Tecnología

Plantas de incineración, ¿son una solución económica y sustentable?

En 2017 el gobierno de la Ciudad de México anunció la construcción de la primera planta de este tipo en América Latina, pero el proyecto se suspendió

Las plantas de incineración han proliferado en Europa, Asia y Estados Unidos como opción para obtener energía de residuos sólidos no reciclables. Sin embargo, en México, el primer proyecto de este tipo fue cancelado. Pero ¿realmente será una solución económica y sustentable?

En 2016 las ciudades del mundo acumularon más de dos mil millones de toneladas de desechos sólidos, con un promedio de 740 gramos por cada habitante del planeta. Pero esa cifra podría aumentar hasta alcanzar tres mil 400 millones de toneladas en 2050, según estimaciones del Banco Mundial (BM). Los habitantes de las zonas urbanas de los países pobres serán los más afectados, ya que no cuentan con sistemas para el manejo sostenible de esos residuos.

Según el BM, en los países de bajos ingresos más del 90 por ciento de los desechos sólidos se confina en rellenos sanitarios no controlados, o bien se queman al aire libre. Estas acciones ponen en riesgo no solo la salud y el medio ambiente, sino también las arcas de los gobiernos municipales, que destinan cantidades crecientes (entre 25 y 50 por ciento de su presupuesto) a la recolección y transporte de esos residuos.

Una alternativa de gestión de desechos que ha ganado terreno en las últimas décadas son las plantas de incineración controlada que aprovechan la energía de combustión de residuos sólidos no reciclables para obtener calor y electricidad.

En 2008 la Unión Europea dio un gran impulso a estas tecnologías con la publicación de nuevas directrices para el manejo de residuos (Waste Framework Directive). Estas pautas establecen que la incineración puede considerarse como un proceso de recuperación (análogo al reciclaje) y ya no como eliminación de desechos (confinamiento final en un basurero), siempre y cuando alcance un nivel de eficiencia superior a cierto umbral.

En 2017 el gobierno de la Ciudad de México anunció la construcción de la primera planta de este tipo en América Latina, pero el proyecto se suspendió. Los principales argumentos que se dieron para la cancelación de esa planta son que tendría altos costos económicos y ambientales y que solo resolvería de modo parcial el grave problema de acumulación de basura de la metrópoli.

“La incineración fue estigmatizada hace muchos años porque generaba dioxinas y furanos. Pero a lo largo de los años hemos visto que esas emisiones se redujeron drásticamente en Europa, Estados Unidos y Japón gracias a los avances tecnológicos”, afirma Javier Aguillón Martínez, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Javier Aguillón dijo que las plantas incineradoras son una opción viable tanto desde el punto vista energético como ambiental, pues si funcionan bien contribuyen a reducir emisiones de gases de efecto invernadero como metano y dióxido de carbono (CO2), que se liberan a la atmósfera cuando los desechos se confinan en rellenos sanitarios.

Gabriela Báez, promotora del movimiento Zero Waste (Cero desechos) en México, argumenta que el origen del problema es el modelo basado en el crecimiento de la economía, que exige aumentar continuamente el volumen de producción de bienes y servicios, lo cual necesariamente dispara la cantidad de desechos. Para Báez, en vez de invertir en tecnologías de incineración la solución es apostar por modelos de economía circular que en lugar de fomentar el esquema lineal de producción, consumo y desecho, buscan integrar los ciclos productivos de modo que se reutilicen todos los materiales que sea posible y se reduzcan al mínimo los desechos.

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