Turismo, gran oportunidad; para los pequeños productores es clave asociarse
Ciudad de México, 30 de marzo de 2023.— En momentos en que los fenómenos sociales y medioambientales golpean a las naciones latinoamericanas, el agro se presenta como alternativa para incorporar a los más necesitados a los procesos de desarrollo y mitigación de problemas.
Realizar esfuerzos aislados da una solución sostenible, generar encadenamientos y asociatividad entre los actores de la sociedad civil y socios público-privados, es la manera para que se establezcan mayores expectativas ante la opción de salir del campo para probar suerte en las urbes o incluso en otros países.
La migración tiene gran impacto en el sector agropecuario y obedece en especial a que el pequeño productor no está enmarcado en un proceso de asociatividad y no ha tenido posibilidades de tecnificarse, acceder al crédito y a la propiedad de la tierra.
A medida que incrementan los flujos migratorios y los efectos del cambio climático recrudecen, se reducen las oportunidades hacía aquellos con poca capacitación para hacer frente a esta encrucijada y salir de la condición de pobreza.
Existe gran potencial en el sector agropecuario para paliar el fenómeno migratorio mediante encadenamientos productivos, buena capacitación, desarrollo de mercados locales y exportación.
En el Caribe, una de las regiones más afectadas por estos fenómenos, la industria turística genera en promedio 30 millones de visitantes al año y mantiene un crecimiento cercano al 4.4 por ciento anual. Sin embargo, la mayor parte de los alimentos que consumen los turistas no son producidos localmente, sino importados, ya que los pequeños productores no cuentan con las herramientas ni las condiciones necesarias para abastecerlos.
Se necesita seguir desarrollando estrategias para incorporar estos elementos como ejes centrales del desarrollo. Aunque no es suficiente, capacitar a las poblaciones rurales es clave para que las estrategias nacionales de desarrollo sean sostenibles a largo plazo.
El Instituto Interamericano para la Cooperación de la Agricultura (IICA) genera instrumentos de cooperación técnica, como las plataformas de exportación por medio de las cuales se capacita a productores y pequeñas y medianas empresas agropecuarias para acceder a nuevos mercados y mejorar la calidad de los productos en los mercados locales.
Para ello se ha capacitado a los productores desde el manejo agronómico del suelo, pasando por los procesos de transformación, agregación de valor y por último el acceso a mercados y medidas sanitarias para la exportación.
En cuanto ejemplos prácticos, diversos países de Centroamérica, la región andina y el Caribe. En relación con los países que se autoabastecen, es loable Belice, mercado que se autoabastece y, dado el incremento de producción, ya se están haciendo esfuerzos para implementar un proceso de transformación y de agregado de valor con fines de exportación.
Empoderar a las mujeres jefas de hogar, capacitar a los jóvenes y mostrar a la agricultura como nicho de oportunidad es parte de un proceso que permite mitigar los efectos negativos que tiene la migración en las comunidades más vulnerables.
Mediante este tipo de iniciativas, se logra que las poblaciones rurales vean en el agro una oportunidad para mejorar su calidad de vida y generar empleo, pasando de ser comunidades vulnerables a un propulsor del desarrollo para las naciones latinoamericanas.
Fotografía: Agricultura Prensa
