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Chile habanero en Baja California, un cultivo emergente

Este chile es una hortaliza de clima caliente que regularmente se cultiva en un rango de temperatura que alcanza hasta los 35 grados

Tomate, fresa, trigo, cebolla, espárrago y uva abarcan la mayor parte de las superficies en los campos de cultivo de Baja California, donde especialistas en agricultura en zonas áridas trabajan en la producción de una nueva variedad de chile habanero.

El chile habanero (Capsicum chinense Jacq.) es una hortaliza de clima caliente que regularmente se cultiva en un rango de temperatura que alcanza hasta los 35 grados, por lo que su mejor desarrollo lo obtiene en zonas subtropicales como Yucatán, estado que concentra 73 por ciento de la superficie de cultivo de chile habanero en México.

¿Podría el chile habanero producirse en Baja California? Investigadores de la Facultad de Ingeniería y Negocios San Quintín, de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), experimentan con el cultivo de chile habanero en condiciones de invernadero, modalidad en que han logrado incrementar el rendimiento de la planta.

En el poblado de Santo Tomás, al sur del municipio de Ensenada, Baja California, un productor se aventuró en el cultivo de chile habanero a campo abierto desde la década de 1990, donde produce entre 100 y 120 toneladas anualmente.

José Alfredo García Gómez, empleado de la empresa familiar, mencionó que hasta ahora el chile habanero ha sido producido con moderación y ocupa una superficie de cultivo que va de las ocho a las diez hectáreas; la mayor parte se comercializa para consumo del mercado nacional.

Observó que el clima en Santo Tomás es árido y no se cuenta con las condiciones idóneas para el cultivo, sobre todo en la temporada de invierno, cuando la temperatura desciende y el cultivo se pierde por el congelamiento de las plantas.

Dadas las adversidades climáticas, la empresa ha mantenido el chile habanero como un cultivo temporal que se puede desarrollar en los meses de abril a noviembre.

Scoville es la escala que mide el picor de chiles y pimientos. Dentro de dicha escala, el chile habanero es uno de los de mayor picor del mundo, puesto que su contenido de capsaicina está entre las 200 y 500 mil unidades Scoville.

Esta particular característica ha generado que el chile habanero no solamente se contemple como materia prima para el sector gastronómico, sino también para la elaboración de productos, como gas pimienta para defensa personal y farmacéuticos que controlan la artritis, lo que ha incrementado su demanda internacional.

La maestra Aurelia Mendoza Gómez, profesora investigadora de la Facultad de Ingeniería y Negocios San Quintín y líder del cuerpo académico de Agricultura Protegida en Zonas Áridas, considera que el mercado del chile habanero es atractivo para los agricultores mexicanos y puede convertirse en una alternativa para los productores de Baja California.

En 2013, la maestra Aurelia Mendoza emprendió los primeros experimentos con el cultivo de chile habanero bajo condiciones de invernadero, considerando que San Quintín es una región que difícilmente cumpliría con las características climáticas exigidas para su cultivo en campo abierto.

Ese año, la investigadora y sus colaboradores adquirieron semillas de un híbrido comercial de Yucatán, lo establecieron en invernadero y obtuvieron rendimientos favorables: un promedio de 80 toneladas por hectárea.

Con este objetivo autofecundaron la planta, extrajeron la semilla del híbrido y lo nombraron población F2, y a partir de este logro nace el proyecto para buscar una nueva producción de semillas, adaptadas al clima de Baja California.

Las expectativas para la población F2 no eran muy elevadas, dado que la variación genética del material se degrada y que el chile habanero es fruto de una planta autógama, es decir, cerrada a la fecundación.

Indicó que en Yucatán ese es el procedimiento que siguen los productores para generar sus propias semillas de especies híbridas y evitar las compras a empresas semilleras, ya que una sola cuesta alrededor de 60 centavos de dólar y el cultivo de una hectárea de habanero requiere aproximadamente 20 mil semillas.

Con el éxito obtenido, en 2015 los investigadores de la Facultad de Ingeniería y Negocios San Quintín volvieron a producir la semilla, y un año después establecieron vínculos con investigadores de Tabasco y Yucatán que donaron materiales experimentales que ellos mismos trabajaban sometiéndolos a diferentes ambientes.

Para 2017 ya habían sido evaluados diez materiales y comparados con dos testigos comerciales con resultados satisfactorios: las semillas con las que experimentaron superaron el rendimiento de los híbridos comerciales.

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