Tecnología

Maíces mayas con alta calidad proteínica

Las variedades Sac Beh y Chichén Itzá, desarrolladas por el INIFAP, son también más productivas

Ciudad de México, 13 de abril de 2020.— El maíz QPM (Quality Protein Maize, por sus siglas en inglés) abre una oportunidad para disminuir los niveles de desnutrición en la península de Yucatán, gracias al trabajo que mantienen investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), quienes desarrollaron dos maíces con alta calidad proteica, cuyos nombres de origen maya son Sac Beh —grano blanco— y Chichén Itzá —grano amarillo—. La Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo, que recientemente fue aprobada por el Legislativo, es un marco ideal para su desarrollo.

Hace dos décadas la doctora Evangelina Villegas, junto con el fitomejorador Surinder Vasal, desarrollaron una variedad de maíz con mayores niveles de lisina y triptófano, conocido como QPM, que ha contribuido a mejorar la nutrición en diferentes lugares del mundo y en México en entidades como Oaxaca, Chiapas y Guerrero. A este trabajo los investigadores del INIFAP dieron continuidad, junto con otras instituciones de investigación y agricultores de diferentes entidades, el cual puede incidir en mejorar los niveles de nutrición en zonas pobres y marginadas, en especial del sur-sureste mexicano.

En Yucatán, donde la desnutrición, sobrepeso y obesidad aqueja a la población, sobre todo en zonas rurales e indígenas, el INIFAP ha venido multiplicando las semillas de maíces nativos con QPM con el propósito de tener disponibilidad para el ciclo primavera-verano 2021, cuando se proyecta que esta semilla puede satisfacer a 27 mil productores milperos, quienes tienen menos de cinco hectáreas.

Por lo tanto, el INIFAP promoverá el acercamiento y trabajo en conjunto con la Secretaría de Desarrollo del estado (Seder), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en Yucatán (Sader) y la Secretaría de Desarrollo Sustentable del estado (SDS), así como otros centros de investigación, señala el investigador de esta institución, doctor Alejandro Cano González, quien expresa que “esto es una forma de contribuir a la suficiencia alimentaria en tres aspectos: productivo, nutrimental e inclusión”.

Yucatán —indica el experto— cuenta con un padrón de aproximadamente 75 mil pequeños productores y el propósito sería atender a 27 mil en el primer año; en 2022 y 2023 a un número similar, respectivamente, para llegar al 100 por ciento. De ser posible, en un cuarto año fortalecer a los primeros agricultores con más semilla de QPM. En esta primera fase se sembrará 50 por ciento de maíz blanco y 50 por ciento de amarillo.

La ventaja con Sac Beh y Chichén Itzá es que son variedades de polinización libre, las cuales el productor puede —como tradicionalmente lo hace— seleccionar, resguardar y usar para el siguiente ciclo. Con ello se elimina la dependencia del agricultor de tener que comprar semilla cada ciclo. “El tener su semilla lista, le da autosuficiencia en el componente semilla para el siguiente ciclo y puede cultivar hasta cuatro ciclos conservando las características productivas de esos materiales”, manifiesta Alejandro Cano.

Los maíces nativos o “mayas” que desarrollaron los investigadores del INIFAP se adaptan a suelos pedregosos, con condiciones limitadas, que logran pasar de rendimientos inferiores a 700 kilos por hectárea a dos toneladas y, en buen temporal, con el paquete tecnológico y condiciones óptimas de manejo, alcanzan hasta cinco o seis toneladas.

El experto hace hincapié en que el trabajo del INIFAP es multiplicar la semilla QPM para que el insumo esté disponible para los agricultores y, al mismo tiempo, dado que el maíz es básico en la dieta de los campesinos, al alimentarlos con estos maíces aportamos más proteína a su dieta y contribuimos a la suficiencia alimentaria en cantidad y calidad.

Cómo se ha gestado la historia

En la península de Yucatán en los años 1998 y 1999 se realizaron colectas de maíces nativos o criollos, con los que después se inició un programa de mejoramiento genético. Se registraron ante el Consejo Nacional de Variedades Vegetales tres materiales del Centro de Investigación Regional Sureste del INIFAP, dos maíces blancos y uno amarillo, a los cuales se les agregó el gene Opaco-2, que le da la característica QPM o de alta calidad proteica. Este material conserva 75 por ciento de germoplasma criollo y 25 por ciento corresponde a la característica QPM.

“Con la mayor concentración de lisina y triptófano en el maíz, se facilita el desdoblamiento de las proteínas, se hace más asimilable para el ser humano y los animales”, explica Cano González.

Con el tiempo, INIFAP estableció cuatro hectáreas de QPM, en las que obtuvieron 11.5 toneladas de semilla, disponible para los productores que la demandaran. En 2019 el gobierno de Quintana Roo adquirió 9.6 toneladas de semilla, categoría certificada, para unos mil productores.

Este año se establecieron ocho hectáreas, donde se obtendrán unas 25 toneladas de semilla, categoría certificada, con las cuales se pretende atender a productores milperos del estado de Yucatán y cinco mil kilos de semilla serán para el posible establecimiento de unas 150 a 200 hectáreas del ciclo otoño-invierno 2020-2021, y disponer de semilla certificada para el siguiente ciclo.

Lo anterior viene a la mano con la nueva legislación de maíces nativos, donde se obliga al gobierno federal y los estados a promover el uso de estos materiales, resalta el investigador del INIFAP.

Usos del QPM

El principal uso del QPM es para consumo humano, pero si los productores tienen excedente se puede vender o dar a los animales. En la península de Yucatán la necesidad promedio por familia es de tres toneladas de maíz por año, lo cual cubre las necesidades de alimentación humana y para animales de traspatio, pero como producen 700 kilos, no les alcanza; los maíces nativos mejorados, podrán superan estas necesidades.

El doctor Alejandro Cano explica que la característica QPM no afecta para nada el sabor del maíz, una limitación es que al ser más harinoso en el almacén es más susceptible a plagas; esa es una desventaja, pero con buen manejo se puede controlar.

Por otra parte, anota que aún no está explotada la línea de mejor precio por ser QPM, pero últimamente por el bum gastronómico ha aumentado la demanda de maíces nativos, criollos o de colores. Esto está abriendo una ventana de oportunidad para que estos pequeños productores puedan abastecer este nicho de mercado.

El investigador considera que entre los retos del INIFAP está continuar con mejoramiento genético en estos dos materiales para conservar o mejorar su pureza; contribuir en el estudio de su potencial de rendimiento y conocer mejor sus características organolépticas; y, por supuesto, se requieren recursos para hacer las investigaciones.

Vislumbra una excelente oportunidad para INIFAP en maíces nativos mejorados, tenemos la fortaleza nacional, los materiales evaluados, caracterizados, además contamos con volumen de semilla para multiplicarla y ponerla a disposición de los productores.

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