Sector Rural

Por qué todas las fresas que comemos se originaron en Chile

En 916 el rey Carlos III de Francia, apodado el Simple —que significaba “honesto”—, recibió un regalo que lo complació sobremanera

Ciudad de México, 17 de noviembre de 2020.— Julius de Berry, de Amberes, le había obsequiado una fuente repleta de fresas maduras del bosque; como recompensa, el rey le otorgó el nombre “Fraise” (fresa, en francés) a la familia.

Ochocientos años después, otro rey de Francia, Luis XIV, estaba preocupado porque a su país no le estaba yendo bien en la guerra de sucesión española y temía que un tratado de paz dejara la corte de Versalles sin acceso a las riquezas de América.

En 1711 decidió enviar a un espía al sur del Nuevo Mundo a recoger información. El elegido resultó ser nada menos Amedée François Frézier.

El apellido había cambiado un poco, pues la familia se había establecido en Escocia en la Edad Media, como parte del séquito del embajador de Francia, y allá se tornó en Frazer; de regreso a Francia, quedó en Frézier, pero Amedée era descendiente de Julius, aquel que le había regalado fresas a Carlos el Simple.

Y, en una de esas curiosas coincidencias de la historia, su viaje a Sudamérica cambiaría para siempre ese manjar que tanto agradó al monarca.

Mercader espía

Frézier cuenta en su relato “Un viaje al Mar del Sur y a lo largo de las costas de Chile y Perú, en los años 1712, 1713 y 1714” que se hizo pasar por marino mercader para poder realizar su misión de espionaje sin levantar sospechas.

Y logró su cometido sin mayores problemas.

Pero el resultado más trascendental de su periplo no sería evidente sino hasta unos años después y se derivó de su encuentro con algo que lo cautivó a su paso por tierras mapuches: una planta que los nativos llamaban quellghen o kellén.

“Cultivan campos enteros de una especie de fresa diferente a la nuestra por las hojas más redondeadas, más carnosas y muy peludas.

“Sus frutos suelen ser tan grandes como una nuez, y a veces como el huevo de una gallina. Son de un color rojo blanquecino y un poco menos delicados que nuestras fresas del bosque.”

Es difícil establecer el origen de las fresas pues se han encontrado especies endémicas en casi todos los lugares del mundo aparte de Australia, las tierras al este de los Andes, Medio Oriente y África (aunque hay evidencia tan antigua de su cultivación en el norte de África y Medio Oriente que quizás también son nativas de esas regiones).

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