Financiamiento

Si el crédito es la respuesta para el campo, ¿cuál era la pregunta?

3) Cometen esas ineficiencias no necesariamente por falta de decisiones políticas, créditos abundantes, ni subsidios; tampoco por culpa del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM), de la globalización o del neoliberalismo; sino porque el sistema de educación rural, en su inmensa mayoría estatal, no está cumpliendo con su función de proporcionar los conocimientos que más se necesitan: agronómicos, zootécnicos, veterinarios y, sobre todo, de administración rural, incluyendo formas asociativas para corregir las gravísimas distorsiones que ocurren en la realización de inversiones, en la adquisición de insumos y en la comercialización de las cosechas.
En las universidades públicas se estudia la antropología de la pobreza, pero no la dinámica de la riqueza. Ya lo dijo Enrique Krauze —y eso antes de la caída del muro de Berlín— que el último comunista no terminaría en la Unión Soviética ni en China, sino en el cubículo de alguna universidad pública latinoamericana.

Esta relación causa/efecto, entre insuficiencia de conocimientos prácticos —ligados al exceso de ideología— y fracaso económico, aunque obvia sigue siendo subestimada y hasta ignorada por los mencionados consejeros. Al parecer ellos aún no se han percatado que, en el mundo globalizado, los conocimientos pasaron a ser los factores más determinantes para que los productores rurales puedan volverse y mantenerse competitivos.
Los productores rurales, mal orientados, siguen buscando seudosoluciones en las instituciones inadecuadas, que no tienen la atribución ni la idoneidad técnica para solucionar sus problemas a través de la eficiencia. Prueba de ello es que los agricultores siguen llenando formatos para convocatorias de subsidios o prestándose como patrimonio político de diputados, senadores, líderes, candidatos, etc., en vez de exigir soluciones de fondo en las instituciones que tienen la atribución legal y con la capacidad técnico-operativa para proporcionarles los conocimientos de la ciencia, de la tecnología, incluso de la teoría y practica empresarial (el Colegio de Postgraduados ofrece un diplomado de Agronegocios, por ejemplo).
Conocimientos, no necesariamente complejos ni sofisticados, a través de los cuales ellos mismos puedan reemplazar la humillación de la dependencia por la dignidad de la emancipación. Por citar un ejemplo, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) diseña tecnologías “llave en mano” donde a partir de profundos conocimientos científicos, ofrece opciones prácticas y de inmediata aplicación.
Polan Lacki recomienda que los agricultores cambien radicalmente sus actitudes y consignas, en vez de seguir creyendo en las demagógicas “macrodecisiones políticas de apoyo al agro” y asuman pacífica pero categóricamente que las instituciones creadas para su apoyo adopten medidas simples pero “extraordinariamente bien ejecutadas”.
Asimismo, según el especialista, en las facultades de ciencias agrarias se debe exigir:

–    Que se «desurbanicen» y se «ruralicen» con el claro objetivo de que, profesores y estudiantes, tengan mayor vivencia y convivencia con la realidad agrícola y rural, de modo que la formación de los egresados sea más contextualizada, realista y pragmática; y con ello responda a las reales necesidades de los empleadores y de los agricultores;
–    Que enseñen a los estudiantes a corregir las ineficiencias y a solucionar los problemas, practicando sobre todo en los mercados rurales; y no apenas teorizando en los laboratorios, en las aulas y en la simulación de las computadoras;
–    Que ofrezcan una enseñanza que, además de proporcionar una sólida formación técnica, enfatice el desarrollo de las habilidades y aptitudes de los estudiantes para que aprendan a ejecutar de manera correcta y eficiente las prácticas agrícolas. El desarrollo de dichas habilidades y aptitudes requiere que las facultades prioricen el “método de enseñar y aprender haciendo”; y que lo hagan directamente en el campo;
–    Que los profesores ponderen que, en la actualidad mucho más que en el pasado reciente, una agricultura rentable y competitiva tiene que estar fundamentada en la correcta formulación y aplicación de soluciones basadas en conocimientos agronómicos tanto como de administración rural. Y que, por esta razón, la intervención de estos profesionales en la solución de los problemas de la agricultura es ahora mucho más eficaz que la de los políticos, de los economistas y de los agentes de crédito. (Por experiencia propia puedo asegurar que es más fácil administrar a un agrónomo que agronomizar a un administrador.)
–    Las facultades, principalmente los centros de investigación, deben formar egresados técnicamente más autosuficientes y anímicamente más confiables, para que puedan desempeñarse como los más decisivos gestores de soluciones.

La academia debe levantar la autoestima de sus egresados de modo que ellos quieran, sepan y puedan asumir el protagonismo y muy sano, necesario y auténtico liderazgo rural, alejado de los nefastos cacicazgos. Esto es trabajar tanto en la aptitud como en la actitud.

Por otra parte, en los servicios de asistencia técnica y extensión rural es necesario:

–    Reivindicar que los extensionistas tengan real capacidad, técnica y metodológica, de volver a los productores rurales mucho más eficientes en los aspectos productivos, gerenciales y comerciales, esto por más adverso que sea el panorama, por más escasos que sean los recursos campesinos y por más inoperantes que sean sus gobiernos. Alentar que los agentes de extensión sepan aplicar aquellas soluciones que, debido a su bajo costo y facilidad de adopción, estén al alcance de los agricultores más pobres.
–    Para muchos de los habitantes del campo los extensionistas de las diversas dependencias son el único contacto con la academia. Por esta razón los habitantes rurales deben exigir que esta singular oportunidad sea aprovechada para proporcionarles conocimientos realmente útiles para la vida rural y para las actividades productivas y generadoras de mayores ingresos.

Además, incluir cursos y talleres con contenidos reconocidamente utilizables por los educandos en la corrección o eliminación de los errores e ineficiencias que los habitantes rurales están cometiendo, con mayor frecuencia, en la vida laboral y comunitaria, como por ejemplo: procesamiento de las cosechas para añadirles valor y evitar pérdidas poscosecha; mejora de la nutrición basada en la autoproducción diversificada de los alimentos; cooperativismo y organización comunitaria; administración rural y comercialización con menor incidencia de intermediarios, etc.

–    Valores para adquirir y adoptar hábitos y conductas esenciales para una vida digna, armoniosa y solidaria; premisas olvidadas por el egoísmo y violencia de quienes desean usufructuar una realidad pragmática por supuestos derechos adquiridos. Principios tales como responsabilidad, disciplina, puntualidad, cumplimiento de los compromisos, conciencia de las obligaciones como ciudadanos y miembros de la comunidad, amor al trabajo bien ejecutado, ambición sana para progresar en la vida como consecuencia de su propio y eficiente esfuerzo y de su deseo de superación, altruismo y solidaridad.
Un aspecto fundamental es lo que en las cuentas personales es muy claro y resaltan: el crédito no es dinero extra, es un préstamo que en algún momento se pagará, en las cuentas nacionales se pretende ocultar esta verdad, incluso empleando términos tan nefastos como “fondo perdido” pero lo único que se está perdiendo son las oportunidades de contar con un campo próspero.

* Investigador titular. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias
mallen.carlos@inifap.gob.mx

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