Agroindustria

Combatiría EU cultivos de opio con potentes herbicidas en Afganistán

KABUL.— Entre advertencias de que conduciría a un levantamiento en apoyo al Talibán, el presidente afgano, Hamid Karzai, resiste presiones estadounidenses para autorizar un programa de rocío de cultivos con herbicidas, cuyo propósito es erradicar la producción masiva de opio en el país.

El plan cuenta con la fuerte oposición de los británicos, quienes sostienen que complicaría enormemente la tarea de los militares en Helmand, la provincia que produce 50 por ciento del opio del país. Según los críticos, rociar desde el aire conlleva el peligro de destruir otros cultivos y causar daño ecológico a largo plazo, así como afectar la salud del ganado.

Sin embargo, según funcionarios occidentales y afganos de alto nivel, la postura estadounidense se reforzó significativamente después de la anterior cosecha de amapola, la cual se elevó 34 por ciento respecto de la del año pasado, que ya era récord mundial. La decisión de Washington se ha agudizado ante las pruebas de que el opio afgano, que ahora representa 93 por ciento de la oferta mundial, ha comenzado a llegar a mercados estadounidenses.

El reciente nombramiento de un ex embajador estadounidense en Colombia para el mismo cargo en Kabul se ve como el acto más claro de Washington encaminado a procurar que el rociado de cultivos se aplique en Afganistán. William Wood, quien se ha ganado entre los británicos y otros oficiales de la OTAN el mote de El Químico Bill por su ferviente creencia en el rociado de herbicidas, formaba parte del equipo que puso en marcha el Plan Colombia, el cual consistía en rociar cultivos en un intento por eliminar la producción de cocaína.

Esa política provocó severas críticas en Colombia, porque se asegura que dañó cultivos legítimos y a la larga fracasó en el propósito de destruir el cultivo de coca. Sin embargo, durante la audiencia de confirmación en el cargo, en el Congreso estadounidense, Wood afirmó que la opción colombiana podría repetirse en Afganistán. El general Peter Pace, jefe del estado mayor conjunto, también ha expresado la opinión de que podría servir de modelo para el país asiático.

Según funcionarios, una reunión reciente del gabinete afgano estuvo a punto de aprobar el uso del rociado sobre una limitada base experimental. Sin embargo, se dice que el presidente Karzai acordó retrasar la decisión después de apasionadas súplicas de los ministros de Agricultura y Salud Pública.

El tema sigue siendo inmensamente delicado. El miércoles pasado, el vocero del presidente Karzai insistió: “Nuestro punto de vista es que debe haber una política integral para enfrentar el problema, que incluya ofrecer modos de vida alternativos. Se resolvió no empezar con el rociado de cultivos: fue una resolución unánime del gobierno.”

Sin embargo, Ahmed Zia Massoud, uno de los dos vicepresidentes afganos, ha declarado en público su apoyo a la medida. “No me cabe duda —dijo— de que los esfuerzos de Gran Bretaña y la comunidad internacional por combatir el tráfico de opio en Afganistán son bien intencionados, y estamos agradecidos por su apoyo. Pero esa política no ha funcionado y ha llegado el momento de adoptar un enfoque más enérgico.

“Debemos pasar de la erradicación terrestre al rociado desde el aire. El opio sostiene directamente a quienes matan soldados afganos e internacionales. No lograr una reducción sustancial de la producción de opio equivale a apoyar al Talibán”, añadió.

Una fuente diplomática estadounidense aseguró: “No hay absolutamente ninguna prueba de que el rociado cause daño a las personas o al ganado. Todo el mundo ha visto el aumento en el cultivo de amapola, y es obvio que la política vigente no funciona.”

Fuente: La Jornada, The Independent

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