Pecuario y Pesquero

Fiebre aftosa: riesgos, daños y técnicas de prevención

Los brotes de fiebre aftosa traspasaron fronteras y obligaron a diversas naciones a intensificar las medidas de control, vigilancia y seguridad que ayuden a evitar la propagación de la enfermedad en sus territorios.

Aunque México es un país libre de fiebre aftosa desde 1954, el gobierno federal, por conducto de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Pesca (Sagarpa), ha impuesto una serie de disposiciones preventivas de tipo zoosanitario para impedir el ingreso de la fiebre aftosa en suelo mexicano.

Tanto en puertos, aeropuertos y fronteras nacionales se cuenta con infraestructura y recursos humanos calificados que supervisan las medidas de precaución, como la instalación de tapetes sanitarios y la incineración de desechos sólidos, con el fin de evitar que los turistas que proceden de naciones afectadas sean portadores del virus.

Asimismo está prohibida la introducción de animales vivos por el riesgo que representa el que éstos pudieran estar afectados por fiebre aftosa, así como el acceso de animales que provengan de naciones que no reconoce México como libres de la enfermedad o de alto riesgo.

No podrán introducirse a la nación azteca animales de pezuña hendida, domésticos y silvestres, armadillos, erizos, roedores, nutrias, osos pardos, elefantes, búfalos, capibaras, conejos y chinchillas, así como sus productos y subproductos, incluyendo materiales biológicos y alimenticios, procedentes de países afectados.

Tampoco podrán ingresar las importaciones de productos lácteos y carne de animales, susceptibles de presentar la enfermedad, que provengan de naciones no reconocidas por México como libres de aftosa, sólo podrán ser internadas si demuestran contar con certificado sanitario de origen.

Enfermedad infecto-contagiosa

La historia científica de la fiebre aftosa se remonta a 1546, año en que Hieronymus Fracastorius describió una enfermedad vesicular altamente contagiosa que afectó a bovinos en Italia y que posteriormente se propagó a Francia e Inglaterra. La sintomatología descrita en ese entonces por Fracastorius puede identificarse perfectamente con la de la fiebre aftosa.

La enfermedad fue introducida a América mediante animales provenientes del continente europeo como resultado del proceso de colonización impulsado por españoles y portugueses a partir del siglo XVI.

En 1870 se comprobó por primera vez en América la existencia de la enfermedad, la cual afectó a la costa del noreste de Estados Unidos, la provincia de Buenos Aires, Argentina; la región central de Chile, Uruguay y el sur de Brasil.

En la actualidad, la creciente globalización del comercio ha favorecido la diseminación de la fiebre aftosa, especialmente en Europa y Sudamérica donde, como consecuencia de la suspensión de la vacunación, se tiene hoy un escenario elevado de animales susceptibles o con mayor riesgo de padecer este mal.

La fiebre aftosa es una enfermedad viral, altamente contagiosa que afecta a los animales domésticos de pezuña hendida como bovinos, caprinos y porcinos, y otras especies silvestres.

La fiebre aftosa es producida por un aphtovirus que pertenece al grupo de los Picornavirus. Su propagación es rápida y las poblaciones ganaderas que la padecen disminuyen en forma notoria su productividad, presentándose una menor producción, peso deseado, gastos elevados en medicinas y muerte de animales, especialmente terneros.

Transmisión

El virus se difunde en forma muy rápida principalmente por vía respiratoria, o también por vía bucal en bebederos. Otra vía de transmisión, aunque menos frecuente, es mediante su diseminación en las ruedas de los camiones, automóviles o en las prendas y utensilios de los profesionales que visitan los campos.

El contagio también se puede producir por las heridas en la piel, las heces, la inhalación (con vientos favorables el virus puede viajar hasta 60 kilómetros de distancia), las vesículas (tras un periodo de incubación de dos a 14 días aparecen unas ampollas en la boca y en las pezuñas del animal que se rompen a las 24 horas), por ingestión (el virus puede sobrevivir largos periodos en la comida, la basura, el pelo o la ropa).

Las bacterias complican el cuadro de la fiebre aftosa haciendo más crítica su presencia y dificultando las medidas de control del brote.

La movilización de animales y algunos de sus productos y subproductos son el principal medio de diseminación de la enfermedad pues sirven de receptáculo o vehículos mecánicos.

Asimismo, las personas, sus prendas de vestir, utensilios e implementos pueden actuar como propagadores del virus de la fiebre aftosa. No obstante, la enfermedad no se transmite de un hombre a otro. Al ser humano, apenas le afecta la patología, pero es un vehículo importante para la propagación del virus.

El proceso conocido como “maduración” de la carne, por el cual, tras la faena, se deja a la res por un tiempo en las cámaras frigoríficas, provoca una acidificación del músculo, que basta para inactivar al virus.

Sintomatología

El principal signo clínico que ocasiona la fiebre aftosa en los animales es la aparición de aftas o ampollas que le dan nombre a la enfermedad. Estas lesiones se ubican sobre todo en la lengua y otras partes de la boca, ollares y pezuñas provocando un intenso babeo, cojera y una merma importante en el consumo de alimento que se traduce en pérdida de kilos para el animal y de dinero para el productor.

Los síntomas son variados y básicamente se manifiestan en pérdida de apetito y fiebre. Las lesiones aparecen en puntos específicos:

– Boca: provocan mucha salivación (babeo) con chasquido de dientes. En el cerdo y las ovejas las lesiones linguales son generalmente más pequeñas que las de los bovinos.

Se forman vesículas o ampollas y erosiones en la mucosa bucal y nasal externa (especialmente en el hocico de los cerdos), lo que les impide comer adecuadamente.

– Pezuñas: formación de vesículas en la piel situada por encima y en medio de las pezuñas.

– Patas: es frecuente la cojera de los animales debido a las lesiones que causa el virus en las patas.

– Pezones: los pezones de las vacas también se afectan, dificultándose el ordeño por las aftas que se rompen y dejan áreas sangrantes y dolorosas. La mastitis o inflamación de la ubre es una complicación segura y la disminución en la producción de leche es drástica.

– Tubo digestivo: el virus ocasiona lesiones en todo el tubo digestivo y como consecuencia, se disminuye la absorción de nutrientes, se desperdicia el forraje y se pierde producción de carne.

–    Lesiones cardiacas: en los animales jóvenes (terneros) la mortalidad aumenta por las lesiones cardiacas que causa el virus.

Diagnóstico

La fiebre aftosa requiere un diagnóstico diferencial con otras enfermedades vesiculares. El agente etiológico de la enfermedad está agrupado en siete tipos y 61 subtipos diferentes, aun los países que poseen adecuados programas de control, tienen su ganadería expuesta a la aparición de nuevos subtipos o tipos exóticos.

La diferencia inmunológica entre estos tipos es de tal magnitud que animales que se hallan en el primer periodo de convalecencia y perfectamente protegidos contra la especie de virus que les ocasionó la enfermedad, no lo están para los otros tipos.

Entre el grupo de enfermedades de los animales domésticos que se caracterizan por presentar una sintomatología semejante a la fiebre aftosa, se incluyen la estomatitis vesicular, el exantema vesicular del cerdo, la enfermedad vesicular del cerdo y las enfermedades de tipo erosivo como la lengua azul, IBR y BVD.

El diagnóstico de laboratorio de la fiebre aftosa puede realizarse con base en el aislamiento del virus de tejidos o a partir del líquido esofágico-faríngeo. Se puede determinar la existencia de anticuerpos en el suero, mediante la Fijación del Complemento, prueba que todavía es imprescindible para la identificación del subtipo. La prueba de antígeno VIA; las pruebas de Elisa, antígeno y anticuerpo; anticuerpos no estructurales, y pruebas de inmunoelectrotransferencia (EITB), son también utilizadas para caracterizar la enfermedad de acuerdo con criterios epidemiológicos.

Prevención

Ante la amenaza mundial que representa la fiebre aftosa, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha hecho las siguientes recomendaciones: aumentar las medidas de vigilancia, campañas de información, refuerzo del control fronterizo, planes de destrucción de los cadáveres de los animales y el suministro de vacunas, aunque estas últimas no suponen la erradicación de la enfermedad ya que sólo protegen temporalmente al animal pero no lo hacen inmune al virus.

Desde que México quedó libre de la última epidemia de fiebre aftosa, hace 47 años, se han privilegiado las acciones de prevención. Muestra de ello es la creación de la Comisión México Americana para la Prevención de la Fiebre Aftosa –creada en 1947–, que tiene la misión de vigilar y controlar la enfermedad.

En marzo pasado se realizó un simulacro entre México, Canadá y Estados Unidos para representar un brote de fiebre aftosa en Norteamérica. En caso de presentarse este panorama los tres países acordaron que la mitigación de la enfermedad se realizaría, entre otras medidas, mediante esquemas de vacunación. El objetivo es contener el brote de manera rápida y efectiva. Sin embargo, áreas geográficas con características particulares de producción y comercio animal requerirían de diferentes medidas de control que podrían incluir vacunación de emergencia.

La vacunación es una medida de carácter temporal. Requiere que posteriormente, de acuerdo con las condiciones epidemiológicas y los recursos disponibles, los animales vacunados sean aprovechados.

Esta tarea no representa ningún riesgo para la salud humana, por lo que los animales serían enviados a rastros y plantas de procesamiento para consumo humano y sus productos se aprovecharían en la cadena alimentaria.

Cualquier sospecha de la presencia de fiebre aftosa u otra enfermedad vesicular deberá notificarse a la Sagarpa en forma inmediata para su atención por personal oficial especializado.

Comentarios

comentarios

Siguenos!

Países que nos están viendo


Suscribete al Boletin