras, a las «forrajeras» (empresas que venden alimento balanceado para ganado), a las veterinarias (venden semen, medicinas y vacunas), a las distribuidoras de agroquímicos (venden fertilizantes, semillas y toda clase de pesticidas), a las que venden equipo para inseminación artificial, ordeña mecánica y enfriamiento de la leche, y a las que venden asesoría y asistencia técnica.

La nueva tienda de raya

En la lechería familiar de los Altos de Jalisco, el vacío que deja el financiamiento bancario, está siendo cubierto por los establecimientos comerciales, con efectos perversos para la producción, ya que retomando los datos de la encuesta aplicada en la región, 90 por ciento de los entrevistados mencionó tener crédito con el proveedor del alimento balanceado, es decir, una «forrajera».

El mecanismo de operación es el siguiente: la forrajera proporciona el alimento balanceado como venta por cobrar a una semana o máximo 15 días, si al término de este plazo el productor no cumplió con el pago (lo cual es bastante común dados los bajos precios pagados por la leche), se cobra un interés de entre 2 y 3 por ciento mensual sobre el saldo adeudado, a la siguiente semana el ganadero pide más alimento a cuenta, y la deuda sigue creciendo merced a los saldos no cubiertos y los intereses generados.

Como resultado de este mecanismo de financiamiento a la producción por parte de estas empresas, la mayoría de los productores están permanentemente endeudados con ellas, de hecho hay ganaderos que tienen hasta 14 años cautivos con la misma forrajera porque le deben dinero, convirtiéndose en una versión moderna de la «tienda de raya».

Ante esta situación se considera que son estas empresas las causantes en buena medida de la descapitalización presente en el sistema de producción de lechería familiar en los Altos de Jalisco. Bajo esas condiciones, el negocio de la producción de leche en la región, es más bien para este tipo de empresas.

Esta situación también es la que impide, en la mayoría de los casos, que los productores se agrupen y concentren la demanda de alimento balanceado para realizar compras en volumen, y aprovechar las ventajas que esto ofrece; recordemos que al compactar la demanda de insumos se pueden negociar mejores precios por parte de los proveedores; estos descuentos se transfieren directamente al productor, ayudándolo a reducir sus costos de producción, de los cuales el 80 por ciento corresponde a la alimentación y fundamentalmente a la compra de alimento balanceado.

La propuesta

Una forma de romper con este círculo vicioso, consiste en apelar a la solidaridad de los ganaderos mediante el otorgamiento de préstamos para saldar la deuda. Se puede formar un fondo con aportaciones de los productores, las cuales pueden provenir de los derechos del Procampo, y de esta manera prestar los recursos necesarios para liberar a los interesados de las manos de las «forrajeras», una vez fuera, pueden agruparse, compactar la demanda y realizar compras consolidadas de alimento balanceado reduciendo costos de producción.

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