Política Agropecuaria

América Latina y el Caribe abatirán hambre y la malnutrición

FAO y OPS han invitado a países de toda la región a presentar experiencias ejemplares que permitan cambiar la forma en que se producen, comercializan y consumen los alimentos en la región

Transformar los sistemas alimentarios será una pieza muy importante de la estrategia que se necesita para acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición en América Latina y el Caribe, señalaron hoy la FAO y la OPS.

Ambas agencias han convocado a autoridades de gobierno de la región y a expertos internacionales a un seminario en El Salvador para compartir políticas públicas y experiencias exitosas que permitan crear sistemas alimentarios que contribuyan a la salud de la población.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en las últimas décadas, los sistemas alimentarios de la región —el conjunto de actores y reglas que determinan cómo se producen, comercian, distribuyen, procesan y consumen los alimentos, es decir, desde la siembra hasta la mesa— han sufrido un profundo cambio.

Cambios económicos, demográficos, tecnológicos y culturales han tenido un profundo impacto tanto en los alimentos que consume la población como en la manera en que estos se producen, transforman, comercializan, distribuyen y consumen.

Esta transformación ha convertido a la región en una potencia alimentaria, y ha tenido muchos efectos positivos en términos del bienestar de la población: ha sido clave en la reducción de la pobreza en muchos países, y ha facilitado que millones de mujeres puedan incorporarse el empleo fuera de sus casas.

Pero también ha tenido efectos negativos. América Latina registra una venta al detalle de productos ultra procesados de 129 kilos per cápita cada año, y un aumento considerable en el consumo de alimentos ultra procesados o con alto contenido de azúcar, sal y grasa, factores que explican el explosivo aumento de la obesidad en la mayoría de los países de la región.

En muchos países de la región es más barato comer mal que comer sano, un aspecto que afecta sobre todo a los más pobres, que gastan una gran parte de sus ingresos en comida. Por caloría consumida, los productos ultra procesados son generalmente más baratos que los alimentos frescos y nutritivos.

Lo anterior se conjuga con el hecho de que, en los últimos años, la reducción de la pobreza se ha estancado en la región, por lo que los sectores de la población que viven en condición de pobreza o de vulnerabilidad social tienen que enfrentar más presiones que ponen en riesgo su seguridad alimentaria.

Según la FAO y la OPS, transformar los sistemas alimentarios para hacerlos sostenibles, justos, inclusivos y sensibles a la nutrición requiere la participación de todos.

Los dirigentes políticos y los responsables de las políticas públicas, tienen una responsabilidad especial, pero las empresas privadas del sector agroalimentario también juegan un papel central que no puede ser sustituido, dado que sus decisiones determinan —en lo fundamental— la forma y el funcionamiento de los sistemas alimentarios, por lo que la FAO y OPS llamaron a las empresas agroalimentarias a comprometerse con ser parte de la solución a la malnutrición que afecta a un número creciente de latinoamericanos y caribeños.

Los consumidores a través de sus organizaciones, han jugado y deben seguir jugando un papel activo en denunciar las distorsiones de los sistemas alimentarios, y en la promoción de estrategias y políticas para corregirlas. Los agricultores, por su parte, tienen la tarea de producir más alimentos cada vez más sanos e inocuos.

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